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Escrivá, ¡qué error, qué inmenso error!

Ricardo de la Cierva (1926-2015), historiador sin demasiados honores , político, sobrino de Juan de la Cierva (1895-1936), inventor del autogiro, celebró el no nombramiento de Adolfo Suárez (1932-2014) como presidente del Gobierno en julio de 1976 con un artículo incendiario en el diario El País titulado: «¡Qué error, qué inmenso error!». Argumentaba que la elección del que sería el artífice de la transición era algo así como la continuidad del franquismo, con el que el propio de la Cierva también había colaborado. Habilidoso, no tardó en rectificar y, Suárez, sin rencor, incluso lo nombró ministro de Cultura, aunque fue un ministro fugaz, apenas nueve meses, entre enero y septiembre de 1980.

La designación de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España por Pedro Sánchez, aplaudida por los palmeros de turno, bastante criticada –incluso entre socialistas–, sobre todo por autoritaria, puede haber sido «un error, un inmenso error», ¿o no?, como diría Mariano Rajoy, que solo el tiempo desvelará. El nombramiento es tan legítimo y legal como discutible, sobre todo porque afecta al prestigio de la institución y porque parece «partidista», apunta el diario Financial Times. A partir de ahí, lo desconocido. Escrivá, al frente de la institución, puede ser un pelota que se limite a aplaudir las políticas de Sánchez o ser un buen gobernador como su predecesor Pablo Hernández de Cos. Todo es posible.

José Luis Escrivá es un personaje complejo que debe su carrera política –y en el fondo su último nombramiento– al PP. Mejor dicho, a un ex-ministro del PP en tiempos de Rajoy. La historia es conocida. Álvaro Nadal fue el jefe de la Oficina Económica del Presidente cuando Rajoy llegó a la Moncloa. Nadal organizaba reuniones con expertos económicos, que unas veces asesoraban y otras ofrecían puntos de vista diferentes sobre coyuntura y estrategia económica. Entre esos expertos figuraba José Luis Escrivá. Con una cierta querencia hacia un PSOE moderado, se dejaba querer por el PP y nadie duda de que hubiera aceptado un ministerio, si se lo hubieran ofrecido. Nadal y Escrivá establecieron una relación fluida que devino en amistad personal, que conservan.

Cuando España, por exigencia de la Comisión Europea, tuvo que crear la AIREF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), Nadal jugó la baza de Escrivá, frente a otros candidatos. Nadal convenció a Rajoy y a Cristóbal Montoro, entonces ministro de Hacienda, que tenía la última palabra. Así llegó Escrivá a la presidencia de la AIREF, desde donde le hizo la vida imposible al propio Montoro, al que incluso llevó a los tribunales por no facilitarle toda la información que reclamaba.

En la AIREF, Escrivá tuvo como segundo al ahora ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que es el que ha tenido que presentar y defender su candidatura al Banco de España. Es poco conocido, pero Cuerpo dejó en su día la AIREF por la relación tensa que mantenía con Escrivá. El sucesor de Nadia Calviño en Economía tenía otros candidatos/tas para el Banco de España, pero la decisión era de Sánchez y ha tenido que obedecer.

En la trayectoria profesional de Escrivá destacan, al margen de su competencia y capacidad, que nadie discute, dos constantes: por una parte es imprevisible y a veces incontrolable y, por otra, las tensas relaciones, personales y profesionales, con sus equipos. Tuvo diferencias con sus colegas en el Banco de España, en el Banco Central Europeo y como jefe del servicio de Estudios del BBVA, en donde fue sustituido por Miguel Sebastián, tras una salida que no fue por la puerta grande.

Los populares se arrepintieron una y mil veces de haber nombrado a Escrivá presidente de la AIREF. Para unos fue independiente, para otros ya trabajaba para el PSOE. Los que mejor lo conocen insisten es que es imprevisible, incontrolable y que está convencido de tener siempre la razón. Al frente del Banco de España, en donde sus ex-compañeros temen una reestructuración/purga, también puede dar sorpresas. Nadie espera críticas a Sánchez, pero tampoco nadie descarta que haga más que cosquillas a los ministros del área económica. Como Gobernador es independiente del Gobierno y puede empezar a demostrarlo si es él quien elige a la subgobernadora, como está previsto, y si impide que le nombren miembros del Consejo como el catalán Jordi Pons, al parecer pactado entre PSOE y ERC y defensor de lo que considera expolio fiscal a Cataluña, algo que ningún estudio del Banco de España ha sugerido nunca. Escrivá también es inamovible de su puesto en los próximos seis años y, depende de lo que haga, quizá alguien recuerde lo de «¡qué error, qué inmenso error!», de Ricardo de la Cierva, ¿o no?.

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