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Real Madrid, 2024: Un doblete de campeonato

En el Santiago Bernabéu, durante 2024, se hicieron más de The Beatles que nunca. El estadio entero disfrutó cantando el «Hey Jude», mientras uno de sus futbolistas favoritos, el inglés Bellingham, abría los brazos y celebraba gol tras gol en una temporada triunfal. En 2024, los goles de Jude y el fútbol atrevido de Vinicius llevaron al Real Madrid a mandar en la Liga con una contundencia que hace tiempo que no se veía y a ganar, otra vez, la Champions, con una capacidad de resistencia y adaptación que sólo un equipo tan acostumbrado a vencer en esa competición puede llevar a cabo.

En la Liga sólo sufrió una derrota, en otoño de 2023, ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano. Y fue una derrota que enseñó a los de Ancelotti lo que no había que hacer. A partir de ahí, su camino por la competición española fue de un dominio absoluto mientras el Barcelona, con Xavi en el banquillo, se agarraba a las excusas de su entrenador para mantener la esperanza. Pero era oxígeno para un equipo y un técnico que muy pocas veces estuvieron a la altura.

Ancelotti ha reconocido que fue el campeonato en el que menos ha sufrido y eso que el Real Madrid jugó sin muchos de sus jugadores importantes, por culpa de las lesiones. No tuvo a Courtois ni a los dos centrales, Alaba y Militao, todos gravemente lesionados, pero el equipo se tomó las adversidades como un reto. Fue un Madrid solidario, en el que todos o casi todos tuvieron su momento de gloria y al que nadie, ni el sorprendente Girona de Míchel, pudo hacer frente.

Si la Liga fue una demostración de poder, en la Champions, el conjunto de Ancelotti enseñó al mundo su capacidad para sufrir y superar casi todos los problemas. El partido cumbre fue la vuelta de la eliminatoria contra el Manchester City, rival habitual en esta época gloriosa blanca. El Real Madrid llegó con un empate y se adelantó, con un gol de Rodrygo en el minuto 12. Después, todo fue un sufrimiento, un partido defensivo, de esfuerzo continuo y de agonía. Tardó muchos minutos en empatar el equipo inglés, en la segunda mitad, y llevó el partido a la prórroga porque, pese a su dominio, pese a jugarse gran parte del choque en torno al área de Lunin, el Madrid se agarró con los dientes a eliminatoria.

Tomó un poco de aire en la prórroga, alcanzó los penaltis y ahí, Modric empezó fallando. Fue el momento de Lunin, que dio la vuelta al marcador y el Madrid ganó una tanda en la que marcaron Lucas Vázquez, Nacho y Rüdiger. No se puede escribir mejor una historia épica.

En semifinales, otro clasicazo: el Bayern. Vinicius y un Kroos, que estaba impartiendo sus últimas lecciones magistrales, tomaron un partido que se estaba poniendo en alemán: el típico choque en el que el equipo local aprieta y te deja sin aire. El Madrid sacó un empate para, en el minuto 68 de la vuelta en el Bernabéu, recibir el gol de Davies.

No se sabía eso de «no metas un gol, que es una trampa». Fue la noche de Joselu el delantero que hizo de puente hasta la llegada de Mbappé en el mes de julio. Un suplente ejemplar, un canterano veterano que nunca dejó de creer que podía tener su noche mágica en el Bernabéu. El primero llegó en el 88; el segundo, en el 91.

En realidad, este suplemento se escribe, sólo, para certificar que esas historias increíbles pasaron.

En la final, Carvajal, de cabeza, en la segunda mitad, cambió el partido contra el Borussia y Vini lo decidió.

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