Un día en el juzgado
León Armisén Martínez era, se decía, un juez implacable y severo. No faltó, sin embargo, quien le tuviera como un magistrado recto y justiciero, y de un historial inmaculado. Fue juez de primera instancia y durante 10 años juez correccional de la sección cuarta, con sede en Calzada del Cerro número 1812, en La Habana.
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