Hace mucho tiempo que sabemos que el lenguaje que empleamos no solo refleja nuestros pensamientos, sino que también los influye. Es un efecto bidireccional que se produce, además, a dos niveles distintos. Nos influye en cómo pensamos, individualmente, pero también nos influye a nivel social, en cómo construimos las teorías, ideologías y visiones que nos guían como sociedad. Cuando usamos expresiones como “humanos y animales”, estamos dejando a los seres humanos fuera del reino animal, y no precisamente en un estrato inferior a este.