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Aniversario del asalto al Capitolio: cuando la democracia de EE UU se tambaleó

Hace cuatro años Donald Trump se negó a reconocer que había perdido las elecciones frente al demócrata Joe Biden, alegando, sin pruebas, que los comicios de 2020 estaban empañadas por un fraude generalizado. El 6 de enero de 2021, el día en que el Congreso debía certificar los resultados de esas elecciones, Trump realizó un mitin en el Ellipse con la Casa Blanca de fondo y exhortó a miles de sus seguidores a marchar por la Avenida Pensilvania hacia el Capitolio y «luchar con todas sus fuerzas». Así lo hicieron y desencadenaron el ataque más violento contra la sede del gobierno desde la Guerra de 1812.

Hoy, con el resultado de unas nuevas elecciones que ganó Trump sellando su regreso a la Casa Blanca, el aniversario de esa fecha oscura para Estados Unidos llega acompañado de una transferencia de poder completamente distinta, que se anticipa pacífica. A pesar de que las calles de Washington están blindadas por motivos de seguridad, no hay multitudes reuniéndose para interrumpir el recuento de votos electorales en el Congreso. Además, ningún líder demócrata está cuestionando los resultados de las elecciones ni ideando teorías legales elaboradas para frustrar el resultado.

La victoria de Trump será certificada en una ceremonia supervisada por la que fuera su rival, la vicepresidenta Kamala Harris, quien presidirá los procedimientos en calidad de presidenta del Senado. Harris ha dejado claro que administrará una transferencia de poder directa. Al hacerlo, seguirá los pasos de todos los vicepresidentes antes que ella, incluido Mike Pence, quien resistió la presión de Trump para negarse a contar los electores de los estados que Trump perdió en 2020.

En esta ocasión, el panorama es distinto. El líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, recibió aplausos republicanos cuando reconoció la victoria de Trump el viernes durante un discurso en el pleno. «Está bien», dijo Jeffries en un momento de humor negro dirigido a sus colegas republicanos. «No hay negacionistas electorales en nuestro lado del pasillo».

Investigación

Es la antítesis absoluta del caos desatado hace cuatro años, cuando bajo un cielo azul, miles de partidarios de Trump incitados por mentiras sobre unas elecciones robadas, atacaron brutalmente a los agentes de policía que custodiaban el Capitolio para impedir que el Congreso contara los votos electorales que harían a Joe Biden presidente.

El ataque dio lugar a la mayor investigación penal federal de la historia,desató un grave caso criminal contra Trump por participar en «una conspiración», provocó un fallido intento legal de eliminar al republicano de la carrera electoral y definió el clima político de los últimos dos ciclos electorales.

Los demócratas declararon a Trump una amenaza para la democracia, y el presidente electo utilizó los casos para movilizar a su base y alegar persecución política. El ambiente general de calma en Washington oculta una profunda y latente tensión entre quienes vieron tambalearse las instituciones democráticas del país el 6 de enero de 2021 y quienes esperan blanquearlo, especialmente mientras Trump intenta reescribir la historia del ataque al Capitolio y se prepara para indultar a muchos de sus perpetradores.

En este sentido, el Departamento de Justicia ha acusado a más de 1.500 personas por su participación en el ataque y más de 1. 200 se han declarado culpables o han sido condenadas.

No obstante, los jueces del tribunal del distrito federal en Washington están marcando el cuarto aniversario del ataque avanzando más investigaciones y sentencias, intensificando su trabajo a pesar de la creciente presión para pausar los casos a la espera de las decisiones de indulto de Trump. Algunos acusados han solicitado permiso para asistir a la inauguración mientras esperan su juicio. Pero realmente Trump no ha especificado qué hará. Durante la campaña expresó simpatía por los acusados de delitos no violentos y criticó las largas condenas.

Sin embargo, no ha detallado cómo evaluará los indultos para las más de 1.500 personas acusadas y las mil condenadas por el motín, lo que ha dejado a sus aliados y críticos a la espera de ver qué hará en su primer día en el cargo el próximo 20 de enero cuando Joe Biden le devuelva las llaves de la Casa Blanca. El asalto dejó cinco muertos, unos 140 policías heridos, e imágenes propias de una insurrección guerracivilista en el corazón de Washington.

La agridulce sensación que sienten muchos estadounidenses este 6 de enero tiene que ver con que el regreso de Trump al poder supone un riesgo cierto de revisar los hechos tal y como ocurrieron entre una parte del electorado. Además, esa reescritura de lo que pasó irá traduciéndose en un cambio progresivo a nivel social sobre la percepción de la gravedad del asalto.

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