Crece el enfrentamiento interno en ERC
Esquerra Republicana se está abocando al abismo mientras se mira en el espejo. Pere Aragonés ha dado esta semana su primera entrevista desde que dejó la presidencia de la Generalitat. Lo hizo para reclamar un paso al lado de toda la dirección anterior. O sea, sin rubor se posicionó contra la candidatura de Oriol Junqueras. Dos meses quedan para la cita, el 30 de noviembre, y quince días menos para que las candidaturas presenten sus avales para poder concurrir a la consulta interna.
El 15 de noviembre se sabrá si compiten Militància Decidim -Oriol Junqueras-, Nova Esquerra Nacional -Marta Rovira representada por Xavier Godàs-, Foc Nou de Alfred Bosch y Recuperem ERC con Xavier Martínez Gil. Cuatro candidaturas que no se veían en ERC desde los tormentosos momentos de 2008 donde el partido republicano se deshizo en trifulcas cainitas que acabaron en escisiones: Reagrupament y Solidaritat Catalana por la Independència. Fueron efímeros pero sumieron en la crisis al partido.
Desde la llegada de Junqueras y Rovira no afloraban otras candidaturas. Ahora lo hacen pero esta diversidad deja en el alero el resultado. Para proclamarse ganador es necesario conseguir el 50% de los votos. Según los entendidos de ERC el partido “puede estar abocado a una segunda vuelta”, lo que aumentará la incertidumbre.
Ni la candidatura de Oriol Junqueras, acompañado de Elisenda Alamany la jefa del grupo municipal de Barcelona, ni la rovirista encabezada por Xavier Godàs, exalcalde de Vilassar de Dalt, acompañado por Alba Camps, exdelegada del Govern en la Catalunya Central y como pesos pesados como vicepresidentas Teresa Jordà -Congreso de los Diputados- y Raquel Sans -portavoz del partido-, hablan de política. Los roviristas, artífices del acuerdo con el PSC, parecen avergonzados por el acuerdo y no lo defienden más allá de exigir su cumplimiento. Los junqueristas no lo critican pero no lo apoyan. Junqueras se ha limitado a decir lo mismo “seré exigente”. Es el complejo de inferioridad de ERC frente a Junts que en estos meses ha echado sal en la herida de los traidores al independentismo, que tuvo una clara escenificación en la manifestación del 11 de setembre.
Las otras dos candidaturas se declaran abiertamente contrarias a los acuerdos con los socialistas y ambas tienen un punto en común: su enconamiento contra Oriol Junqueras. Por este motivo, si Junqueras no gana el 30 de noviembre con más del 50% de los votos puede verse abocado a la derrota si todas las candidaturas se sitúan tras Xavier Godàs en una segunda votación.
Algunos, más agoreros, ponen sobre la mesa que la tensión se desborde y la escisión pueda tener visos de realidad. Los roviristas centran todas sus críticas en Oriol Junqueras, al que acusan de todos los males y no le reconocen que puso a ERC en su mejor momento tras la crisis de 2008. Piden abiertamente su retirada porque vienen tiempos nuevos y no sirven viejos líderes, sobre todo si durante su liderazgo el independentismo sufrió una severa derrota.
Por su parte, los junqueristas centran sus ataques en la estructura B del partido donde sitúan a Rovira en la cúpula. Esa estructura B contrató mariachis para vejar a Junts, hizo una campaña paralela contra Ernest Maragall durante las municipales con “Fuera el Alzheimer de Barcelona” y colgó de un puente un muñeco con la imagen del propio Junqueras. Y señalan a los máximos dirigentes como responsables. Rovira, evidentemente, pero también a Pere Aragonés que se proclama ignorante de lo que sucedía aunque era el coordinador del partido y su número dos en el Govern, Sergi Sabrià, era el número dos de Rovira en el partido. El agrio debate y el cainismo de las acusaciones crean un caldo de cultivo que hace presagiar tempestades internas. Ahora los diferentes grupos trabajan por conseguir los avales suficientes. Nadie duda que las dos principales candidaturas los tendrán pero será un acto de fuerza presentar más que el rival.