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Trump no es una amenaza para México, sino para el socialismo

La reacción infantil y prepotente de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, al anuncio de aranceles por parte de Trump, demuestra que el problema de México es el socialismo condescendiente con el narcotráfico. Lo primero que debemos entender es que los aranceles de Trump no son una casualidad ni una medida aleatoria o injusta.

Según «The Economist», México es, tras la India, el país con más barreras arancelarias al comercio. El Gobierno prochavista de López Obrador ha llevado a cabo una política de ojos cerrados e inacción cómplice ante el narcotráfico, el tráfico de emigrantes ilegales y la introducción de drogas y armas a EE UU. La política de barreras al comercio ha sido tan dañina que México se empobrece y pierde potencial de crecimiento, despegándose del crecimiento global y condenado al estancamiento. A las barreras arancelarias y trabas fiscales, burocráticas y administrativas se une la inseguridad jurídica multiplicada por la decisión del Gobierno de Sheinbaum de politizar la justicia.

Todo el mundo habla estos días de los aranceles de Trump, pero parece que callaban y miraban hacia otro lado ante el asalto a la libertad económica y la seguridad jurídica e inversora de la Administración socialcomunista de López Obrador y ahora Sheinbaum. Parece que a Estados Unidos se le exige ser la única casa con el jardín y las puertas abiertas en un vecindario donde el resto atranca las puertas e impide el paso.

Trump va a usar los aranceles para negociar, como siempre ha hecho, y se ha acabado la paciencia. Si el Gobierno de México pone su sectarismo e inacción ante el narcotráfico y el tráfico de emigrantes por encima de los intereses de sus ciudadanos, va a tener aranceles de Estados Unidos. La irresponsabilidad de Sheinbaum diciendo que ellos responderán con (todavía) más aranceles nos demuestra que su objetivo no es la prosperidad de México, sino el empobrecimiento de los mexicanos, para convertirlos en rehenes dependientes. México tiene todo que perder en una guerra comercial con Estados Unidos.

No podemos olvidar que el populismo prochavista del Ejecutivo mexicano ya ha hundido las posibilidades de atraer actividad manufacturera de Asia y el famoso «nearshoring» con sus ataques a la seguridad jurídica y barreras a la inversión. México no se puede permitir una guerra comercial con EE UU y, además sufriría el coste adicional de los aranceles que quiera imponer a su vecino del norte.

Los aranceles no son una política ideal y yo no los defiendo como una medida adecuada en todo lugar y ocasión, pero no soy ingenuo. Desde hace años, solo hemos visto barreras al comercio por parte de los países que luego exigen fronteras abiertas a Estados Unidos.

No olvidemos que la imposición de aranceles es solo una medida de negociación para eliminar las barreras de otros, como explica el libro «No Trade Is Free», de Robert Lighthize. No podemos ignorar las barreras al comercio que imponen otros países contra los Estados Unidos, sea a través de barreras legislativas, regulatorias, usando la excusa medioambiental o directamente con el uso de subvenciones y aranceles.

Si México quiere prosperidad económica, negociará los aranceles, eliminando sus barreras y actuando de manera decisiva contra el narcotráfico y el tráfico de emigrantes. Todos saldremos beneficiados. Si lo que quiere es sectarismo socialista, imposición de inseguridad jurídica e inacción ante el narcotráfico, tendrá aranceles. La fiesta gratis se ha acabado.

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