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Fernando Suárez: "Hacer al Rey firmar la amnistía es una deslealtad"

Nos citó en su casa. No siempre tiene uno la posibilidad de visitar el domicilio de un personaje que es la historia viva de nuestro país. Fernando Suárez fue procurador en Cortes por el tercio familiar en representación de León, su provincia natal, de 1967 a 1971. Luego fue vicepresidente del Gobierno y ministro de Trabajo, su especialidad, en el gabinete presidido por Carlos Arias Navarro entre marzo y diciembre de 1975. De hecho, es catedrático de Derecho del Trabajo y tiene un manual universitario todavía utilizado. También es memorable su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, titulado “La huelga. Un debate secular” (2007). Y es que Suárez conoce bien la historia de España. Por ahí empiezo a preguntar. Sé que le desagrada la politización del pasado que procura la ley de memoria . Lo ha escrito en su libro y en varias tribunas, y dicho a quien ha querido escuchar. La España que se cuenta no fue exactamente la que ocurrió.

Entrevista a Fernando Suarez por su nuevo libro. David Jar David Jar PHOTOGRAPHERS

“¿Los españoles lloraron la muerte de Franco?”, suelto. “Muchos sí -contesta-. Una gran mayoría sintió su muerte porque habían vivido tranquilos, sin problemas. La dictadura fue muy fuerte para los políticos y periodistas, pero para los ciudadanos no, no sentían el látigo del poder. La mayor parte de la gente estaba con Franco”. Al hilo le cuento que, aunque yo era un niño muy pequeño, recuerdo la imagen en la tele de las colas de gente para ver el féretro, lo que no quita que existiera también un rechazo. “Bueno, no hubiera durado 40 años con una oposición seria”, me dice aludiendo al antifranquismo de esos años.

Muerto Franco la cosa cambió, y la reforma fue una necesidad en buena medida deseada por una parte del régimen, como era el caso de Manuel Fraga. Fernando Suárez hizo su carrera política en democracia junto al gallego. En el libro queda clara la admiración y el respeto al fundador de Alianza Popular, partido en el que militó Suárez, origen del actual PP. Por cierto, el centenario del nacimiento de Fraga, en noviembre de 2022, quizá no tuvo la dimensión que merecía a pesar de que Aznar y Feijóo han reconocido su legado y su espíritu de concordia en la Transición.

[[QUOTE:PULL|||"Estoy convencido de que mis nietos morirán en una España de una sola nación"|||Fernando Suárez]]

Fernando Suárez tuvo un papel muy destacado en ese periodo, junto a Fraga, justamente en la elaboración de la Ley de Reforma Política de 1976 que supuso el fin del franquismo y el inicio de la democracia. “Las Cortes franquistas se sacrificaron en un acto de generosidad impresionante que hoy se debería repetir”, dice. Sin ese paso desde las entrañas del régimen no hubiera sido posible el cambio en paz. Eso lo hizo posible, junto a la Reforma Política y la ley de amnistía. “¿Tiene algo que ver la amnistía de 1977 con la que pretenden Sánchez y Puigdemont?”, pregunto. “No tiene nada que ver. La de 1977 fue pedida por los que tenían antecedentes penales de delitos que dejaban de serlo para recuperar las libertades. Ahora se trata de ayudar a un delincuente. Esta amnistía de Sánchez contradice las palabras de Felipe VI en su discurso del 3 de octubre de 2017. Su Majestad dijo que los separatistas catalanes se habían colocado fuera de la ley y de la democracia. La amnistía es decir que aquí no ha pasado nada. Por eso, hacer que el Rey firme la amnistía es una deslealtad muy grave”.

Esta disonancia muestra que la situación política es muy mala. “España estaba más reconciliada en 1975 que ahora”, apunta Suárez. La crisis y el desconcierto son grandes. El país “tiene problemas gravísimos, cuya solución solo pasa -dice- por un gran acuerdo entre el PSOE y el PP. Todo lo demás es estéril. Si Sánchez y Feijóo no llegan a acuerdos habrá que quitar a los dos. Necesitamos políticos que estén a la altura de las circunstancias, como en la Transición. “¿Se ha mitificado ese periodo?”, le digo. “No. La Transición es el cambio histórico de una dictadura a una democracia a través de la ley. Por su espíritu y resultado la Transición está en plena forma. Hizo una Constitución que perdura”, contesta Suárez, aunque cuando pregunto si hay cosas que cambiaría del texto de 1978 responde: “Muchas. Los dos grandes errores son el artículo 2 que establece las nacionalidades, y la disposición transitoria cuarta que permite la anexión de Navarra por el País Vasco”.

Entrevista a Fernando Suarez por su nuevo libro. David Jar David Jar PHOTOGRAPHERS

Es el momento de preguntar por la unidad del país y el cuestionamiento de la nación española. “El Tribunal Constitucional tiene que garantizar que España es una nación y que no se divide”, sentencia un esperanzando Fernando Suárez. “Además -dice- la Constitución garantiza que las Fuerzas Armadas mantendrán la unidad del país”. La idea está clara, y remata: “Estoy convencido de que mis nietos morirán en una España como la de hoy, con una única nación. No se puede consentir otra cosa”. Una cosa parecida ocurre con el rey Juan Carlos. “Tiene que volver -alega Suárez-. Juan Carlos fue decisivo, aceptó ser sucesor a título de rey de un régimen autoritario. Tenía la preocupación de las leyes que le obligaban. Torcuato Fernández Miranda le explicó el camino. Juan Carlos quería ser el rey de todos, de un país moderno y democrático”. En buena medida lo consiguió, porque “todo el mundo tiene plena libertad gracias a una Constitución consensuada y un Rey que la defendió brillantemente el 23-F”.

[[QUOTE:PULL|||"España tiene una deuda con Don Juan Carlos que no puede olvidar. Fue ejemplar en lo institucional"|||Fernando Suárez]]

Tras una pausa, Suárez toma aire y me dice: “España tiene una deuda con el rey Juan Carlos que no puede olvidar. Una cosa son sus debilidades privadas, y otra el papel institucional, que fue ejemplar y lo sigue siendo”. La gente se ha olvidado de eso, digo. “Es que los jóvenes no saben la historia de España, y se ataca al rey Juan Carlos porque es el heredero de Franco. Ese es el resultado de la ley de memoria democrática”. Un buen grupo de historiadores, le recuerdo, recela de dicha norma aprobada por el PSOE y sus aliados. “Normal. El objetivo de la ley de memoria democrática es decir que la historia del PSOE es impecable. Esa ley quiere que la historia empiece el 18 de julio, a pesar de que los meses anteriores fueron días invivibles. Fue un desastre. Imagine que hoy los escoltas de un ministro asesinaran a uno de los jefes de la oposición, que entonces era Calvo Sotelo”. Pues se idealiza la Segunda República, le cuento. “Al mes de proclamarla, Ortega, Marañón y Pérez de Ayala ya decían ‘no es esto, no es esto’. La gente creía que la República era que cada uno podía hacer lo que le diera la gana”.

A todo esto, el partido de la derecha tendrá algo que decir. Es aquí donde Fernando Suárez tuerce el gesto. “El PP tiene que asumir la historia de las derechas españolas, desde Maura y Dato hasta las políticas sociales del franquismo. El PP debería aceptar que es heredera de la derecha histórica, incluso de Franco, cuya dictadura no fue un capricho, sino que lo hicieron necesaria las izquierdas. La legislación social es obra de la derecha desde Eduardo Dato, y se fortaleció durante el régimen de Franco. Felipe González no inventó la Seguridad Social”. Le apunto ahí que veo alguna dificultad en que el PP asuma, como dice, esas referencias históricas. “No veo ningún problema. Los dirigentes actuales del PP no tienen nada que ver con la dictadura de Franco, pero son herederos de la historia de la derecha. Deberían decir a la izquierda que el PP asume ese pasado con sus inconvenientes, y que el PSOE es el heredero de aquel Pablo Iglesias que amenazó de muerte a Maura y de la izquierda revolucionaria de 1934”. La historia es así, dice, a calzón quitado, apostillo.

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La censura de estos tiempos

La obra de Fernando Suárez, “Testigo presencial”, solo ha podido ver la luz en una editorial modesta como “Real del Catorce Editores”. No es que el autor sea precisamente un desconocido en el mundo de las letras y nadie quisiera arriesgarse con él. Su anterior ensayo fue “Melquiades Álvarez. El drama del reformismo español” (Marcial Pons, 2014), en el que utiliza al personaje histórico para explicar las dificultades de la democratización moderada en España y el papel de las élites en ese proceso. No obstante, este libro con sus recuerdos y análisis del periodo vivido se ha dado de lleno con la Ley de Memoria Democrática, aprobada en 2022.

El problema no ha sido que sus opiniones y datos respecto al régimen de Franco vulneren alguno de los preceptos de la norma que aprobó el PSOE con Bildu, la extrema izquierda y otros nacionalistas, sino porque se pudiera entender que lo hacía. Algunas editoriales pusieron pegas, ejerciendo la legítima y típica autocensura, porque Fernando Suárez recalca en su obra los avances económicos, sociales y educativos durante la dictadura de Franco. A tenor de este ejemplo práctico no parece que la libertad de expresión goce de mejor salud hoy que en la Transición o en las décadas posteriores. La consecuencia de la censura es que no deja margen al debate.

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