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El viaje más largo del Papa, «sin preocupación»

El Papa Francisco escribe el prólogo y el epílogo de todos y cada uno de sus viajes apostólicos en la basílica de Santa María la Mayor. Allí acude para encomendar sus peregrinaciones a la «Salus Populi Romani», un icono bizantino con una imagen mariana que representa a Nuestra Señora de las Nieves y a la que Jorge Mario Bergoglio tiene una particular devoción. Ayer hizo lo propio en la antesala al periplo que arranca hoy y que le llevará a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. En total, serán doce días fuera de Roma.

Se convertirá así en el viaje más largo de los programados por Jorge Mario Bergoglio en estos once años. Una gira que inicia con 87 años y cuando parece haber dado esquinazo a sus problemas de salud. De hecho, en estos últimos meses se ha podido apreciar una mejoría significativa en su movilidad a pesar de que utiliza la silla de ruedas para desplazamientos largos. También ha contribuido la dieta a la que se ha sometido, reduciendo la ingesta de dulces, y que le ha hecho perder peso.

Y aunque resultaría aventurado echar mano de la expresión «prueba de fuego» para referirse a este largo viaje, lo cierto es que la agenda que afronta en los próximos días Francisco está a la altura de cualquier presidente o jefe de Estado con unas cuantas décadas menos a sus espaldas.

Una tarea pendiente

De hecho, tal y como expuso hace unos días el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, no hay «preocupaciones adicionales» que alerten especialmente al séquito papal que le acompañará en esta aventura que el Sucesor de Pedro asume con especial interés.

Entre otras cosas, porque parte de este recorrido ya estaba previsto para 2020, pero la pandemia del coronavirus frenó este plan, como otros tantos, que no se pudo retomar antes debido, no solo a los traspiés del Papa, sino a otros viajes y actos que ya se habían comprometido.

Prueba del entusiasmo con el que asume Francisco este nuevo viaje, no es solo la visita a la «Salus Populi Romani», sino la energía con la que afrontó ayer a mediodía el rezo mariano del ángelus desde los apartamentos pontificios. Partiendo del Evangelio en el que los fariseos intentan poner en aprietos a Jesús preguntándole sobre el concepto de «pureza», el Papa se movió con naturalidad entre el texto que tenía escrito y los chascarrillos personales que compartió con naturalidad ante los fieles que le escuchaban en la Plaza de San Pedro. «No se puede salir de la Santa Misa y, ya en el patio de la iglesia, detenerse con habladurías malvadas y sin misericordia sobre todo y sobre todos. Esa habladuría arruina el corazón y arruina el alma. ¡No puede ser! Si vas a misa y luego haces estas cosas ¡es algo feo!», expuso con espontaneidad. En el marco de esta reflexión, Jorge Mario Bergoglio se refirió al «rigorismo» y al «ritualismo» como una forma de «pureza externa», cuando «en el interior cultivar el odio hacia los demás, despreciar a los pobres y a los últimos, o comportarse deshonestamente en el propio trabajo».

Lección de vida

Con esta lección de vida cristiana por delante, Francisco volvió una vez más a poner el grito en el cielo por las consecuencias letales de las guerras de Ucrania y Gaza. «Que haya paz en Tierra Santa, que haya paz en Jerusalén! Que la Ciudad Santa sea un lugar de encuentro en el que cristianos, judíos y musulmanes se sientan respetados y acogidos, y que nadie cuestione el statu quo en sus respectivos Lugares Santos», expuso el Papa. Además, también hizo un llamamiento para que «todos –instituciones, asociaciones, familias y cada persona– asuman un compromiso concreto con nuestra casa común», justo en la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. Antes de abandonar el ventanal, el pontífice se despidió de los asistentes al ángelus poniendo precisamente la mirada en el desafío que hoy comienza. «Por favor, recen por los frutos de este viaje», expuso con la mirada puesta en el vuelo que hoy tomará rumbo a Asia y a Oceanía, llevando bajo el brazo dieciséis discursos y con la idea de presidir tres misas multitudinarias en los estadios de Yakarta, Port Moresby y Singapur.

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