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La UCO «calienta» el cerco a Sánchez

Vienen meses complicados para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y para el PSOE. La investigación que tiene abierta la UCO en el llamado «caso Ábalos», y en las subtramas que de éste se derivan, va a marcar intensamente la agenda política hasta Navidad (con continuidad en el próximo ejercicio). Y, como en el PSOE lo ven venir, los sables están ya moviéndose, aunque el ruido sea todavía pequeño: a nivel territorial cada vez son más los que tienen la aspiración de conseguir que Ferraz pierda el mayor número posible de los congresos regionales que seguirán al Congreso Federal Nacional de finales de noviembre. Ahí, en el nacional, no pasará nada, pero sí quieren ir tomando posiciones frente a los que trabajan ya por ser los herederos del «sanchismo».

La situación en el PSOE empieza a recordar a la etapa final de Mariano Rajoy, por lo que, incluso con unos nuevos Presupuestos, de llegar a aprobarlos, puede que el futuro de la coalición ya dependa más, en buena manera, del alcance de las investigaciones en curso. Lo que llega desde fuentes policiales es que las piezas que «van encajando» no pintan bien para Sánchez ni para su Gobierno. Así, por más que Moncloa insista en poner sordina a los titulares de corrupción que manchan las siglas socialistas –por ejemplo, con recordatorios continuos sobre los que cercaron en el pasado al PP–, los más veteranos saben, y dicen, que no es artillería suficiente como para frenar el desgaste o para retomar el control de la situación. De hecho, al nuevo jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, Diego Rubio, se le empieza a ver como una pieza «inútil» para gestionar este terremoto. Ese perfil técnico, «formado en las mejores universidades del mundo», como se destacó desde Moncloa en su nombramiento, se queda «muy descolocado» en el contexto en el que tienen que pelear los estrategas del presidente.

La UCO va a apretar las costuras al PSOE en los próximos meses con informaciones que afectan no solo al exministro Ábalos. También habrá respuestas para preguntas que siguen sin ser contestadas sobre el viaje ilegal de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, a Barajas, y se conocerán novedades que complicarán la versión oficial dada sobre el rescate a Air Europa.

El cerco al presidente desde el flanco judicial y de la investigación policial se da por descontado en el entorno de Sánchez y también dentro de su partido, y la clave está en ver cuánto y hasta cuándo puede aguantar el Gobierno de coalición sin implosionar. Llegados a este punto, y conforme a lo que se anticipa que se le viene encima al PSOE, en sus filas dan por descontado que están ante el final de un etapa que cuanto más dure, mayor será el coste reputacional y en los recursos necesarios para revertir políticamente el daño de estos últimos años.

La situación se complica en tanto que el pulso entre el poder ejecutivo y el judicial tiene consecuencias negativas para los socialistas en estos momentos. Los jueces están enviando señales claras de que no «nos van a dejar pasar ni una», y esto se aplica al caso de Begoña Gómez y también a las otras tramas de corrupción sometidas a la fiscalización de la UCO. En el PSOE ya no se creen la teoría oficial de que lo que hay «es solo un caso aislado de corrupción que afecta solo al exministro de Fomento», y dudan de la estrategia judicial y política con la que desde la cúpula están llevando este delicado asunto. Hay alguno, incluso con silla en el Consejo de Ministros, que defiende bajar la tensión con los jueces y modular el discurso de ataque contra ellos, aunque al mismo tiempo consideren que «lo hecho ya no tiene arreglo».

El escudo defensivo de Sánchez reside, de momento, en su equipo, en el silencio del partido y en sus socios. Moncloa sigue intentado cerrar un acuerdo sobre los Presupuestos para arrancar el nuevo año con esa baza e intentar cambiar la dirección de la corriente. Para protegerse de las críticas, el presidente está utilizando la misma estrategia que empleó Rajoy en su última etapa. Está cerrando el círculo en el que confía y reduciendo las personas que influyen en su estrategia. No se fía ni siquiera de todos sus ministros y la información sobre la investigación a su esposa, Begoña Gómez, y sobre lo que hay de verdad detrás de Ábalos es más que restringida. En su equipo de Moncloa están tan a verlas venir sobre lo que puede traer la investigación de la UCO como lo estuvieron cuando Sánchez anunció aquellos cinco días de meditación para ver si continuaba o no en el cargo de presidente del Gobierno.

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