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La resurrección de John Galliano, el ángel caído de la moda: "Siempre estará manchado"

Lo fácil sería pensar que al director Kevin Macdonald, que ha estudiado de cerca las figuras de Whitney Houston, Mick Jagger o Bob Marley con sendos documentales totémicos, le gustan los egos, las historias de vida que apenas caben en la inmensidad de la gran pantalla. En conversación con él, uno se da cuenta rápidamente de que lo que realmente le motiva es ver qué estamos dispuestos a permitir y perdonar a nuestros campeones, a nuestros gladiadores modernos. Obsesionado con los límites de la infamia y las bulas papales de nuestro tiempo, el director estrena esta semana (y próximamente en Filmin) el extraordinario documental «Auge y caída de John Galliano», centrado en el descenso a los infiernos del otrora «enfant terrible» de la moda del nuevo siglo y cabeza visible de Dior durante casi una década.

Con toda una Zendaya y todo un Bad Bunny luciendo diseños de Galliano, ahora para Maison Margiela, en la última gala MET, la primera pregunta parece obvia: ¿Se ha reinstaurado la figura del polémico diseñador en todo lo alto de la alta costura? «No sé si el regreso se completará definitivamente alguna vez, porque siempre estará manchado. Cuando escriban su obituario, se mencionarán palabras como controvertido o, incluso, antisemita», explica sincero el realizador, que ha conseguido entrevistarse varias veces con Galliano y, de algún modo, reconstruir una historia de éxito improbable que se detuvo en seco en 2011: tras ser detenido por un incidente racista en un bar de París, el periódico británico "The Sun" publicó un video del diseñador en el que se le veía, en otro episodio distinto, alabando a Hitler y profiriendo insultos antisemitas a otros clientes (que ni siquiera eran judíos).

El perdón al genio

«Dentro de la industria, hay mucha gente que le ha perdonado, pero ni mucho menos toda», explica Macdonald, obsesionado con la cultura de la cancelación pero lo suficientemente inteligente para plantear su documental desde lo arqueológico, yéndose hasta un caso más contenido, menos grave y, sobre todo, más frío a estas alturas: «Me interesaba el proceso de restauración, ¿es posible que la sociedad te perdone como figura pública? ¿Tiene que ver con el presunto crimen o con el presunto criminal? Creo que aún hoy es un tabú, y por eso no podía hacer el documental sobre algo reciente. El caso de John Galliano fue uno de los primeros de este tipo, así que era ideal», apunta el realizador.

Levemente desfigurado, con un rostro que cuenta sus adicciones, sus retoques estéticos y la más estricta vejez, Galliano aparece en el documental de Macdonald como un hombre arrepentido pero todavía inconsciente del daño que llegó a hacer a la gente a la que agredió verbalmente. De hecho, es el propio director el que le tiene que recordar, en un momento de abstracción, que fue denunciado por tres episodios xenófobos, no solo por el del antisemitismo que fue captado en vídeo: «La primera vez que me entrevisté con él, quería ver si tenía el carisma necesario para hacerle una película. Cuando me fui, me fui con la idea de encontrarme a una persona complicada, pero profundamente herida», completa.

[[QUOTE:PULL|||"En el caso de Galliano, su talento es su privilegio más útil. Más que ser blanco o ser rico. Si fuera un aristócrata, no se le habría perdonado como se le está perdonando".|||Kevin Macdonald (Director)]]

Holística y nada hagiográfica, «Auge y caída de John Galliano» es una película dedicada al nacimiento del mito más «underground», sí, pero también al fin de ciclo en la alta costura mundial. La vida rápida de los diseñadores de los noventa, esa misma que se acabó llevando por delante a talentos tan inauditos como el de Alexander McQueen, abrazaba los trastornos alimenticios y de ansiedad, el consumo masivo de drogas y la apropiación cultural, un fenómeno del que Galliano fue el último abanderado antes de que las críticas le comenzaran a llover como en un abril londinense. Por el documental, casi a la defensiva, desfilan figuras clave para entender la caída en desgracia del autor, desde sus amigas Naomi Campbell o Kate Moss, hasta su benefactora Anna Wintour, la misma diabla que ha puesto su empresa al servicio de la producción del filme.

 

«Solo hay que ver la película para darse cuenta de que yo no estoy intentando lavar la imagen de nadie. Si alguien dice eso es que no la ha visto, porque el relato está muy equilibrado. Lo que me interesaba era mostrar las zonas grises de la psique humana. Es imposible perdonar del todo o condenar del todo a este tipo, porque nadie estaba en su cabeza ese día. Incluso aunque supiéramos sus intenciones, ni siquiera interesa, porque cuando dijo lo que dijo estaba profundamente borracho», explica meridiano Macdonald antes de abordar el que es, de lejos, el punto más interesante sobre el que teje su película. ¿Es la redención pública una cuestión de privilegio? «Sí, se trata de privilegio, pero de uno pegado a lo comercial (ríe). En el caso de Galliano, su talento es su privilegio más útil. Más que ser blanco o ser rico. Si fuera un aristócrata, no se le habría perdonado como se le está perdonando. Ahora bien, ¿se puede separar la moralidad del arte de su artista? Ojalá tuviera una respuesta, pero es que creo que no la hay».

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