La euforia económica de Sánchez para distraer la atención de la realidad
Lahiri Mihasaya (1828-1895), histórico y desconocido en occidente «yogavatar» –encarnación del yoga–, también era poeta y uno de sus versos rezaba «y el vacío ha emergido en euforia». El Gobierno de Pedro Sánchez, rodeado de problemas y de aliados sobre todo hostiles –excepto los bilduetarras de Otegi, «¡cosas veredes, amigo Sancho!»–, intenta refugiarse en los datos económicos para generar una cierta euforia que distraiga la atención. El inquilino de la Moncloa presumió de los piropos de «The Economist», aunque todo indica que no llegó a pasar del titular y leer la letra mediana, ni tan siquiera pequeña. Los méritos, según el semanario británico, resulta que son para las reformas de la época de Rajoy. Ayer, el Banco de España, que ahora Gobierna el ínclito José Luis Escrivá, revisó al alza las previsiones para la economía española y calcula que el PIB cerrará el año con un 3,1% de aumento, el mejor de los grandes países de la zona euro, muy por delante de Alemania y Francia, cada uno con sus problemas.
Los expertos de Escrivá, no obstante, advierten de que el déficit será más alto del esperado, un 3,4% y, aunque la DANA tiene algo de culpa, apenas habrá restado una o dos décimas en el crecimiento global de todo el año. El diagnóstico del Banco de España es positivo, pero hace hincapié en las incertidumbres en el horizonte, y no permite lanzar las campanas al vuelo. Hay demasiadas incógnitas en el horizonte y «las políticas que afectan a la actividad y a los precios podrían llevar a que estos pronósticos –optimistas– queden rápidamente desactualizados». Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, mientras Escrivá pone reparos al impuesto a los bancos y explica que tampoco es «dramático» prorrogar los Presupuestos. También ayer, Funcas, uno de los mas prestigiosos «pensaderos» económicos, en una serie de informes agrupados en el último número de Papeles de Economía Española, ponía en solfa la eficiencia del sector público español y, ¡anatema!, constata que los impuestos a la riqueza en España son iguales o superiores a los de otros países de la zona euro, mientras que el IRPF y el IVA son inferiores, mientras el Gobierno intenta que el vacío emerja en euforia, como diría Mihasaya.