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La Turquía urbana se rebela contra Erdogan

Lo venían advirtiendo las encuestas –la victoria de Erdogan en segunda vuelta hace diez meses contra los sondeos aconsejaba prudencia esta vez– y los pronósticos se cumplieron: la Turquía urbana dio una victoria nítida a la oposición socialdemócrata representada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP) frente a la formación islamista del presidente turco, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en las elecciones municipales del domingo.

En voto popular a escala nacional, fue la primera victoria de los kemalistas, con el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, a la cabeza, en unas elecciones –locales o generales– desde 1977 y también la primera derrota del partido de Recep Tayyip Erdogan desde su fundación en 2001. El propio mandatario, que revalidó su triunfo hace apenas diez meses, habló en la madrugada del lunes de «punto de inflexión» para su formación tras reconocer la derrota.

«Para Erdogan, que ha tenido un pasado político muy exitoso, es el resultado más negativo que ha tenido que afrontar nunca», aseguraba ayer en el diario digital «Al Monitor» el experto en política turca del «think tank» Carnegie Endowment for International Peace Sinan Ulgen.

En porcentaje global de votos, el CHP, que se presentaba en solitario en estos comicios a diferencia de hace cinco años, ganó con un 37,76% de los sufragios frente al 35,48% obtenido por el AKP. Los conservadores pasaron de 20,5 millones de votantes a 16,3 este domingo.

En consecuencia, el mapa de Anatolia vio este domingo crecer el número de demarcaciones de color rojo, sobre todo en el oeste y las zonas costeras. Los islamistas conservan parte de sus feudos del interior y la formación prokurda DEM (Partido por la Igualdad y la Democracia de los Pueblos de Turquía) se impuso –con un 5,70% del total nacional– en las provincias del sureste donde el grupo étnico es mayoritario.

Además, a los de Erdogan les ha nacido y con fuerza un partido a su derecha, el Partido del Nuevo Bienestar (YRP), que, tras una campaña en la que el AKP fue blanco de sus críticas, se hizo con un nada desdeñable 6,19% de los votos y ganó en provincias como Sanliurfa, demarcación de predominio kurdo, o en Yozgat, en el centro del país.

Convertida en un duelo casi personal entre Imamoglu y Erdogan, la de Estambul, principal ciudad de Turquía con sus 16 millones de habitantes, fue la batalla más simbólica de cuantos se libraron el domingo. Si en 2019, el CHP se hacía con la plaza más importante del país –en alianza con dos partidos más y después de una repetición electoral– tras un cuarto de siglo de gobiernos islamistas –el propio Erdogan fue alcalde de su ciudad natal desde 1994 a 1998–, el domingo el candidato socialdemócrata se impuso al del AKP por más de once puntos y medio. Se trata de la mayor diferencia de voto desde hace cuatro décadas. Con el resultado, Imamoglu gana enteros para convertirse en candidato de su formación en las presidenciales de 2028: tendrá el reto por delante de unificar una oposición dividida.

Además de Estambul, el CHP se hizo también con las alcaldías de Ankara, la capital, Esmirna, Bursa y Antalya, respectivamente tercera, cuarta y quinta ciudades en población. En Ankara, el triunfo del CHP fue aún más aplastante, al obtener el 60,38% de los sufragios frente al 31,69% del AKP.

Menos de un año después de su victoria en la segunda vuelta de las presidenciales, los electores turcos enviaron el domingo pasado un voto de castigo a Erdogan y las políticas de su Gobierno. La caída de la participación respecto a los anteriores comicios –en ciertas zonas del 10%– se explica por la abstención del votante tradicional del AKP como voto de protesta.

Destaca, por ejemplo, la caída de 14 puntos en la participación en la provincia de Adiyaman, una de las más afectadas por el terremoto de febrero del año pasado y donde el CHP obtuvo el domingo 22 puntos porcentuales más que el AKP. A la cabeza de los agravios de la población turca, la maltrecha situación económica: casi un año transcurrido desde su reelección, las políticas ortodoxas puestas en práctica por Erdogan han sido incapaces de procurar alivio a las clases medias y bajas tras largos meses de inflación disparada –del 67% en los últimos registros– y con la lira turca en caída libre.

La derrota del AKP el domingo fue, en fin, una llamada al cambio de la media Turquía secular y socialdemócrata que se rebela contra más de dos décadas de gobiernos autoritarios de corte populista e islamista frente a la menguante media Turquía que permanece fiel a Erdogan. «La era de la tutela de una sola persona se ha terminado», aseguró el alcalde de Estambul en medio de las celebraciones y gritos de «Ataturk, Ataturk» –y la exhibición de banderas nacionales con la efigie del padre de la patria– en las calles de la megápolis turca.

El presidente de la formación socialdemócrata y secular, Ozgur Ozel, afirmaba, por su parte, que los votantes turcos habían apostado por la «nueva política» frente a la representada por el actual presidente, que anunció hace menos de tres semanas que los de anteayer fueron sus últimos comicios. Con un país dividido, habrán de transcurrir, con todo, cuatro años para saber si el aroma de cambio que trae consigo el resultado de las municipales se traduce en un fin de ciclo para los islamistas en las presidenciales de 2028, con o sin Erdogan en los carteles.

Histórica derrota de Erdogan

“Con independencia de los resultados, la ganadora de estas elecciones es nuestra democracia y voluntad popular. Actuaremos con el mismo sentido de la responsabilidad y no reconoceremos ningún poder por encima de la voluntad de la nación”, afirmó tras conocerse los resultados en la madrugada del lunes un Recep Tayyip Erdogan más humilde y conciliador de lo habitual. El mandatario, que lidera su país desde 2003, aseguró tras conocer los resultados de las municipales -la mayor derrota de su carrera política— que su formación “ha perdido estatura” y que se centrará en resolver los problemas de la economía turca y en la política exterior. “Si hemos cometido algún error, lo arreglaremos. Si falta algo, lo completaremos”, afirmó el líder del AKP, formación islamista y conservadora que fundó en 2001.

Diez meses después de ganar de nuevo las elecciones presidenciales, el veterano mandatario, de 70 años, había anunciado de manera sorpresiva hace menos de tres semanas que los comicios locales del domingo serán los últimos en que participe y su papel en esta campaña ha sido más discreto que en otras contiendas. Muchos dentro y fuera de sus filas dudan de la promesa de todo un superviviente político -capaz de superar las protestas masivas de 2013 y el intento de golpe de Estado de 2016— que, a buen seguro, no ha dicho su última palabra.

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