Carmen Linares: «Cada vez veo más difícil hacer un concierto o poder actuar en salas»
Hay figuras en el Olimpo del flamenco de las que aún podemos disfrutar. Una de ellas es una mujer de presencia, dulzura y maestría en el cante. De ojos claros y voz profunda, que cuando canta cumplimenta y cuando habla engancha, y viceversa. Recupera «Cu4tro», espectáculo en el que rinde homenaje a sus compañeros del Olimpo –Enrique Morente, Camarón, Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía–, junto al trío de «jazz-flamenco» compuesto por Carles Benavent, Tino di Geraldo y Antonio Serrano. Un programa que ya realizaron en 2014, y que ofrecerán el 20 de junio en un concierto en Madrid, en el marco del Universal Music Festival, entre otras fechas.
¿Cómo le recibe el escenario?
Con mucho cariño y respeto. Siempre he intentado ser yo, dignificando el flamenco, que la gente sepa lo importante que es, y dar lo mejor de mí. También intento ofrecer algo nuevo, no repetirme.
¿Cómo innova?
El flamenco es muy extenso. No sacamos un disco y al año siguiente otro. Hay que reposarlo, porque cuesta mucho trabajo hacer tuyo un estilo. Son años de vida.
¿Se necesita dignificar el flamenco?
No concibo el flamenco sin darle la categoría que tiene. Es una de las mejores músicas que hay en el mundo. Morente, Paco, Camarón y Sanlúcar no necesitan en absoluto que se les dignifique. He utilizado esa palabra porque el flamenco a veces ha caído en desgracia, por circunstancias ajenas. Ha sido denostado, y gracias al compromiso de muchos artistas se ha puesto donde merece estar.
¿Qué recuerda de compartir escenas con Camarón o Morente?
Tuve la suerte de vivir esa época en la que el flamenco empezó a volar. Somos una generación muy valiente, de la que afortunadamente queda mucha gente, como Tomatito o Mercé. Fue una época de evolución necesaria, manteniendo muy presentes nuestras raíces para sostenernos.
En «Cu4tro» fusiona jazz y flamenco, dos géneros libres, de improvisación, ¿cómo casan?
Es importantísimo que entre músicos conozcan los códigos a la perfección. Yo puedo cantar una soleá con la armónica de Antonio Serrano porque él conoce ese código. Es bonito y divertido. Es una gozada que dirían ahora.
Ahora, ¿se improvisa menos? ¿La música está más pautada?
Llegar a una improvisación son años de trabajo, es una carrera. No es llegar y pegar. El flamenco es otra cosa, y cuanto antes empieces mejor, porque lo vas a asimilar mejor, ya lo tienes incorporado. Subirte al escenario también, hay que hacerlo aunque haya diez personas. A veces pienso que la juventud lo tiene más difícil, porque cuando yo era joven trabajábamos muchísimo, enlazábamos un bolo con otro, y eso ha ido bajando. Ojalá eso se retome, que la cultura vuelva a estar en primera línea.
Se puede grabar un disco con tan solo un ordenador, ¿qué opina?
Ahora es todo muy frenético. Pero también pienso que una persona joven que haga su propio disco en casa, cuando cada vez se venden menos, puede ser bueno. Lo que pasa es que es todo demasiado inmediato. Lo nuestro era una carrera más segura, más hecha.
Es usted un ejemplo de cómo el flamenco ha cuidado a la mujer.
Desde La Niña de los Peines, la mujer ha estado muy presente en el flamenco. No solo lo han creado, sino también difundido. Lo que pasa que antes no es como ahora, que sale alguien y puede tener una gran difusión en las redes sociales. Yo veo cada vez más difícil hacer un concierto, poder actuar en salas. No sé por qué.
No será por falta de público.
¡Claro! La ley de mecenazgo debería apoyar a la cultura. Hice una gira en el 73 por Estados Unidos, otra época mía muy bonita, y la mayoría de los conciertos estaban patrocinados por mecenazgo. Fíjate si nos llevan años de ventaja. No entiendo por qué aquí no existe eso. Solo se da cuando se hace una inversión en inmobiliaria, pero nunca con la cultura para que tenga un beneficio en la renta. Habría mucha gente dispuesta y se ayudaría a artistas que están empezando.