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Ley marcial en el PSOE de Madrid

Sumar está es desgracia y cae en picado en términos electorales. La crisis producida a partir del "caso Errejón" ha sido la gota que ha rebosado el vaso. El PSOE madrileño podría haberse aprovechado de ese espacio electoral y haber recuperado algunos enteros, pero no ha sido así.

Los acuerdos con independentistas y los casos de corrupción que afectan al entorno personal de Pedro Sánchez son una grieta importante en la credibilidad del PSOE que le alejan de la Puerta del Sol.

Lobato tenía un estilo calmado adecuado para una plaza tan complicada como la capitalina, pero le ha faltado el coraje necesario como para discrepar abiertamente de las políticas de Moncloa y, en Madrid, todos los partidos necesitan un proyecto diferenciado del nacional.

Ese fue el éxito de Gallardón y de Esperanza Aguirre y, ahora, es sobre el que se cimenta gran parte de los resultados de Díaz Ayuso.

La última ocurrencia de Sánchez es volver a intervenir quirúrgicamente la federación madrileña y volver a descabezarla para colocar al frente de la misma a uno de su confianza. El presidente del Gobierno no persigue ganar a Díaz Ayuso, sino reforzarla dándole un altavoz nacional con el que ningunear a Feijóo.

Nada mejor que enviar a Óscar López, claramente identificado con Sánchez, para que la presidenta madrileña se empeñe a fondo en hacer oposición a Sánchez. Por otra parte, el socialista necesita controlar internamente el partido en Madrid.

Las perspectivas no son halagüeñas, encerrados en una realidad alternativa a la que vive la sociedad española y los cuadros medios empiezan a percibir el olor que marca inevitablemente un cambio de ciclo.

Cuando las cosas son así, las críticas internas se trasladan de los pasillos a las tribunas públicas y Sánchez no está dispuesto a dar oxígeno a los discrepantes. Limitar los debates, subir el número mínimo de firmas necesarias para ser candidato o impedir reuniones internas son solo una parte de la táctica.

Lo que menos le interesa es gobernar en Madrid, de lo contrario, no hubiera despachado a Lobato en medio de una bronca. Además, el perfil de López es el menos indicado para contrarrestar el apoyo ciudadano de Díaz Ayuso, aunque es el más oportuno para imponer la Ley marcial en el socialismo madrileño.

Algunos cargos medios del partido creyendo que van a sobrevivir con una federación al servicio de Ferraz y Moncloa, se han apresurado a hacer genuflexiones dejando la dignidad en un armario ropero. Terminarán como Lobato.

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