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Ábalos huele a muerto

Entre las principales habilidades de Pedro Sánchez se encuentra la de amortajar, meter en el féretro y cerrar la tapa de la caja donde coloca el cadáver de sus antiguos correligionarios sin que le tiemble el pulso. En esta vida hay que tener maña para todo, incluso como digo, para mandar al otro barrio al que se convierte en tu granito en el culo sin pestañear; y José Luis Ábalos hace tiempo que se convirtió en eso, en un garbanzo en el zapato para el presidente del Gobierno. Y si el ex ministro compareció ayer en el Congreso para anunciar que denuncia a la Guardia Civil por interceptar sus comunicaciones, significa que se encuentra ya más que frito, vamos, fiambre puro. Fue un poco triste verlo en su soledad parlamentaria intentando jugar al despiste ante las preguntas que insistían en la trama Koldo & Cía, mientras él se marcaba un eslalon torpe de respuestas. Da un poco de pena asistir a la consumición de un hombre que fue el corazón del primer gobierno de Pedro Sánchez, la locomotora que decidía estrategias cuando el PSOE parecía eso, una locomotora imparable que arrasaba a un PP débil bajo el liderazgo de Pablo Casado. Hasta que llegó aquel julio de 2021 y comenzó su declive, basado fundamentalmente en la soledad del nuevo apestado que tiene que sufrir el frío y la indiferencia que le regalan a diario los miembros de su ex partido. Ser líquido, sus explicaciones no convencieron al juez, que ha solicitado ya, pero ahora mismo, que le quiten el caparazón de la inmunidad, lo que significa que la cosa se le pone crudita. Tanto, que ahora sabe que juega la última de sus cartas tirándole a todo bicho viviente. Ábalos, que tonto no es, conoce perfectamente los métodos de su ex jefe de filas y sabe que desprende la peste de los difuntos a 30 km de distancia, por eso hoy es el mártir que mata matando, porque sabe que ya huele a muerto.

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