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LeBron James cumple 41 años adentrádose en territorio desconocido

Los Lakers han disputado 30 partidos, son cuartos en la Conferencia Oeste (20/10) y LeBron James sólo ha jugado catorce de los treinta encuentros. Una lesión en el nervio ciático derecho le apartó el primer mes de competición. Desde entonces juega menos que nunca (33:20), anota menos que nunca (20,2), rebotea menos que nunca (5,1) y asiste menos que nunca (6,8). Hoy cumple 41 años y pese a todos esos «menos que nunca» ningún jugador otro jugador en la historia de cualquier deporte ofrece un rendimiento similar superados los 40 años, 23 de ellos en la élite de la NBA. «A mis 40 años, mi cuerpo tarda un poco más en volver a entrar en ritmo, pero está bien volver a sentirme un poco como yo mismo», soltó después de uno de esos partidos que ningún veterano ha sido capaz de firmar.

LeBron sigue siendo un elemento valioso en un equipo desconcertante. Anotó 36 puntos en el derbi ante los Clippers, hizo 29 a los Sixers y la pasada madrugada, en la victoria ante los Kings, firmó 24 puntos, 3 rebotes y 5 asistencias. Números sobresalientes incluso para un treinteañero. El problema es que los Lakers, ya no los suyos si no los de Doncic, no terminan de carburar pese a haber firmado un par de buenas rachas de victorias, una de cinco y otra de siete triunfos. Pero es que el engranaje «laker» no funciona como debiera. «Desde que recuperamos a LeBron, no hemos estado tan organizados ofensivamente, hay demasiadas posesiones aleatorias», y no lo dice un cualquiera, lo dice el entrenador, JJ Redick, después de la dolorosa derrota en el Christmas Day ante los Rockets.

Los Lakers cayeron sorprendentemente en los cuartos de final de la Emirates NBA Cup ante unos San Antonio Spurs sin Wembanyama. Ahí se vieron las costuras que tiene el equipo y que no son pocas. Es la quinta peor defensa del Oeste, la décima más floja de la Liga, el octavo equipo que menos balones roba, el cuarto que menos tapones coloca y el banquillo menos productivo de la NBA. En este escenario, LeBron James todavía no ha abierto la boca, pero sí lo ha hecho Rich Paul, su poderoso agente. Y si habla el agente es como si lo hiciera el propio James: «No creo que los Lakers sean candidatos a ganar el anillo esta temporada. No creo que sean lo suficientemente buenos como para llegar a las finales del Oeste. Su estilo de juego es fácil de defender en playoffs». No se quedó ahí. También mandó un mensaje a JJ Redick según el cual LeBron debería jugar más por dentro y Austin Reaves –un mes de baja para una pieza vital del equipo, tanto o más que el propio LeBron– tendría que salir del banquillo.

En Estados Unidos se acusa a los Lakers de falta de físico, velocidad y músculo para poder crecer desde la defensa, pero claro... un quinteto con Doncic y Reaves en el perímetro no va a ser el Muro de Berlín. Y si lo completa un jugador de 41 años y dos interiores como Hachimura y DeAndre Ayton, que nunca han sido un prodigio atrás, pedir más defensa suena a quimera. En Los Ángeles hay quien sueña con que la franquicia pegue un pelotazo antes del cierre del mercado el 5 de febrero. Algo así como la salida de Reaves, algún elemento más y varias elecciones del «draft» a cambio de, pongamos, Giannis Antetokounmpo.

La realidad es que en una Conferencia Oeste salvaje, con Thunder, Spurs y Nuggets por delante, los Lakers no están ni mucho menos descartados. El empeño de LeBron de buscar el quinto anillo sigue vivo. Su agente ha confirmado que esta temporada la pasara entera en L. A. y luego ya veremos. Ahora, sin ser el jugador franquicia, sigue siendo el mejor pagado del equipo con casi 45 millones de euros, seis «kilos» más que Luka Doncic.

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