Por primera vez una nacionalista católica del Sinn Fein encabeza el gobierno de Irlanda del Norte
Cuando en 1998 el Acuerdo de Viernes Santo selló la ansiada paz entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte tras tres décadas de sangriento conflicto, una joven de 21 años llamada Michelle O'Neill, cuyo padre cumplió prisión por pertenecer al IRA, decidió unirse a las filas del Sinn Fein. Nada hacía prever que el entonces brazo político del grupo terrorista pudiera llegar al puesto más alto en la Asamblea de Stormont. Pero O'Neill hizo este sábado historia al convertirse en la primera mujer católica, nacionalista y republicana en liderar el Gobierno de coalición de la provincia británica.
“Marcamos un momento de igualdad y progreso, una nueva oportunidad para trabajar y crecer juntos, confío en que, vengamos de donde vengamos y cualesquiera que sean nuestras aspiraciones, podemos y debemos construir nuestro futuro juntos. Debemos hacer que el gobierno de coalición funcione porque, colectivamente, estamos encargados de liderar y cumplir con toda nuestra gente, para todas las comunidades”, recalcó durante la sesión extraordinaria celebrada en la Asamblea de Belfast.
O'Neill evitó un discurso triunfalista y no hizo ninguna mención explícita a la reunificación de la isla de Irlanda, el que siempre ha sido objetivo del Sinn Fein, prefiriendo centrarse en la reconciliación y en los problemas que afronta la región, como la crisis sanitaria.
No obstante, la presidenta del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, recalcaba esta semana que la reunificación de Irlanda “está a nuestro alcance” y a los republicanos se les pone ahora más atención que nunca porque no solo han hecho historia en Irlanda del Norte, sino que lideran también las encuestas para las elecciones generales previstas en 2025 en la República de Irlanda, donde ya irrumpieron con fuerza en 2020 acabando con el bipartidismo que había dominado durante el último siglo.
El Sinn Fein consiguió una victoria sin precedentes en las elecciones de Irlanda del Norte de mayo de 2022. El Acuerdo de Viernes Santo obliga a católicos y protestantes a gobernar en coalición. Pero los unionistas del DUP se negaban a tomar sus puestos en protesta por los controles que hay que aplicar tras un Brexit que ha dejado a la provincia británica con un estatus diferente al del resto del Reino Unido.
Fin del bloqueo
El pacto cerrado el pasado miércoles entre los unionistas y el Gobierno central de Rishi Sunak ha hecho posible poner fin a dos años de parálisis política y nombrar a O'Neill como ministra principal. A efectos prácticos, tendrá los mismos poderes que la vice ministra principal -Emma Little-Pengelly, del DUP-. No obstante, es un nombramiento tremendamente simbólico.
El líder del DUP, Jeffrey Donaldson, aseguró ayer que ha sido un “proceso difícil”, pero destacó que han logrado todo lo que se proponían para asegurar el libre tránsito de mercancías entre la región y Gran Bretaña así como la posición constitucional de Irlanda del Norte dentro del Reino Unido. “Hemos logrado cambios que mucha gente dijo que no eran posibles y creo que es un buen día para Irlanda del Norte”, subrayó.
En realidad, el nuevo pacto del DUP con el Gobierno central no se diferencia mucho del 'Marco Windsor' sellado el año pasado entre Londres y Bruselas para reducir considerablemente los chequeos. La “vía verde” para los productos exentos de controles se llama ahora “vía del mercado interno del Reino Unido”. Pero en política es todo cuestión de matices y el DUP considera que ahora sí se dan las garantías necesarias.
El ala dura del DUP acusa a su líder de traición. Pero Donaldson cada vez tenía más presión para formar Gobierno. La reciente huelga sin precedentes por parte de 150.000 trabajadores del sector público cerró escuelas y paralizó el transporte público. El servicio de salud se encuentra en peor estado que en cualquier otro lugar de Reino Unido. La falta de gobierno ha excluido a Irlanda del Norte de fondos a los que el resto del Reino Unido ha tenido acceso y muchos trabajadores del sector público se han perdido los aumentos salariales concedidos en otros lugares. Belfast recibirá ahora 3.300 millones de libras adicionales de Westminster.
Mayoría católica
El triunfo histórico del Sinn Fein se une además a otro hecho sin precedentes. En el último censo de 2022, los católicos superaron por primera vez a los protestantes (45,7% frente al 43,5%), algo impensable en 1921 cuando se dividió la isla de irlanda tras la sublevación nacionalista irlandesa y los seis condados del norte, con clara mayoría protestante, quedaron como provincia del Reino Unido.
No obstante, la proporción de la población que se describe ahora a sí misma como ni protestante ni católica ha ido en aumento. En 1991, sólo el 3,7% dijo no tener religión. Ahora es el 17,4%.
La mayoría de las encuestas sugieren que alrededor de un tercio del electorado está actualmente a favor de la unidad de la isla, aunque el número ha aumentado en los últimos años. Esto se debe en parte a una generación más joven de personas cuya identidad política no está tan fuertemente ligada a su religión.
En la República de Irlanda, la clave de la popularidad del Sinn Fein tampoco radica en su promesa de un plebiscito, sino en su discurso izquierdista y populista con promesas de millones de euros en pagas de ayudas sociales, viviendas asequibles e impuestos "justos" con aumentos para las personas con mayores ingresos. En definitiva, se ha convertido con éxito en la formación del voto protesta que cuenta, sobre todo, con el apoyo de los más jóvenes, los mismos que ven los vínculos de los inicios de la formación con los terroristas del IRA como algo ya del pasado.
Brexit
La frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte -la única terrestre que existe ahora entre el Reino Unido y el bloque, junto con Gibraltar- siempre fue el principal desafío de las arduas e interminables negociaciones del Brexit. Por una parte, había que respetar el Acuerdo de Viernes Santo que determina que no puede haber frontera dura en la isla. Pero por otra, había que proteger al mercado único y evitar que los productos que llegaran a Irlanda del Norte procedentes de Gran Bretaña no entraran en la República de Irlanda (miembro de la UE).
Finalmente, la provincia británica ha quedado vinculada a la normativa británica, pero bajo la órbita de la normativa comunitaria, lo que le otorga un acceso apenas restringido tanto al Reino Unido como a la UE. Utilizada bien, es una excepcionalidad que puede salir muy rentable. Pero para ello, los políticos deben anteponer la estabilidad ante los intereses partidistas.