Bildu atisba un gobierno con el PSE si gana al PNV el 21A
El PNV no se fía de Pedro Sánchez. Y Bildu tampoco se cree el mensaje oficial del candidato socialista, Eneko Andueza, de que jamás su partido trasladará a Euskadi el modelo de Navarra, donde socialistas y Bildu se han hecho un intercambio de cromos entre el Gobierno de la comunidad foral y la Alcaldía de Pamplona. Todo es un juego de trileros en una campaña que comienza oficialmente el viernes, y para la que la izquierda abertzale ya está plenamente movilizada con actos en los que se ven más banderas que nunca de Navarra, mezcladas con las palestinas y también con las del Donbás, región al este de Ucrania, fronteriza con Rusia y en la que Moscú ha centrado su ataque en la invasión ucraniana.
La política de los últimos años, y sobre todo la que está dominada por el factor imprevisible de Pedro Sánchez, ha hecho saltar por los aires todos los patrones. Y aunque las elecciones en Euskadi se afrontan desde ese mantra que da por hecho que habrá continuidad de un gobierno PNV-PSE, la realidad es que los protagonistas de los acuerdos no se muestran tan confiados en privado sobre cuál puede ser la realidad que salga de las urnas.
No hay clima de campaña, los votantes están desmovilizados y esto juega en contra del PNV, que apuesta fuerte a la estabilidad de sus siglas y a previsibilidad de su programa político y económico. Todo el entramado de Bildu sí está muy movilizado, y esto es un factor contra el que tendrán que luchar los peneuvistas en la campaña. Pero además en las filas del PNV se malician que Pedro Sánchez puede tener la tentación de acabar sellando un acuerdo con Bildu en cuanto los resultados le ofrezcan la más mínima posibilidad. Y qué decir si se diera la carambola de que Bildu adelanta en escaños al PNV.
El PSOE nacional y el PSE, éste todavía con más fuerza, lo niegan, pero no sería la primera vez que una negación rotunda es desmentida después por las decisiones que toman los socialistas una vez que se cierran las urnas. «A Bildu solo le interesan los presos etarras», otro mantra también instalado como si fuera el único principio por el que los de Arnaldo Otegi están dispuestos a vender su alma en esta contienda electoral. Pero los presos están ya todos en Euskadi. Queda alguno en Francia y aquellos que están fuera de Europa, que rondarán los 150.
El trabajo importante ya está hecho, y a los portavoces de Bildu lo que se les escucha decir en las conversaciones privadas es que su voluntad, si tienen escaños para ello, es gobernar y no dejar pasar la pantalla para la siguiente oportunidad. En campaña todo lo que tiene que ver con los posibles pactos postelectorales es tabú porque puede destrozar toda la estrategia si al electorado llega antes de tiempo el mensaje que no conviene.
A los socialistas no les conviene que circule esa idea del pacto con Bildu, a la navarra, en lo que sería una cuadratura perfecta del círculo dentro del «mapa» con el que trabajan en Moncloa. Esa alianza de izquierdas e independentistas que aísle a la derecha periférica y central y que facilite la gobernabilidad en Madrid.
Lógicamente, lo primero sería pensar que este escenario dejaría a Pedro Sánchez sin el apoyo del PNV en Madrid. Pero también para esto tienen respuesta porque por la cabeza del presidente y de su equipo siempre puede pasar la idea de que los del PNV, aunque perdiesen Ajuria Enea, tendrían que estar callados si se sigue avanzando en las transferencias con ellos negociadas, aunque ya el tanto no se lo apunten en su haber sino que vaya al haber de Otegi. Y como Vox es el «demonio», la posibilidad de una moción censura la descartan rotundamente. El candidato del PNV, Imanol Pradales, ha arrancado la campaña advirtiendo sobre lo que se esconde detrás de la operación estética de Bildu, que quien manda es Sortu-Otegi, y que hay una agenda oculta bajo las políticas sociales y progresistas.
La campaña será definitiva y no se puede dar nada por hecho. Como dice un alto cargo del PNV, «nunca se sabe lo que puede ocurrir con Sánchez. Y de su palabra siempre hay motivos para dudar». Navarra es un precedente que hace que estas dudas tengan más que razón de ser, y más si se enlaza con las elecciones catalanas y la necesidad de Sánchez de tejer alianzas con ERC, si no hay una mayoría independentista, para que desde una posición de debilidad de los republicanos estos aúpen a la Presidencia de la Generalitat a Salvador Illa. Para Sánchez la vida es más fácil con socios que sean todos ideológicamente de izquierdas, aunque independentistas, a que por medio se le crucen Junts o PNV, que tienen, por ejemplo, vetada la agenda de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
Los resultados del sondeo del CIS han sido acogidos con un gran escepticismo en Euskadi. El barómetro del socialista Tezanos augura una victoria al PNV en las elecciones vascas con un escaso margen sobre EH Bildu. El partido encabezado por Pradales lograría entre 30 y 31 escaños frente a los 28-29 de la izquierda abertzale. El PSE y el PP repetirían los resultados obtenidos, mientras que los grandes perdedores serían Sumar y Elkarrekin Podemos, que concurren por separado y que podrían quedarse fuera de la Cámara. Su voto es absorbido por Bildu. También peligra el único escaño que consiguió Bildu hace cuatro años. En el Parlamento vasco, la mayoría absoluta está en los 38 escaños, por lo que los resultados que arroja este CIS dejan abierta la opción de que la gobernabilidad continúe en manos de PNV-PSE, pero también da opción a un acuerdo Bildu-PSE. Y ya lo dicen en el PNV, «no hay que dar nada por hecho con Sánchez».