Escándalo en la Selección de Canadá: Espionaje, fiestas obligatorias y juguetes sexuales
Canadá es, en lo general, un país tranquilo. Potencia en deportes de invierno y sin una gran tradición de fútbol, su Selección femenina logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de París. Lo que nadie esperaba es que esta, en teoría, buena noticia deportiva se acabase convirtiendo en un escándalo a nivel mundial con su ya ex seleccionadora, Bev Priestman, como protagonista.
Todo empezó en los Juegos Olímpicos de París, cuando desde el combinado de Nueva Zelanda identificaron un dron no autorizado volando sobre su campo de entrenamiento. Fue la punta de un iceberg mucho más turbio. El dron pertenecía a la Selección de Canadá y el responsable de volarlo fue Joseph Lombardi, analista 'externo' del equipo nacional canadiense.
A raíz de ahí, el medio canadiense The Globe and Mail ha ido revelando detalles cada vez más sórdidos del trato de Priestman con su propio personal de la Selección. Entre ellos se incluye la celebración de fiestas la noche antes de los partidos en las que "se bebía muchísimo" y se hacían "preguntas sexualmente explícitas a los asistentes", según cuentan varias fuentes al propio medio. Además, estas fiestas previas a los encuentros eran obligatorias para el personal.
Incluso algunas de esas fuentes consultadas por el rotativo canadiense cuentan que, en algunas de ellas, se llegaron a llevar juguetes sexuales. Otra de las grandes protagonistas de este caso que ha convulsionado al deporte canadiense es la asistente, Jasmine Mander, que acosaba a los empleados de la Selección, llegando a provocarles "ataques de pánico", según cuentan varios afectados.
En definitiva, un escándalo por el que por el momento hay tres arrestados, Canadá fue sancionada con seis puntos en el torneo olímpico por el espionaje -todavía se está investigando esta parte, por lo que podrían encontrarse nuevos detalles- y una multa de más de 300.000 euros.