Page tira del puño y la rosa para atraer a Sánchez a la centralidad
El último día del mes de julio Page salió con una rosa al Palacio de Fuensalida para verbalizar lo que había dejado escrito antes en sus redes sociales, el silencio clamoroso de su partido frente al acuerdo entre socialistas catalanes y Esquerra, y su oposición frontal a las medidas que contenía.
La rosa es el símbolo del socialismo por antonomasia, igual que el puño al que está sujeta, que recuerda la lucha de clases o al menos la firmeza de los principios que defiende el ideario socialdemócrata.
Algo de eso ocurrió la tarde del viernes en el encuentro más esperado de los mantenidos hasta el momento por Sánchez con los presidentes autonómicos. No es que Page sea un verso suelto como en su día pudieron ser Gallardón o incluso el propio Bono. Es que se reviste de ideario y argumentación socialdemócrata clásica para combatir un acuerdo con el que discrepa abiertamente.
Su discurso en la sala de prensa fue a la vez una lección de principios políticos y una exposición clara de motivos. De hecho, no se limitó a criticar únicamente lo que desaprobaba, como el modelo de financiación. Dejó sobre la mesa también una alternativa para que pudiese ser debatida próximamente en una conferencia de presidentes u otro órgano similar.
«No iba a poner una bomba lapa», dijo con sorna en mitad de su explicación. Lo cierto es que el morbo estaba servido, porque quien conoce bien sus relaciones con la Moncloa sabe que son pocas y perfectamente descriptibles. Es el barón que más votos tiene del Psoe frente al presidente más débil de la democracia, sostenido por una frágil composición parlamentaria. Había ganas de escuchar a Page en Palacio.
Así las cosas, no sólo la financiación fue objeto de diatriba. Page habló también de armonización fiscal, propuesta muy discutible para la derecha moderada en tanto que supone subir o igualar impuestos en todos los territorios, reduciendo la capacidad de estímulo que pudiera tener una política fiscal baja para la inversión. Sucede, dicen los partidarios de este modelo, que luego hay que pagar los servicios públicos. Aunque también puede recaudarse más con una fiscalidad flexible.
Agua e infraestructuras fueron las otras dos grandes cuestiones del encuentro, donde hay puntos de acuerdo y otros no tanto. El AVE a Lisboa – que pasaría por Talavera- volvió a ponerse sobre la mesa, de igual manera que el trasvase del Tajo y sus caudales ecológicos. Hasta cinco sentencias del Supremo establecen que los niveles del río a su paso por determinados lugares como Aranjuez, Toledo o Talavera, incumplen los caudales mínimos. Es la eterna guerra del agua, que por la mañana tuvo su antítesis con Fernando López Miras (presidente de la Región de Murcia) y Carlos Mazón (presidetende de la Comunidad Valenciana).
También la política energética suscita el interés creciente del presidente de la región, debido a la alta capacidad de atracción que existe en Castilla-La Mancha para las renovables. Lugares como Puertollano han encontrado en este sentido un filón por el que reconvertir su antiguo esplendor industrial.
La sociedad civil espera que el encuentro haya servido para algo y no se paguen las desavenencias que pudieran existir entre Page y Sánchez. El presidente de Castilla-La Mancha llevó doscientas propuestas que dejó en Moncloa. Ahora veremos si el socialismo clásico del puño y la rosa aguanta o claudica ante el cupo catalán.