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2025 será año electoral

Las portadas de todos los periódicos dedican más de la mitad de su espacio a los casos de corrupción que salpican a Pedro Sánchez y a algunos de sus colaboradores más cercanos. El desfile de investigados y de testigos para declarar en los tribunales por el caso Aldama es completo, la investigación de la causa abierta contra el hermano de Sánchez avanza lenta pero inexorablemente y, en los próximos días, también está prevista la presencia de Begoña Gómez ante el juez.

Pero lo judicial es solo uno de los flancos a los que tiene que atender el líder socialista. Puigdemont está crecido y le ha cogido el gusto al protagonismo en la política española. Está utilizando sus fuerzas para sostener al gobierno, ocupado en su propia supervivencia y carente de la más mínima iniciativa política, y, al mismo tiempo, cortarle el oxígeno selectivamente.

Las negociaciones para aprobar los Presupuestos y la cuestión de confianza son un buen ejemplo de cómo se puede apoyar y boicotear a la vez a un gobierno, sin que los electores detecten incoherencia. Sánchez sabe que no puede resistir mucho tiempo en esas condiciones. Mantener la estabilidad apoyándose en quién odia al Estado español y sortear una situación en la que cada vez habrá más datos e información publicada sobre los asuntos judiciales que le acorralan, tiene corto recorrido.

Según los mentideros periodísticos, aún queda lo peor por saberse y algunas líneas de investigación se dirigen hacia la presunta financiación ilegal del PSOE. Eso señalaría un punto de inflexión con el electorado, que podría dar por rotos los vínculos emocionales con el partido socialista.

Sánchez está calculando los tiempos. Con la Dana valenciana el PP sufrió bajada en las expectativas y la extrema derecha recuperó algunos enteros, a cambio, el congreso del PSOE no fue una plataforma de lanzamiento de cara a unos comicios, sino un conclave de resistencia con consignas más propias de un grupo de autoayuda que de una organización política.

Aferrarse a la Moncloa tendría un coste enorme y los riesgos de convocar elecciones no son pequeños. De Sumar queda el nombre y poco más, sus previsiones electorales se aproximan a la irrelevancia y, aunque Cataluña podría seguir aportando un nutrido grupo de diputados al PSOE, la caída en Andalucía y Madrid también podría ser significativa. No obstante, las alternativas a elecciones anticipadas disponibles por el socialista son escasas, por eso, el 2025, será año electoral.

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