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España - Brasil (3-3). Lamine y Endrick roban el partido a Vinicius

España recuperó la memoria y el fútbol para cerrar la preparación para la Eurocopa con un buen recuerdo. Aunque la victoria se le escapara en el añadido por un penalti de Carvajal que marcó Paquetá. Necesitaba la Roja mejorar su imagen después de la derrota contra Colombia y lo hizo. Por eso Luis de la Fuente decidió jugar con los hombres, nombres, de toda la vida. Los que llevan la etiqueta de titular marcada en la frente. Como Rodri, que regresó a la concentración después de enterrar a su abuelo. Morata le cedió el brazalete de capitán como muestra de cariño y el lanzamiento de penalti que puso a España por delante. Rodri levantó sus dedos al cielo para dedicárselo a su abuelo fallecido.

Así empezó el partido para él y así lo cerró. Con dos goles desde los once metros y una sonrisa para el recuerdo. Rodri miraba al cielo y Lamine Yamal miraba al suelo después del piscinazo que generó el primer gol de España. Una jugada genial que se inventó por la banda derecha en la que demostró su clase y su habilidad y que acabó en una caída forzada en el área aprovechando que no estaba el VAR para vigilar. Marcó Rodri y todos se fueron a arroparle. Igual que en el final del partido, cuando marcó su segundo gol desde los once metros.

Era el partido de Vinicius y acabó siendo un homenaje para Rodri, aunque el protagonismo se lo llevaron dos adolescentes, Lamine Yamal y Endrick. Lamine sólo tiene 16 años, pero no le cuesta echarse el ataque del equipo a la espalda. Lo hace en el Barcelona y también en la selección. El segundo penalti, el que parecía ya el del triunfo de España, también nació de un pase suyo a Carvajal.

Endrick tardó más en aparecer. Tiene sólo un año más que Lamine, pero tiene cuerpo de llevar dos vidas luchando contra defensas con bigote. Un delantero compacto que a los cinco minutos de estar en el campo ya había marcado. Era el segundo de su selección, el del primer empate, y también el segundo suyo con su selección en cuatro partidos.

El Bernabéu lo celebró como si fuera su primer gol con el Real Madrid. Ya lo sienten uno de los suyos, aunque se enfrentara a su selección. Endrick se llevó el cariño que le faltó a Morata. El «7» de España fue despedido con pitos al ser sustituido por Oyarzabal; Endrick, recibió sus primeros aplausos nada más pisar el césped, cuando el partido regresó del descanso, y antes de que su nombre se anunciara por megafonía.

Demostró que lleva el gol en las piernas y también que no tiene miedo y que tiene sangre caliente. Vio la amarilla por una patada a Cucurella. Una patada que el brasileño rumiaba desde un empujó anterior del lateral español. «Se la debía», pareció pensar. Y Cucurella se quedó la patada y él la tarjeta amarlla.

Pero había más cosas en el partido. Un buen gol de Dani Olmo, que exploró una posición nueva en la selección, la de mediapunta en esa línea de tres por detrás del delantero que De la Fuente ha ensayado en estos dos amistosos. Olmo es uno de sus chicos, uno de esos jugadores que lo acompañan desde la sub’21. Juntos ya fueron campeones de Europa y juntos tienen la ilusión de volver a serlo.

Nico Williams completaba esa línea de tres con Olmo y con Yamal. El extremo del Athletic es una buena noticia para España. Siempre tiene buenas ideas con la pelota. Ideas que buscan siempre la portería o que marcan el camino para que sus compañeros lleguen a ella.

Por delante España funcionaba. En el fondo, aparecieron dudas desacostumbradas. Dudas que llegaron a los pies de Unai Simón, que regaló a Rodrygo el primer gol de los brasileños cuando parecía que el partido pertenecía a España. Lo que volvió a parecer cuando Rodri marcó su segundo gol de penalti.

No contaba entonces España con que otro penalti, el que marcó Paquetá acabaría poniendo dos treses en el marcador.

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