2024: De caos en caos ferroviario hasta el desquiciamiento del usuario
No lo ha dicho una sola vez a lo largo de los últimos meses, sino varias. El sistema ferroviario español vive, según el ministro de Transportes, Óscar Puente, el mejor momento de su historia. Y sí, es cierto que nunca hubo más pasajeros en los servicios de Cercanías o alta velocidad -más de 30 millones en este último gracias a la liberalización ferroviaria-. Pero la sensación que tienen los usuarios dista mucho de ser la de que el ferrocarril vive el mejor momento de su historia. Los usuarios de Cercanías, el servicio más utilizado, se enfrentan a retrasos y percances que alteran su día a día. Y la joya de la corona del sistema, la alta velocidad, ha vivido un año especialmente complicado, con un sinfín de percances, especialmente entre mayo y agosto, que han dejado su imagen un tanto tocada.
Paradójicamente, todo empezó en el caso de la alta velocidad cuando Renfe recibió los trenes Avril en mayo, muy anhelados para ampliar sus servicios. Su estreno ya estuvo plagado de críticas por los ruidos y vibraciones del tren. Pero lo peor llegó después, cuando los S106 de Talgo comenzaron a averiarse de forma sistemática durante varias semanas. La falta de fiabilidad de los Avril provocó que la puntualidad de los servicios de AVE, Avlo, Alvia e Intercity de la operadora se despeñase hasta el 76% a mediados de agosto desde el 92%.
En mitad de la oleada de averías de los Avril, que dejaron imágenes tan llamativas como la de un viajero rompiendo las ventanillas de uno de ellos en agosto tras dos horas atrapado en uno de ellos en medio de la ola de calor que azotaba Madrid; se produjeron otros percances como una caída de tensión en la estación madrileña de Chamartín que sembró el caos en la alta velocidad o las averías de otros dos trenes en la misma estación madrileña en pleno mes de julio que también ocasionaron otro colapso circulatorio.
Aunque para disrupción del servicio la que provocó el 19 de octubre el descarrilamiento y posterior vuelco de un tren alta velocidad en el túnel que une Atocha y Chamartín. Un Alstom que estaba siendo remolcado para ser reparado se soltó del tren que lo arrastraba y circuló cientos de metros sin control pendiente abajo hasta que un trabajador de Adif lo descarriló para evitar males mayores que los problemas circulatorios que provocó durante tres días.
Aunque los incidentes de la red de alta velocidad han sido los más llamativos, también es cierto que han obedecido a dos problemas específicos y localizados: las dificultades propias de la puesta en servicio de un modelo nuevo como el Avril, que ya parecen superadas; y un accidente que todavía está bajo investigación por parte de los técnicos de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF).
Déficit inversor
Harina de otro costal es el asunto de Cercanías. Aunque se trata del servicio usado de forma más profusa, durante años, la inversión en estos trenes ha estado bajo mínimos, hasta el punto de representar apenas el 4% o el 5% del total pese a transportar al 95% de los viajeros. A ello se ha sumado que en puntos como Cataluña ha sido objeto de diversos sabotajes.
Ha faltado, como dicen los sindicatos, no sólo inversión en infraestructuras y material nuevo, sino también en mantenimiento. Especialmente, apuntan, en los trenes. Puente reconoció de hecho a finales de agosto que el 20% de los trenes de la operadora no estaban entonces aptos para el servicio. Un déficit que Transportes espera empezar a corregir el año que viene, cuando empiecen a llegar las primeras unidades de las más de 250 compradas por Renfe por valor de 2.500 millones de euros.
En infraestructuras, Puente ha repetido también que, al igual que con los trenes, el Gobierno está teniendo que hacer el esfuerzo inversor que no hicieron anteriores gobiernos del PP. Y que eso, añade, ocasiona molestias y problemas. Porque, según ha explicado, al contrario de lo que hacen otros países como Alemania, se ha optado por no suspender el servicio para avanzar con las obras necesarias.