El eje antioccidental, la herencia de Biden y el mensaje de Putin con misiles (III)
El eje antioccidental no surge espontáneamente y tampoco es fruto de identidad ideológica absoluta, tiene más que ver con la convergencia de fobias y de enemigos. Si que coinciden en un elemento central, todos son regímenes dictatoriales presididos por ideologías opresivas y totalitarias. De hecho, entre algunos componentes de esta ponzoñosa alianza conviven, más bien coinciden, ideologías radicalmente opuestas, desde el populismo de ultra izquierda más militante, a la más extrema derecha violenta y bestial del yihadismo ideológico y terrorista. Ya se sabe que el odio a EEUU, a Israel o las democracias más avanzadas del mundo (el occidente geográfico e ideológico que incluye Japón, Australia, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia o Filipinas, aunque estén el extremo oriente) puede mucho más que la comunidad ideológica. Lo que sí tienen en común es su barbarie y totalitarismo.
Las guerras tibias y calientes que hoy asolan el mundo son consecuencia directa de la falta de firmeza y visión estratégica de occidente. Cada vez que un conflicto pasa de latente a caliente y se analizan sus antecedentes, nos topamos con la cobardía, ignorancia, incompetencia, falta de visión estratégica, dudas, titubeos, cesiones de Occidente a dictaduras y regímenes execrables. Todo esto con la inestimable ayuda de los aliados, amigos, agentes, militantes anti sistema, extremistas de todo pelaje y tontos útiles. Hay legiones de ellos incluso entre conservadores y moderados, no sólo los extremistas, a los que convencen que están trabajando por la paz. Pues no, de hecho, están trabajando para debilitar el régimen de libertades que les da cobijo y les protege. Todos ellos conforman una eficaz y tóxica quinta columna de los enemigos de la democracia y la libertad entre nosotros. No hay que olvidar la cada vez más agresiva intervención de los servicios de inteligencia rusos y chinos. Los primeros incluso con asesinatos de disidentes en nuestros países (incluso en España). Los segundos comprando voluntades en occidente incluso entre funcionarios y políticos. Cada decisión equivocada, cada cesión, cada error producto de la incompetencia, falta de liderazgo o cobardía, son medidas con regla milimétrica por los adversarios y enemigos de occidente, nos tienen tomada la medida y así nos va.
Veamos aquí algunos ejemplos de cesiones incomprensibles de la Administración Biden que fueron interpretados como señales de debilidad de Occidente y que envalentonaron a los regímenes más atroces que se conocen. Apoyar las supuestas negociaciones de la dictadura narco-populista chavista con la oposición y aceptar el proceso electoral que se demostró una farsa, ha comprado más tiempo a esa abominable dictadura. Descongelar los fondos iraníes (6000 millones de dólares que se sepa) y el levantamiento parcial de la prohibición de vender petróleo en los mercados internacionales fue una invitación a usar ese dinero, todo, para reactivar la poderosa máquina del terror iraní. Hasta sus tentáculos del terror que se habían resentido por la profunda crisis económica que las sanciones le habían provocado. Las cesiones descritas lo cambiaron todo. No se puede armar, influir o inspirar a tus esbirros como Hizbulá o los Huthis (que, según informaciones fidedignas, están siendo reclutados por los rusos para engrosar sus filas contra Ucrania) sin dinero. La Administración Biden se lo desbloqueó y ahora estamos sufriendo las terribles consecuencias de tantas cesiones tan irresponsables como apaciguadoras del mal. No puede sorprendernos que los únicos barcos a los que los huthis no atacan de cuantos navegan el Mar Rojo camino del canal de Suez, son los que tienen bandera de Rusia o China, o transportan mercancías de esos países o para esos países o bien tienen, siquiera, remotamente vinculación con Rusia o China. Esos nada, ni un rasguño. Tampoco se requiere del Oráculo de Delfos para inferir (está comprobado) que todo esto es gracias a las órdenes de los ayatolás para proteger los intereses de sus aliados.
Una de las más ignominiosas y que pasará a la historia de los EEUU como una vergüenza injustificable, fue la huida, que, no retirada de Afganistán, perpetrada por la Administración saliente. Poner fin a la presencia de los EEUU y el resto de las fuerzas internacionales ISAF, era, sin duda, razonable en ese momento, pero de manera ordenada y escalonada. El desastre de la desbandada de Kabul quedará grabado en la historia en las mismas negras páginas que último helicóptero despegando de la embajada estadounidense de Saigón. Rusos y chinos tomaron muy buena nota, y el resultado final de la guerra de Ucrania puede ser otra señal que espera China para intensificar su, ya de por sí, agresivo expansionismo en Mar del Sur China o incluso apuntar a Taiwán.
Uno de los problemas más serios que tienen Rusia y China es su acceso a aguas internacionales sin ser vigilados o controlados. La flota rusa del Báltico está rodeada de países de la OTAN, Polonia, las tres repúblicas bálticas y ahora Finlandia y Suecia, después Alemania, Dinamarca; Bélgica, Francia, Noruega Reino Unido y si van hacia el sur España y Portugal. La del Ártico la base de Murmansk está congelada buena parte del año (aunque eso puede cambiar en un futuro no muy lejano). La del Mar Negro debe pasar por el estrecho del Bósforo del que es ribereño Turquía miembro de la OTAN, después el Mar de Mármara y el Estrecho de Dardanelos, lo mismo y una vez en el Mediterráneo Turquía, Grecia, Italia, Francia España, y para salir al Atlántico el Estrecho de Gibraltar. Podemos entender la obsesión rusa de tener una base aeronaval en el Atlántico, no hay que ser un lince para adivinar su lugar preferido no muy lejos de la Islas Canarias…
China tiene una salida aparentemente expedita en su costa este, pero en realidad su plataforma continental dificulta la salida de sus submarinos (tanto de ataque como lanza-misiles) sin ser vigilados por los satélites estadounidenses, dada la relativa poca profundidad de esas aguas. La solución para ellos sería tomar Taiwán y construir una macro-base naval en el Este del país, teniendo, así, salida a las aguas profundas del Pacífico Oriental. Bajo el mandato de Xi Jing Ping China ha subido el tono y la presión contra Taiwán, no obstante, una invasión en los próximos años, aunque no imposible, es improbable dada la victoria de Trump. Lo que no se puede ignorar es que China no renuncia al uso de la fuerza para anexionarse Taiwán.
A todo esto, Putin manda un siniestro recado en forma de misil ICBM (Misil Balístico Intercontinental), el RS-26 RUBEZH, con casi 6000 Km de alcance (difícilmente se le puede considerar un misil de alcance intermedio), carga útil de 1200 Kg, convencional o nuclear, divididos en seis cabezas/ojivas de reentrada independiente (MIRV, Multiple Independently Targetable Reentry Vehicle). El RS-26 tiene una velocidad de reentrada en la atmósfera de 25.000 Km/h casi 21 veces la velocidad del sonido. El ex jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire de Francia General Jean Paul Paloméros, dijo que contra este tipo de armamento no hay casi defensa posible. La única es la «Guerra de las Galaxias» que destruyen los ICBM en su momento más vulnerable, cuando se encuentran fuera de la atmósfera. Sin embargo, este sistema de defensa nunca se desarrolló del todo y lo que existe está en fase experimental. El equipo de vociferantes aliados del eje anti occidental dijeron en tiempos de Reagan e incluso hoy en día, cada vez que se anuncia algún avance en este terreno, que «este sistema sólo provocaría una nueva carrera armamentística». De momento los rusos y chinos tienen, además, misiles hipersónicos no balísticos contra los que los sistemas antimisiles actuales tienen muchas dificultades para interceptar. Los iraníes y norcoreanos dicen tener esa tecnología también. Occidente de momento no, y tiene que avanzar mucho en la defensa antimisiles para poder defenderse contra estos vectores que han cambiado el equilibrio estratégico en este terreno.
El recado de Putin es tan claro como escalofriante: puedo daros cuando quiera, donde quiera y con armas nucleares. Esta vez la carga era convencional y el objetivo la ciudad de Dnipro donde impactaron las seis ojivas. La próxima vez puede ser muy diferente. A pesar de la amenaza de Putin una escalada que implicase un ataque contra un miembro de la OTAN se nos antoja una locura pues si se ataca a un miembro de la OTAN el artículo 5 del Tratado es aplicado automáticamente. Un ataque a un miembro es un ataque contra todos. Además, la ventana de oportunidad para eso es corta, tan solo de aquí al 20 de enero. No parece probable que Putin se lance al abismo de la tercera guerra mundial con Trump en la Casa Blanca.
Lo que si puede decirse es que de haberse autorizado el uso de armas aliadas contra objetivos rusos hace dos años, hoy la guerra estaría en una fase distinta y el peligro de escalada se habría disipado a estas alturas. Al autorizarlo Biden apenas dos meses de su salida de la Casa Blanca, cometió una grave imprudencia. Es evidente que quiso mejorar las posiciones negociadoras de Ucrania ante la llegada de Trump a la presidencia que ya ha anunciado que impondrá el final de la guerra. Es hasta posible que sus intenciones fuesen buenas. La realidad es que nos ha acercado un poquito más al borde del abismo.