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La baronesa Thyssen se convierte en la nueva estrella del universo Netflix

Las modas pasan, dicen. Pero durante el tiempo que están en boga no queda otra que colgarse el cartel de «outsider» o sumarse a ellas. Aprovecharlas, exprimirlas, en un paso que suele ser más cómodo para todos y, si uno tiene determinada posición, amasar bien de jurdós. Las modas, al final, son dinero; y en esas, hoy (que no mañana), lo «chic» es hacerse «influencer»... e influir. Esto es como el trabalenguas del compadre: «¡Compadre, cómpreme un coco! ¡Compadre, coco no compro!, porque el que poco coco come, poco coco compra y como yo poco coco como, poco coco compro!». Porque en 2024 se puede ser «influencer» y quedarse en el intento, y así, malamente uno se va a ganar el pan (o las zapatillas roídas de mil euros).

Hace no demasiado que lo «último» era sacar un libro (da igual de qué) para decir «aquí estoy yo, soy importante y tienes que escuchar el secreto de mi éxito»; también dio fuerte por las colonias, cuantas más mejor, pero era indispensable que en cada fragancia apareciera bien grande la cara del famoso/a de turno. Si tenías libro o colonias estabas en la cresta, y si tenías ambas cosas ya paseabas por encima del bien y del mal.

Pues todo eso ya suena a otra época, «vintage»: lo que se estila a primeros de febrero es sacar tu propia docuserie. Si no cuentas con tu pequeño espacio en las plataformas, lo siento, no eres nadie. Lo petó Georgina (Rodríguez) como «madre, “influencer”, empresaria y pareja de Cristiano Ronaldo», por supuesto, que era como se presentaba. Pero detrás de esa sinopsis había más tomate, nos juraba por Snoopy que era mucho mejor ir en Lamborghini o en yate que en transporte público; y que vender por 10.000 pavos una mesa para el sofá no es un mal precio. Si quieren/pueden comprobarlo, adelante, y si no, solo tienen que confiar en ella. Palabra de Georgina.

Salió tan bien la cosa, que la moda llegó para quedarse, al menos, un tiempo, por lo menos, hasta que conozcamos gran parte de sus vergüenzas. La Pombo y la Falcó (Tamara), como no, no dudaron en sumarse a la carrera de contar las bondades de una vida de lujo e inalcanzable para el 95% de los mortales. Y volvieron a triunfar.

Así que como parece que esto está muy vivo, acaba de llegar al mundillo una mujer que ya influía cuando las tres citadas no eran ni proyecto, doña Tita Cervera, la baronesa Thyssen. Netflix destapaba el pastel: «Cuando alguien tiene una vida única, inigualable y casi inverosímil en muchos momentos, se suele decir que tiene una vida de película, pero eso va a cambiar y si lo hacemos bien se dirá a partir de ahora es que tiene una vida de serie documental. ¡Mejor que nadie lo cuenta ella!».

Y claro, el Mata Mua pasa a un segundo plano cuando Tita abre la boca. «Es el momento de contar mi vida desde el principio, que es como lo vamos a hacer y Netflix es lo más importante que hay en el mundo audiovisual, así que me siento muy orgullosa de que hayáis pensado en mí y yo lo voy a hacer con muchísima ilusión», asegura la protagonista.

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