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El hijo de Negreira aprovechaba los traslados al Camp Nou con los árbitros para ofrecerles sus servicios

El colegiado Santiago Jaime Latre, árbitro asistente de vídeo (VAR), declaró a la Guardia Civil en el marco del "caso Negreira" -en el que se investiga el pago de más de siete millones de euros por parte del FC Barcelona durante casi veinte años al entonces vicepresidente de los árbitros- que el hijo de José María Enríquez Negreira solía acompañar a los árbitros al Camp Nou cuando arbitraban al club azulgrana, un desplazamiento para el que solía utilizar "coches de lujo" y que aprovechaba para "ofrecer sus servicios" de "coaching" a los colegiados.

Así lo aseguró en su declaración del pasado 27 de julio -en el marco de la ronda de comparecencias de distintos árbitros ante los agentes para aclarar los vínculos de Negreira y su hijo con el Barça y su capacidad de influencia en el estamento arbitral-. "En los partidos que lo acompañaba al FCB aprovechaba para ofrecerle esos servicios e incluso el análisis del primer partido se lo ofreció gratis, para que conociese cómo trabajaba", contó el colegiado aragonés, que pitó en Primera entre 2014 y 2022, cuando fue adscrito al VAR.

Según explicó a la Guardia Civil, llegó a arbitrar siete veces al club azulgrana -imputado en la causa como persona jurídicas, al igual que Joan Laporta, y los expresidentes Josep Maria Bartomeu y Sandro Rosell- entre 2015 y 2018, en la última etapa de Enríquez Negreira como número dos de los árbitros. En algunas ocasiones, "quizá dos o tres", se desplazó al Camp Nou acompañado por su hijo, a quien llegó a contratar, aunque le pagaba en efectivo, sin contrato ni factura.

Le llamaba la mañana del partido, recordó, para decirle "que se acercaba al hotel, tomaba un café y le llevaba al campo". Para el colegiado, según admitió, era complicado rechazar el ofrecimiento, aunque en otras circunstancias él solía ir al campo por sus propios medios o con el delegado. "No era posible declinar esa oferta porque se trataba del hijo del jefe". Su caso no era una excepción. a Jaime Latre le consta que a "la mayoría" de compañeros designados para arbitrar al FC Barcelona "u otro club catalán" los acompañaba, "salvo que alguno dijese que no".

Al llegar a vestuarios "le perdía el rastro"

Tal y como consta en la declaración judicial, "le llevó en esos años, cree que en dos coches de lujo, sonándole que se trataba del Mercedes Coupé GLE oscuro" (cuyo precio no baja de los 100.000 euros), coches "que llamaban la atención".

En su opinión, Javier Enríquez se brindaba a acompañar al equipo arbitral "porque era una forma de acceder al estadio y poder entrar en contacto con futbolistas u otros posibles clientes". Juntos accedían hasta los vestuarios "y una vez allí le perdía el rastro". En alguna ocasión, rememoró, le llegó a pedir "acceder al césped en la revisión de hora y media anterior al partido", pero no se lo permitió.

Pero según insistió a los agentes "eso no influyo en su carrera deportiva, porque ya llevaba tres años en Primera". A la Guardia Civil le explicó que conoció a Javier Enríquez porque daba clases en el Comité Técnico de Árbitros (CTA) dando sesiones de coach. Las actividades le gustaban, dijo, porque "era algo diferente a lo que se hacía normalmente", aunque al igual que otros árbitros que han declarado como testigos en la causa, admitió que a los dirigentes más veteranos "no les gustaba".

En efectivo y sin contrato ni factura

El colegiado aragonés sabía que otros árbitros también le habían contratado y él mismo, recordó, "le había ofrecido sus servicios en diversas ocasiones". Hasta que uno de sus asistentes, el catalán José María Carrera García, se lo recomendó, aclarándole que le pagaba en efectivo.

Finalmente, se decidió a contrató al hijo de Enríquez Negreira. Las sesiones que le impartió "le resultaron de utilidad" (la Guardia Civil constató siete transferencias de 200 euros cada una, aunque él pensaba "que eran menos"). Las clases se impartían por videoconferencia y le pagaba mediante transferencia, pese a que Javier Enríquez le comentó que mucha gente, "quizá para aparentar que disponía de muchos clientes", le pagaba en efectivo. No suscribieron ningún contrato y "por esos servicios no emitió ninguna factura", relató Jaime Latre.

Respecto a Enríquez Negreira, manifestó que "era una persona muy reservada" que "no solía hablar en público ni dar muchas explicaciones". Y como relataron otros compañeros de profesión, explicó que era él quien firmaba las actas de ascenso y descenso de categoría y dijo desconocer que el número dos de los árbitros o su hijo trabajasen para el Barça.

Preguntado por los agentes por los posibles motivos del club blaugrana para contratar al clan Negreira, aseguró que supone sería "para que arbitralmente no les perjudicasen", aunque no cree que de esta forma se pudiese influir en la competición ni en la proyección profesional del estamento arbitral.

En cuanto a los informes elaborados por Javier Enríquez para el Barça dijo que tenían "criterio arbitral" por lo que "si el cuerpo técnico del FC Barcelona los usase podrían resultarles útiles". Tras estallar el escándalo, a él, como a otros árbitros, Javier Enríquez le mandó un WhatsApp mostrándose como una "víctima", pero no le contestó.

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