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Una moción que caerá para sacar brillo al liderazgo de Feijóo

La dirección del PP ha cerrado oficialmente la puerta al debate de la moción de censura. Esto es lo que dicen de puertas afuera, mientras los tiempos los manejan desde la idea de que esta opción debe estar encima de la mesa para el próximo curso parlamentario, que empezará en enero, y no descartarla como un instrumento útil para que su líder, Alberto Núñez Feijóo, presente oficialmente su proyecto alternativo al del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En Génova son más reacios a arriesgar, a diferencia de lo que piensan en otras baronías del partido, en las que entienden que llegará un momento en el que Sánchez estará tan «cocido» con todo lo que le salpica que será imposible justificar ante la militancia y los votantes que no se da un golpe de esa entidad encima de la mesa. Aunque únicamente sea como un ejercicio obligado de liderazgo de la oposición.

Feijóo se ha labrado una fama dentro del PP por ejercer un mando conservador y en el que las decisiones se valoran tanto en sus pros y en sus contras que a veces se ha caído en el hábito de quedarse cortos a la hora de ejercer ese liderazgo opuesto a la manera de hacer política por parte de Sánchez.

Los socios no acompañan ahora a ningún movimiento disruptivo sobre la legislstura, pero ellos son los primeros que dan por descontado que Sánchez está ya de salida y no tiene ninguna manera de dar la vuelta a un proceso de descomposición tanto de su equipo como de su partido que solo puede acabar en una convocatoria de elecciones.

En su esquema, están en negociar los Presupuestos para ver qué pueden sacar de ahí (la última chequera con fondos del socialismo que ven a su alcance), y, salgan o no adelante las nuevas cuentas, empezar a colocarse ya para un examen en las urnas en el que los pactos con el PSOE contaminarán sus propias perspectivas electorales.

De esta forma, con o sin Presupuestos, para los socios del Ejecutivo no va mucho más allá del próximo verano el tiempo de vigencia de la etapa de Sánchez en La Moncloa. El secretario general de los socialistas tiene todavía compromisos pendientes de cumplir como el de la reforma migratoria, para ceder así más competencias a la Generalitat de Cataluña, o el trampantojo de la reforma para deshacer el pacto con Junts y establecer un nuevo pago a las energéticas.

Proceso de degradación

La cuadratura de las cifras se hace cada vez más imposible, pero, además, es que del mismo modo que está haciendo el PP, ellos también consideran que Sánchez ha entrado en un proceso de degradación que tiene ya muy difícil reversión. Los populares juegan con el mismo escenario por la información policial y judicial que les está llegando. En el caso de los partidos independentistas, la razón es información de segunda mano y los cambios que perciben en el entorno del presidente del Gobierno.

Tanto en el PNV como en Junts comparten en buena medida ese análisis y también las diferentes formulas de respuesta para sacar la mayor ventaja de este escenario, complicado, en cualquier caso, para todos. A los principales gurús del presidente del Gobierno les han preguntado por lo que se esconde detrás de todo este ruido de la corrupción y la contestación se ha ajustado tanto al discurso oficial que no ha dado ninguna garantía de que no hay nada de qué preocuparse.

Por cierto, la gestión de la DANA y de sus trágicas consecuencias ha traído un nuevo elemento de corrosión social que expulsa de tal manera de la vida civil a los principales responsables de su gestión –Gobierno de Sánchez y la Generalitat valenciana de Carlos Mazón– que se hace más plausible que el modelo estalle de una manera abrupta a lo largo de los próximos meses.

En ese sentido, frente al mantra de que sacando adelante los Presupuestos Sánchez tiene garantizado el completar la legislatura, los análisis de los taumaturgos políticos son, sin embargo, mucho más conservadores a la hora de pronosticar que Sánchez tiene agua para sobrevivir más allá del próximo año.

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