Pacto de mínimos, sin fecha, en las aduanas de Ceuta y Melilla
Dos años y ocho meses después del anuncio de la apertura de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla, el Gobierno de España ha acabado perdiendo la batalla. Marruecos, que se ha negado siempre a reconocer la soberanía española de ambas ciudades, a pesar de las «excelentes» relaciones bilaterales, introducirá tanto en Ceuta como en Melilla sus áridos, frutas, verduras y pescados. A cambio, permitirá que desde ambas localidades entren en su territorio determinados productos, los que Rabat permita en cada caso. Aunque ningún representante del Gobierno central ha hecho referencia oficial a la noticia, salvo para alentar la apertura próxima de las aduanas, empresarios locales consultados por este medio aseguran que la representación del Ejecutivo les ha venido avanzando en las últimas fechas que la apertura de unas instalaciones, que se asemejan más a pasos comerciales regionales que a las prometidas aduanas comerciales, es cuestión de días o semanas. El volumen del intercambio será, en todo caso, poco significativo y estará sujeto a fuertes limitaciones, y con la circulación de un camión diario en cada sentido.
El pasado 18 de diciembre, el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares aseguraba que la hoja de ruta pactada por ambas administraciones se «está cumpliendo», antes de aseverar que las relaciones con Rabat atraviesan «el mejor momento» de su historia. Hasta se refería con cierta sorna a las «teorías extrañas» sobre las nuevas cesiones a Marruecos que le afea la oposición.
Después de meses de desencuentros, la carta que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le envió en 2022 al Rey Mohamed VI de Marruecos –para expresar el apoyo español a la propuesta de autonomía presentada por Rabat en 2007 para solucionar el conflicto del Sáhara Occidental– lograba al fin calmar los ánimos al otro lado del Estrecho. Marruecos se daba por satisfecho con el giro diplomático español en la cuestión del Sáhara, tras meses de presión y decidía pasar página a la crisis bilateral.
Así las cosas, la visita del propio Sánchez y su ministro de Exteriores a Rabat, el 7 de abril de aquel año, abría oficialmente una nueva etapa que las dos Administraciones prometían «inédita» por el grado de cooperación y alcance de las iniciativas comunes que supuestamente aguardaban.
No obstante, el Gobierno de coalición era incapaz de conseguir de sus pares marroquíes una declaración expresa de respeto a la soberanía de las dos ciudades autónomas y posesiones españolas en el norte de África, pero anunciaba ya en aquel encuentro el comienzo de la «normalización» de los «dispositivos de control aduanero».
Al margen de las aduanas, las relaciones con Marruecos tampoco han experimentado avances significativos en estos dos años y medio largos de lo que se presentó como una etapa de cooperación sin parangón en la siempre tensa historia hispano-marroquí. Por ejemplo, las dos Administraciones no han avanzado en todo este tiempo en la delimitación de las aguas territoriales entre Canarias y Marruecos.
Volviendo a Ceuta y Melilla, los empresarios de las ciudades españolas denuncian el incumplimiento del régimen de viajeros por parte de Marruecos. Descontado el componente estacional, y tras el repunte de la primavera y el verano, la mejor noticia para el Gobierno de España es, sin duda, la caída en la llegada de migrantes procedentes de Marruecos. Ello no ha impedido, en cualquier caso, que el aeropuerto internacional de Casablanca se convirtiera en 2024 en el punto de partida de decenas de ciudadanos de países del África occidental, que de manera continuada aprovecharon la escala en el aeropuerto de Madrid-Barajas para solicitar asilo en España.
Un hecho que provocó el colapso de las salas habilitadas al efecto en el aeródromo de la capital y obligó al Ministerio de Interior a exigir visados de tránsito. Marruecos seguirá observando con atención los acontecimientos de la política doméstica en España y, de manera particular, todo lo tocante al Sáhara Occidental, cuya importancia trasciende en mucho lo estrictamente territorial o al valor que puedan tener sus recursos naturales.
A pesar de no haberse producido una reacción oficial al respecto, no ha gustado en Rabat, por ejemplo, el mapa que Sánchez adoptó como fondo en su tradicional vídeo de felicitación navideña a los militares españoles destacados por el mundo. En él, la antigua colonia española y Marruecos aparecen separados no ya por una línea discontinua sino por el trazo grueso de una demarcación internacional, un detalle que, para algunos en Marruecos, no puede ser considerado como un simple desliz.No en vano, en Rabat hay quienes ven en gestos como el del mapa del vídeo navideño de Sánchez, o en intervenciones públicas del propio presidente ante el atril de Naciones Unidas en apoyo del papel central de la ONU en la resolución del conflicto del Sáhara, una actitud timorata de un presidente presionado tanto por sus socios parlamentarios como por la necesidad de recuperar las relaciones con Argelia –algo que tampoco se ha producido–, además de una situación de creciente debilidad.
De hecho, el entusiasta apoyo de las autoridades francesas a Marruecos en su reivindicación sobre la excolonia española incrementará la presión sobre Sánchez en este año: será en el curso de la citada visita del presidente francés al país norteafricano.
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"Es indigno aceptar las condiciones de Marruecos"
“Es indigno aceptar las condiciones de Marruecos de dejar pasar un solo camión al día y con la mercancía que ellos quieran, y encima seguir sin aplicar el régimen de viajeros a los procedentes de Melilla y Ceuta”, admite a LA RAZÓN el empresario melillense –CEO de Carmelo Martínez Rodríguez SL, empresa especializada en servicios logísticos del transporte y las aduanas– José Luis Martínez Lázaro. “No sé qué pretende este Gobierno al aceptar esta propuesta. Por lo que he escuchado y leído es preferible casi que la aduana siga cerrada y también el paso de mercancías desde Marruecos en régimen de viajeros en justa reciprocidad”, afirma.
“Como CEO de una empresa logística arraigada en Melilla desde 1915 y que ha operado en la aduana con normalidad y con los mismos procedimientos que se aplican en todas las aduanas españolas me siento indignado por la frivolidad de la delegada del Gobierno en la ciudad. Ya dejaron caer hace varios años lo de la ‘aduana regional’, algo que fue rechazado por la Dirección General de Aduanas, que aseguró que no había ningún problema técnico que solucionar, al menos en Melilla, pues la aduana llevaba operativa y sin problemas durante décadas”, lamenta el empresario, quien ha venido batallando por la reapertura de la aduana melillense, que Rabat cerró en el mes de agosto de 2018.
“Además, la delegada del Gobierno en Melilla deja en mal lugar a la propia Dirección General de Aduanas, dependiente de la AEAT, al decir que ahora tendremos una aduana del S.XXI como si el control y los procedimientos aplicados por la Dependencia Provincial de la Aduana de Melilla durante tantísimos años fuera algo tercermundista”, zanja Martínez Lázaro a este medio.
José Luis Martínez Lazaro ha sido vocal de la Confederación de Empresarios de Melilla y presidente de la Asociación Andaluza de Empresa Familiar y azote del Gobierno en el Faro de Melilla.
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