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El hallazgo en Jerusalén de una porcelana de la dinastía Ming descoloca a los científicos

Primero fue un destello. Después, un trozo de porcelana. Y, por último, una inscripción en chino que tiene descolocados a los científicos. Un grupo de arqueólogos israelíes ha encontrado en unas excavaciones rutinarias en el Monte Sión de Jerusalén un cuenco de porcelana chino que puede trastocar todo lo que sabía sobre la relación entre ambas culturas.

Durante tres años, la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) y el Instituto Alemán de Arqueología Protestante (GPIA) habían estado excavando en la profunda historia del Monte Sión en busca de pistas sobre civilizaciones antiguas.

Hasta el pasado verano, los hallazgos se habían centrado en reliquias antiguas de hace más de 1.500 años. Pero esta pequeña astilla de porcelana, que data de la Dinastía Ming (1520-1570), cambió algunas de las teorías conocidas sobre la historia del sitio.

Según explica esta semana el diario The Jerusalem Post, todo comenzó cuando Michael Chernin, un arqueólogo de la AAI, vio un objeto colorido asomándose desde el suelo durante los preparativos del sitio. Intrigado, lo recuperó cuidadosamente y limpió el fragmento.

Chermin consultó el hallazgo con su colega Anna de Vincenz, especialista en cerámica, quien identificó rápidamente las marcas como chinas. Para descifrar el texto, el equipo recurrió a Jingchao Chen, un investigador de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien tradujo la frase poética que adornaba el cuenco.

Según el diario israelí, aunque se han encontrado porcelanas chinas antiguas en Israel antes, este es el primer descubrimiento que presenta una inscripción. "Es un recordatorio tangible de lo interconectado que estaba el mundo, incluso siglos atrás", dijo Eli Escusido, director de la AAI.

"Este mensaje poético en chino, encontrado en un lugar tan inesperado, agrega un bello nuevo capítulo a la historia de Jerusalén", añadió.

La extensa red de antiguas rutas comerciales, como la Ruta de la Seda, hace plausible que los comerciantes de Oriente, incluidas regiones de lo que ahora es China, llegaran al Levante, trayendo consigo bienes, ideas e influencias culturales que enriquecieron el mundo mediterráneo.

Históricamente, las primeras interacciones documentadas entre judíos y chinos se remontan al siglo XI, cuando comerciantes judíos viajando por la Ruta de la Seda establecieron una pequeña comunidad en Kaifeng, ubicada en la provincia de Henan.

Una de las interacciones más significativas ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando China brindó refugio a los judíos que huían de la persecución en Europa. La protección proporcionada a los judíos europeos durante este oscuro período sigue siendo un testimonio del vínculo humanitario compartido entre los dos pueblos.

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