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Tren a Cartago, ayer y hoy

Con frecuencia recuerdo el tren que iba a Limón y pasaba por la estación de Cartago. Particularmente, ciertas diabluras que Jorge Salazar, mi amigo de infancia, y yo hacíamos, por las cuales recibimos nuestras buenas regañadas.

Eran los tiempos de la Northern, cuando los diferentes pasos por Tuis, el Codo del Diablo y otros sitios sufrían deslizamientos o los ríos dañaban puentes.

El paso hacia Turrialba y Limón se cerraba, y esto causaba perjuicios a la economía, principalmente a los exportadores y a las personas que no podían trasladarse a sus diferentes destinos.

Recuerdo a mi padrino Frank Czul buscando la manera de ir a la zona afectada y comenzar en el campo, junto con otros especialistas, a resolver la situación, ya que, como le contaba a mamá, “nie moze sie zatrzymac” (el tren no podía parar).

Recuerdo haberlo visto después de algunos días llegar agotado y sin afeitar a contarle que el problema estaba arreglado “temporalmente” y esperar el verano para hacer las reparaciones. Decía con gran satisfacción: “Ya el tren pasa, lento y con cuidado (ostroznie)”, palabra que pedí me explicaran. Pero repetía con gran orgullo: “Pasa, pasa”. Y nos relataba los trabajos y cómo habían resuelto.

Con consternación, oigo y veo cómo están tratando el deslizamiento en la cuesta del Fierro los responsables de la buena operación de la vía a Cartago. Por el modus operandi, los imagino en una oficina tratando de definir qué acciones tomar, quién lo hará, etc.

Unos días después de ese estudio, nos informarán que los trabajos tardarán unos tres meses. Si Frank estuviera con vida, imagino el patatús que le daría, el colapso cardíaco que sufrirían y el dolor en el bolsillo que padecerían los dueños de la Northern debido a la falta de ingresos, sin olvidar el colapso de la economía, con el gobierno en sus espaldas y la responsabilidad.

Deseo fervientemente, y sugiero con el ánimo de cooperar, buscar las fotografías de antaño, de la Northern Railway Company, testimonio de las posibilidades de reparación urgentes y viables para solucionar la “guerra” como la que estamos viviendo los cartagineses en la actualidad.

Sin ir más lejos en el tiempo, sugiero ver las imágenes del puente sobre el río Reventado después de las inundaciones de 1963. Es muestra de eficiencia y prontitud en el campo de trabajo, en el lugar de los hechos, y con la mira puesta en servir.

No quisiera terminar esta reflexión sin decir que en tiempos de guerra hay que actuar como en tiempos de guerra, que gracias a Dios y a la Virgencita nunca hemos tenido.

Alejandro Zawadzki W. es ingeniero.

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