Prostitución, corrupción y acoso sexual, la Santísima Trinidad del PSOE
Hubo un tiempo en el que Pedro Sánchez se podía permitir dar lecciones. Como la democracia es un sistema crítico en su esencia, siempre que uno llega al Gobierno lo hace enmendando al anterior. Quizá recuerden a ese Sánchez, menos flaco que ahora, en realidad no ha pasado tanto tiempo.
Era el que desbancó a Mariano Rajoy por la corrupción, el que creó el Gobierno "más feminista de la democracia española", con tantas mujeres en puestos de responsabilidad que incluso algunos desempolvaron sus apuntes de lengua para ver si cabía que se llamase Consejo de Ministras. Había entonces un PSOE que salía a la calle, que podía hacerlo, y que daba la batalla ideológica a la otra izquierda, mirándola de tú a tú, en asuntos como la abolición de la prostitución, la Ley Trans o la del sólo sí es sí.
Ahora, ese Sánchez y ese PSOE son como un amor de la infancia, ha pasado tanto entremedias que no aciertas a recordar si se sentaba en el pupitre a tu izquierda o a tu derecha. O, peor, te lo encuentras en el súper y descubres que en realidad no era para tanto. Ya no dan lecciones, no pueden, ahora las reciben. "El feminismo nos da lecciones a todos", ha constatado Sánchez este miércoles en el Congreso. "Las lecciones de feminismo se las debieron de dar en los prostíbulos", le ha espetado Alberto Núñez Feijóo. La verdad es que se la había dejado botando en el área.
La de este miércoles ha sido la última sesión de control al Gobierno de este 2025, un annus horribilis para Sánchez, sin duda, especialmente en su segunda parte. Del verano a ahora, le han entrado dos estrechos colaboradores (Santos Cerdán y José Luis Ábalos) en prisión y le han saltado denuncias de acoso sexual a otro (Paco Salazar). Con este último, una vez apartado del cargo, siguieron contando con él como asesor y la portavoz, Pilar Alegría, se permitió quedar a comer porque hacía mucho que no se veían.
"Ellos tres le llevaron a Moncloa, ellos tres le llevaron a la secretaría general del PSOE. Ábalos, Cerdán y Paco Salazar. Corrupción, prostitución y acoso sexual", ha dicho gráficamente Ester Muñoz, tan gráficamente que estaba sujetando una fotografía de los tres juntos. Los errores que el Gobierno ha cometido, uno tras otro, han dado una munición valiosa a la oposición. Tanto, que ya permite usar la corrupción, la prostitución y el acoso sexual como una suerte de Santísima Trinidad del Gobierno, la sustancia que define su naturaleza.
Ahí va otra de Muñoz: "El machismo y el acoso sexual son estructurales en su partido y en su Gobierno". Otra, esta vez de Jaime de Olano: "Su Gobierno es el lugar más peligroso para ser mujer". O de Santiago Abascal: "Las mujeres están en peligro con ustedes en el Gobierno".
Con tanta munición, apenas se ha notado que Feijóo se ha vuelto a trabar. (Consejo para sus asesores: se pierde en los juegos de palabras, dejen de obligarle a hacerlos) Y de poco han servido los argumentos del Gobierno, que han consistido, básicamente, en esgrimir una idea muy peregrina: esto les pasa a ellos porque tienen los listones muy altos. Es como un forro reversible, vale para la corrupción o para el acoso. "Las mujeres no esperan nada del PP y de Vox, pero sí esperan mucho del PSOE", ha dicho Félix Bolaños. Bueno, pues si él se lo cree, bien por él.