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Libros de la semana: Elif Shafak vuelve con una historia que comienza en Nínive y llega al siglo XXI

«Hay ríos en el cielo», de Elif Shafak

Por Diego GÁNDARA

Lo que puede mover una sola gota de agua

La escritora, una de las autoras más relevantes de la actualidad, se lanza a una historia ambiciosa, bien hecha, pero que se pierden en sus meandros

Esta novela es una novela inmensa y prometedora. Pero lo que promete queda a medias, precisamente, por su clara y desbocada inmensidad. Casi seiscientas páginas unidas por varias historias y en distintos tiempos y cuyo personaje principal es el agua, o apenas una gota de agua que, con el correr de los siglos, se convierte en lluvia, en río, en (como tantas veces ya fue escrito) metáfora de la vida misma.

Ése es el planteamiento inicial de «Hay ríos en el cielo», de la escritora de origen turca pero nacida en Francia Elif Shakaf (Estraburgo, 1971). una narración de largo y de intenso aliento que se inicia en la antigua Nínive, a orillas del río Tigris, donde al rey Asurbanipal, un hombre cruel y culto que erigió una biblioteca para atesorar su colección de tablillas conocida como «La epopeya de Gilgamesh», le cae del cielo una gota de agua. La historia, de inmediato, se traslada, de manera algo brusca, al Londres de la época vitoriana, donde a orillas de otro río, esta vez el Támesis, nace un niño llamado Artur, hijo de una indigente que acaba de parirlo. La gota de agua, ahora, es un copo de nieve que se posa en la lengua del niño.

La trama, después, se sitúa en 2014, donde Narin, una niña, acaba de ser bautizada a orillas de Tigris, y acaba cuatro años después, otras vez en Londres, donde Zaleekhah Clarke, una hidróloga fascinada por la idea de que el agua puede tener memoria, se va a vivir a una casa flotante en Chelsea Embankment.

Conectar historias

La novela, así, se vuelve excesiva, que no excelsa, porque lo que hace Shakaf es, sobre todo, conectar todas las historias (menos la del monarca, que se pierde enseguida) y todos los tiempos a través de esa gota de agua que atraviesa la narración de un extremo al otro. Eso sí: su manera de conectar las historias y los personajes resulta algo arbitraria y obedece en ocasiones a casualidades y a coincidencias un poco fabulosas. El resultado, al final, es una novela difícil de leer, no sólo por la cantidad de historias que van y vienen y que se cruzan en estas páginas, sino también por la abultada información relacionada con el agua, con el agua como elemento, como todos esos ríos que, como la vida, terminan en el mar.

Lo mejor: La propuesta de la autora, que intenta unir historias y tiempos distintos

Lo peor: El exceso de información y la presentación de personajes poco desarrollados

«Detrás del cielo» de Manuel Rivas

Por Jesús FERRER

Manuel Rivas regresa con un «noir» sobre la salvaje condición humana

El escritor, que esta misma semana ha recibido el Premio Nacional de las Letras, propone una obra original y violenta

La extensa obra narrativa, poética y periodística de Manuel Rivas es, desde hace años, un referente de valores éticos, compromiso ecológico, conciencia progresista y excelencia literaria. Algunas de sus historias, como «El lápiz del carpintero» y «La lengua de las mariposas», han sido eficazmente llevadas al cine, recuperando para el imaginario popular dramáticos episodios de la memoria española del pasado siglo.

Dentro de los variados registros temáticos de su narrativa publica ahora «Detrás del cielo», una novela de género negro que va más allá de la intriga criminal y el acostumbrado suspense. Arranca la historia, en época actual, con los preparativos de un grupo de seis amigos de procedencia urbana dispuestos a una batida de caza en agrestes parajes galaicos. Pretenden abatir a un jabalí de legendaria fiereza, cuya taimada astucia le ha hecho ser conocido como el Solitario. Esta partida de cazadores comparte intereses profesionales y económicos que, en medio de una salvaje naturaleza, se verán duramente tensionados, hasta extremos de una imprevisible violencia.

Medio rural

Será el personaje más joven, narrando estas peripecias, quien mostrará los desequilibrios y frustraciones de todos estos amigos, evidenciando de paso su insensibilidad moral, espíritu depredador y escaso respeto hacia el medio rural. Un cierto lirismo recorre estas páginas, mimetizando la condición humana con el entorno natural: «Era un domingo de verano al mediodía. Había clima. Fuera de la sombra, el sol picoteaba en los ojos y en la cara como púas de paja. El tiempo de las cerezas, en Tras do Ceo, y allí estaba yo, como un mirlo en las ramas». La atmósfera del relato se va cargando paulatinamente de una angustiosa incertidumbre, incentivada por el engreído individualismo de los personajes, su visceral egoísmo y el deseo de mostrar un siniestro poder social. Con su habitual prosa clásica, dominio de los tiempos narrativos, arraigado compromiso civil y un particular estilo poético, Manuel Rivas conjunta en esta novela crítica social, mensaje ecologista, fábula ética e intriga psicológica.

Lo mejor: La acertada combinación que propone entre novela negra y denuncia social

Lo peor: Algún personaje de la historia registra una imprecisa configuración psicológica

Por LLUIS FERNÁNDEZ

«Herejía», de Catherine Nixey

Por Toni MONTESINOS

Sobre las otras vidas hipotéticas de Jesucristo

La prestigiosa historiadora Catherine Nixey analiza las confusas y falsas versiones que llegaron a difundirse al principio sobre Jesús

En el año 2016 nos llegaba en español «Apóstoles. Historia y leyenda de los discípulos de Jesús» (Ariel), en el que Tom Bissell penetraba en las fuentes documentales y geográficas de estos famosos doce hombres, lo cual a la vez era una historia del cristianismo. Pero clarificar quiénes o cuántos eran no es tarea fácil, dado que en el Nuevo Testamento no hay un acuerdo unánime, sino pequeñas variaciones. Estamos en un ámbito en el que el concepto de autoría en unos textos religiosos que no se firmaron resulta ambiguo e inspira muy diferentes interpretaciones, en el que la historia y la leyenda a veces son indistinguibles.

Este es precisamente el terreno que ha pisado Catherine Nixey en «Herejía. Las vidas de Jesucristo y otros salvadores del mundo antiguo» (traducción de Joan Rabasseda y Teófilo de Lozoya). Su enfoque es analizar las versiones alternativas del relato cristiano que se extendieron durante siglos tras la muerte de Jesucristo; por ejemplo, los ofitas creían que este había cobrado la forma de serpiente al aparecer en la Tierra. «Allí donde llegó, el cristianismo cambió mezclándose en un sitio con la hechicería, en otro con la magia; en un sitio con la astronomía y la astrología, en otro con el “paganismo”, con el budismo, con el culto al fuego o con la filosofía griega», afirma la autora en un pasaje de este ensayo. Por eso este libro tiene además el aliciente de ver, cómo en los inicios, muchas personas llegaron a pensar en Jesús y en María como personajes fantásticos, entre dragones, por ejemplo, y ver cómo esta narrativa fantasiosa fue después criticada y atajada por los primeros Padres de la Iglesia, que calificaron de herejes a todos aquellos que promovían historias semejantes.

Parábolas

Así las cosas, Nixey habla de muchos «cristianismos» y no de uno solo basándose en obras conservadas de escritores como Porfirio, autor de «Contra los cristianos», donde se atacaba las parábolas cristianas. De ahí que al explicar ciertos tipos de «cristianismos primitivos» nos encontremos con asuntos tan particulares como que el rey Herodes era el esperado Mesías o el hecho de que Poncio Pilato fuera canonizado como santo, como aún se refleja en la veneración que le dispensa la Iglesia copta etíope..

Lo mejor: Conocer cómo se difundieron falsas imágenes en los inicios del cristianismo

Lo peor: La autora tendría que haber incidido en el lado trascendental de la fe religiosa

«Arthur Schopenhauer», de Luis Fernando Moreno Claro

Por Diego GÁNDARA

Schopenhauer, un pesimismo que no pasa jamás de moda

El profesor Luis Fernando Moreno presenta una excelente biografía sobre el filósofo donde rescata su vida y su obra

El filósofo del pesimismo. Sí, pero también el filósofo de la compasión y, sobre todo, el filósofo de la voluntad, el filósofo metafísico que ideó un sistema de pensamiento que se alejó de los cánones de la filosofía de la razón. Para Arthur Schopenhauer, nacido en 1788 en Gdansk, que entonces era una ciudad que no pertenecía a Polonia, en 1788 y que murió en la ciudad de Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, en1860) la vida era puro sufrimiento. No había un mundo ordenado por la razón y el pensamiento. Lo que había era otra cosa: pura voluntad de vivir. El mundo que el ser humano veía y vivía también era otra cosa: sólo una representación. Todo estaba, de alguna manera, en la cabeza de cada uno. En esta excelente biografía del filósofo que no se consideraba de ninguna patria sino de un mundo mucho más amplio, Luis Fernando Moreno Claros (Cáceres, 1961) doctor en filosofía, se adentra en la vida de Schopenhauer con la pregunta, que se hace en el prólogo, si tiene sentido escribir la vida de un filósofo dado que su vida, más que nada, está en su obra. Sí, es, obviamente la respuesta, y mucho más en el caso de Schopenhauer, uno de los filósofos más leídos fuera de los ámbitos científicos y también muy leído por los escritores, como por ejemplo Jorge Luis Borges, por citar a uno de tantos.

Pensar mejor

Consciente desde muy temprana edad de su genio y convencido de que la vida «es una cosa miserable», se dedicó a preguntarse por el sentido de la existencia y a pensar en el mejor modo de evitar el sufrimiento (de ahí también la filosofía de la compasión) y acabó dando a conocer su sistema metafísico en «El mundo como voluntad y representación».

Schopenhauer tenía entonces treinta años y el medio académico, en los que reinaban los idealistas Fichte, Hegel o Schelling, lo ignoraron. Sólo cuando llegó al final de su vida, su obra comenzó a ser reconocida por todos. Moreno Claros, en todo caso, consigue, en esta completa biografía, retratar, por un lado, y de una manera profunda, al célebre y popular filósofo, pero, también, su obra. Todo escrito, además, con un adorable sentido de la claridad.

Lo mejor: El autor consigue, una mezcla afortunada de estilo y claridad en esta semblanza

Lo peor: No hay nada para cuestionarle a esta biografía, que, por otro lado era necesaria

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