La corte de Sánchez se bunkeriza y «calienta» a la base para la «revuelta»
Cierre de filas y bunkerización ante el ruido judicial y mediático que llegaba desde Madrid. Esta es la consigna que lanza la dirección socialista y que la militancia asume sin titubeos. «No somos la resistencia, somos la revuelta. Nos van a tener enfrente», decía en los pasillos una alcaldesa socialista catalana, que prefiere el anonimato, en un juego de palabras. Eso sí, no todos los asistentes parecían querer asumir esa imagen de unidad y algunos no dudaban en señalar la falta de liderazgo y «de partido».
Pero por la mañana toda la atención se centraba en Madrid. En la declaración del ex secretario general del PSOE-M Juan Lobato en el Tribunal Supremo. María Jesús Montero, sonrisa en ristre, fue la encargada de capear el temporal y pasó al ataque flanqueada por las caras de palo de Santos Cerdán y Juan Espadas. «Estamos muy tranquilos. Hay que dejar trabajar a la Justicia. No pueden desviar la atención del congreso», dijo, y añadió: «Pero lo importante es preguntarse por qué Isabel Díaz Ayuso sigue viviendo en un ático financiado a través de fraude fiscal». No frenó, tras señalar a la presidenta madrileña, y se lanzó para contrarrestar «la manipulación de la Justicia por parte de la derecha y la extrema derecha», señalando al PP: «su único objetivo político es tumbar a Pedro Sánchez. De presidente y de secretario general. Feijóo tiene un proyecto golpista, no es democrático porque no acepta las mayorías». El malestar, y la preocupación en el PSOE, de forma oficiosa, se plasmaba de otra manera: «Lobato es citado a declarar en dos días, coincidiendo con el congreso del PSOE. El novio de Díaz Ayuso no hay forma de que vaya a declarar y eso que tiene una querella aceptada y presentada por Más Madrid y el Partido Socialista», dijo.
Como ariete para contrarrestar el desasosiego interno, Montero insistió en el cuerpo a cuerpo con Feijóo –Santos Cerdán dijo que el líder del PP tiene tanta credibilidad como Aldama– con un claro objetivo: cerrar filas en torno a Sánchez. Y los otros miembros de la «corte» del presidente siguieron su paso. Así, el presidente del PSC y embajador de España en la Unesco, Miquel Iceta, proclamó que «el congreso será el de la reafirmación de Sánchez». Fue, por cierto, de los pocos líderes que se dejó ver durante el día de ayer. Ander Gil, expresidente del Senado, también llegó por la tarde, después de tres días pedaleando desde la madrileña calle Ferraz, y Gómez de Celis se dejó querer haciéndose múltiples fotos y haciéndose el encontradizo con Cerdán, Montero y Espadas. El triunvirato matutino solo se paró a saludar de forma ostentosa a Enma López, la figura emergente que apunta como nueva portavoz y, tras el «lío Lobato» –si salpica a Óscar López–, como posible nueva líder del Partido Socialista de Madrid. «Lo único que está claro es que en Madrid el líder será López», decía con guasa un militante de Getafe. El alcalde más joven de Europa, Gael Rodríguez, primer edil de Portbou con solo 19 años, era escéptico. «Ruido, Madrid es ruido. Aquí lo tenemos claro». Juan Fernando López Aguilar, eurodiputado y exministro con Zapatero, lo asumía con normalidad: «El encanallamiento ha llegado de la mano del PP a Bruselas, que hasta ahora estaba exenta».
El bucle se rompió con el primer debate, sobre vivienda, dirigido por la ministra Isabel Rodríguez. Un paréntesis en un congreso «extraño», en esta apreciación había quorum. Y que únicamente se animaba en el exterior con otro tema de actualidad: la DANA que asoló hace un mes la Comunidad Valenciana. Militantes valencianos se agolpaban alrededor de Ximo Puig, el expresidente autonómico, que sentenció tajante: «No sé lo que hubiera pasado, pero igual no hubiera sido».