El Estado Islámico utiliza las amenazas para activar a sus "lobos solitarios"
Ya lo decía Sun Tzu en su “Arte de la guerra”, “el control de la información ha actuado como arma de destrucción masiva en innumerables ocasiones”. Es decir, no lo han inventado los yihadistas que hacen de las redes sociales un arma más de su actividad terrorista.
En los últimos días, el Estado Islámico ha lanzado una campaña de carteles en los que venía a anunciar que iba a atacar los partidos de fútbol de Champions que se celebraban en las ciudades de París, Londres y Madrid, lo que conllevó reforzar los dispositivos de seguridad ya de por sí elevados.
Lo que intentaban estos delincuentes era incitar a alguno de sus actores, “lobos” solitarios para que intentaran atentar en esas grandes concentraciones de personas, que denominan “objetivos blandos”. Por las razones que fueran, entre ellas la eficaz vigilancia policial de manera destacada, los llamados a matar prefirieron quedarse en sus casas.
Viven, según se puede comprobar en las redes yihadistas, con la obsesión de que en algún momento pueden ser detectados en las labores de ciberpatrullaje que realizan los agentes especializados de las Fuerzas de Seguridad, lo que ocurre con bastante frecuencia. Como auténticos fanáticos, que es lo que son, se preguntan unos a otros por los mejores sistemas para escapar a estas vigilancias, en una demostración de su nula inteligencia pero un acredito sentido criminal de actuación.
Lamentablemente, la historia reciente demuestra que cuando los yihadistas van a atacar no avisan, como en el caso de Al Qaeda en el 11-S en Estados Unidos o el 11-M, en Madrid. O el Estado Islámico, en los atentados masivos de Sri Lanka, París, Niza o Bruselas, entre otros.
Seguro que entre sus planes a corto o medio plazo figuran otros atentados masivos, pero mientras tratan de movilizar, con desigual éxito, a sus actores solitarios que cuentan a su favor con el factor sorpresa que supone que un individuo se eche a la calle, cuchillo en mano, para atacar al primero que se cruce en su camino.
Que una amenaza no se cumpla, como ha ocurrido ahora, no significa que la idea no haya quedado en la cabeza de muchos de esos individuos que, ni no actúan, no lo olvidemos, es gracias a a la eficacia de la actuación preventiva de las Fuerzas de Seguridad. Se habla de los atentados cometidos, pero casi nunca de los que se han logrado evitar.
La colaboración ciudadana en el caso del yihadismo es fundamental ya que este tipo de terroristas, como se ha podido comprobar, semanas antes de pasar a la acción cambios sus costumbres, se aíslan, dejan de ir a la mezquita para que no se detente su radicalización y suelen estar huraños, de mal humor. No es un patrón común, pero si alguien observa un tipo de comportamiento similar debe comunicarlo a las Fuerzas de Seguridad. Su anonimato está garantizado y, si la alerta era infundada, no ocurre nada; en caso positivo, se pueden evitar desgracias.
Volviendo al principio, las amenazas que lanzan las centrales de las bandas yihadistas deben ser tenidas en cuenta por que el enemigo está ahí y supone un peligro creciente.