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El campo español, pendiente del futuro europeo de Teresa Ribera

¿Será finalmente Teresa Ribera la comisaria europea de nacionalidad española? En caso de respuesta afirmativa a la anterior pregunta, ¿tendrán algo que ver sus futuras competencias con el sector agrario? Estos dos interrogantes deberían estar despejados en las próximas semanas, justo al inicio del nuevo curso de política agraria en la Unión Europea (UE), que comienza estos días en Bruselas y que se presenta muy intenso y cargado, ya que, además de la formación de la próxima Comisión Europea y del inicio de los trabajos en el Parlamento Europeo, vendrá marcado por el final del proceso de «Dialogo Estratégico» sobre la nueva PAC y el comienzo de las tareas para preparar las primeras propuestas. Otro tanto cabe decir de la redacción de los proyectos sobre el Marco Presupuestario de la UE a partir de 2028, que incluirá el dinero para financiar la PAC. Las negociaciones de carácter comercial, la aplicación de las cláusulas espejo y lo que sucederá con lo que resta del Pacto Verde europeo serán otros de los asuntos prioritarios.

Que Teresa Ribera sea la representante española en el nuevo Colegio de Comisarios de la UE es lo más probable, pero, a fecha de hoy, no está garantizado al cien por cien. El primer paso, la nominación por parte del Gobierno presidido por Pedro Sánchez, ya se ha dado, pero ahora hace falta que reciba el visto bueno de la comisión correspondiente del Parlamento Europeo. Para ello antes habrá que saber cuál es la comisaría que asigna la presidenta Von der Leyen a Ribera. Desde Madrid quieren las competencias en materia de energía y cambio climático, además de una vicepresidencia de la Comisión Europea encargada de vigilar el cumplimiento del Pacto Verde europeo y todas las cuestiones medioambientales que estarán en otras comisarías, como la propia de Medio Ambiente, la de Agricultura, la de Comercio Exterior (por aquello de la importación de productos agrarios desde países terceros procedentes de tierras deforestadas) o la de Industria. Que Sánchez y Ribera logren su objetivo es clave para los intereses de los agricultores y ganaderos españoles, porque, si así fuese, es verdad que perderían de vista a la todavía ministra en el Gobierno nacional, desde el que se ha convertido en una de las principales enemigas del campo, pero, a cambio, deberían soportar su gestión desde Bruselas. En caso de no lograr las competencias antes citadas se podría hablar de claro fracaso del Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez.

Si finalmente Teresa Ribera se marcha a Bruselas, habrá que prestar mucha atención a la persona que ocupe el sillón correspondiente al Ministerio para la Transición Ecológica y a si Pedro Sánchez se limita a hacer un solo cambio en su equipo o, por el contrario, aprovecha para hacer una remodelación más amplia e incluye, por ejemplo, la sustitución o cambio de Luis Planas en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Tampoco se debe descartar que, si Teresa Ribera no logra sus objetivos en Bruselas y decidiese permanecer en Madrid, su sustituto fuese precisamente Planas, que «mataría» por terminar su dilatada carrera política como comisario europeo. Si finalmente sigue en el Ministerio de Agricultura, Planas sufriría una gran decepción porque quiere cambiar de cartera ministerial a toda costa.

Mientras tanto, en Bruselas, la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo celebra esta semana una nueva reunión, en la que debe cerrar sus órganos directivos. Asimismo, una de las principales tareas que tiene encima de la mesa es establecer el marco de relaciones con sus colegas de la Comisión de Medio Ambiente, asunto que estuvo en el origen de numerosos conflictos entre ambas a lo largo de la pasada legislatura. Por otro lado, en las próximas semanas debería cerrarse también el proceso denominado «Dialogo Estratégico» sobre el futuro de la PAC que abrió la Comisión Europea. Las conclusiones que se aprueben servirán de base al próximo comisario de Agricultura para elaborar sus primeros proyectos de propuesta sobre la futura PAC, que debería comenzar a aplicarse a partir de 2028. Parece que falta mucho tiempo, pero dados los complicados procedimientos en las instituciones de la UE tampoco hay tanto. En paralelo es necesario que se negocie el nuevo Marco Financiero de la UE para el periodo 2028-34, del que dependerá la cantidad de dinero que haya para financiar la PAC. En este curso de política agraria comunitaria que está comenzando, habrá que prestar atención a los primeros pasos en la aplicación de la Ley de Restauración de la Naturaleza que entró en vigor hace dos semanas. Y, por último, está el asunto de las negociaciones para la ampliación de la UE, muy problemática, porque anda en juego la incorporación de una potencia agraria, como es Ucrania.

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