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La «rave» que amenaza con seguir una semana

Ya parece una tradición más. Unos años ha sido en Granada, otros en Galicia y muchas veces en varios puntos de España de forma simultánea. El caso es que parece que todos los años hay alguna fiesta ilegal al aire libre –también conocida como «rave»– que decide continuar las horas mucho más allá del Año Nuevo. En esta ocasión el macroevento está celebrándose en Ciudad Real y lo han bautizado como «Big Fucking Party 2025».

Llevan desde Nochevieja en unos terrenos que estaban destinados a acoger un polígono industrial junto al aeropuerto de Ciudad Real, y que se encontraban vacíos ante la inactividad de la instalación aeroportuaria.

Varios escenarios repartidos por la zona permiten a los participantes, llegados desde distintos puntos de España y Europa, disfrutar de manera ininterrumpida de sesiones de música techno con DJ, que llega a escucharse en amplias zonas urbanas de Ciudad Real, a más de 15 kilómetros de distancia del lugar donde se celebra la macrofiesta.

Amantes de este tipo de música llegados desde lugares como Italia, Francia, Alemania o Suiza se unen a otros de distintas comunidades de España, convocados a través de grupos de WhatsApp y Telegram, según explicaron a Efe algunos de los asistentes, que también han reconocido que conocían la fecha del evento pero hasta el último momento no sabían el lugar exacto de España donde se iba a celebrar la macrofiesta.

En torno a los escenarios donde suena la música, que se encuentra en una zona ampliamente descampada, los organizadores, que no están identificados, dejan instalar puestos en los que se venden todo tipo de bebidas y de comidas: desde comida rápida a platos vegetarianos, además de ropa, artesanía o souvenirs.

Los participantes desafían sin temor las gélidas temperaturas que se registran en estos días en Ciudad Real, por debajo incluso de los cero grados, que incluso

se ven agravadas aún más por una sensación térmica más baja debido a las persistentes nieblas, que envuelven el evento musical en ambiente misterioso.

Cientos de autocaravanas y furgonetas camperizadas, aparcadas en las inmediaciones de la zona del evento, sirven de lugar de descanso para quienes han viajado hasta Ciudad Real, y otros también instalan tiendas de campaña donde dormir.

La macrofiesta rave se ha convertido en el centro de la conversación de muchos ciudadrealeños, que no dejan de hablar sobre ella en la calle o en bares y comercios.

Aunque algunos se quejan del ruido que durante el silencio de la noche llega hasta sus casas, lo que no les permite conciliar el sueño, otros no ven mal que la fiesta se celebre en un descampado lejos de la ciudad y que la gente disfrute de la música techno, y alguno, incluso llega a ironizar asegurando que «la fiesta la han organizado para celebrar su cumpleaños», según recogió Efe.

La «Big Fucking Party 2025» comenzó la pasada Nochevieja cuando los primeros participantes llegaron hasta el lugar, pero, a lo largo del primer día del año fueron otros muchos los que se unieron a esta gran fiesta, que en pasadas ediciones se ha celebrado en Fuente Álamo (Murcia) y en La Peza (Granada), donde se prolongó hasta la noche de Reyes y llegaron a reunir a más de 8.000 personas.

El despliegue de seguridad por parte de la Guardia Civil suele ser el mismo siempre. Aunque si bien es cierto que carecen de permisos para la celebración del evento, los agentes de seguridad no suelen intervenir de inmediato y por la fuerza ya que tratan de que la recogida sea escalonada y pacífica. Una intervención por la fuerza podría causar problemas de seguridad ciudadana donde, ahora mismo, no los hay por lo que muchas veces temen que sea peor el remedio que la enfermedad. Tampoco se puede «denunciar» formalmente al organizador del evento ya que no ha sido comunicado de forma oficial a la Delegación del Gobierno, precisamente para evitar sanciones. Lo que sí temen muchos es que la seguridad de los asistentes no pueda ser garantizada ya que nadie ha revisado generadores, equipos ni sistemas de seguridad, por lo que los agentes tratan de que los asistentes comiencen a irse por su propio pie. Eso sí, la paciencia de los policías es infinita ya que los asistentes no se encuentran siempre en las mejores condiciones para dialogar. Los vecinos del pueblo más cercano, de momento, siguen sin sentirse demasiado molestos e incluso les hace gracia ya que allí no molestan a nadie. Eso sí, cuando terminen al Ayuntamiento le toca limpiar.

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