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La crisis en Rafah tensa al límite las relaciones entre Israel y Egipto

La guerra en Gaza, la situación humanitaria de su población y el futuro político del territorio controlado por Hamás, está tensionando como nunca antes las relaciones entre Israel y Egipto. El Cairo fue la primera capital europea en establecer relaciones diplomáticas con Tel Aviv, un hito alcanzado, meses después de los Acuerdos de Camp David, en marzo de 1979 –se acaban de cumplir 45 años– gracias a dos figuras esenciales de la historia contemporánea de Oriente Medio, el presidente egipcio Anwar el Sadat y el primer ministro israelí Menájem Begin.

Aunque las relaciones entre los dos países vecinos nunca han estado exentas de tensión, esta ha venido subiendo varios enteros desde el pasado 7 de octubre. La ofensiva de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) contra Hamás en Rafah, localidad de Gaza situada junto a la frontera con Egipto, ha agudizado la crisis entre El Cairo y Tel Aviv.

Las autoridades egipcias aseguran que, después de meses de un contacto estrecho entre ambas inteligencias, el Gobierno israelí les avisó con apenas un margen de horas de la operación militar contra Rafah, donde Tel Aviv cree que se encuentran escondidos los líderes de Hamás. Un proceder percibido como una suerte de traición para el presidente Abdel Fattah al Sisi, por lo que la dictadura egipcia estudia ahora rebajar relaciones diplomáticas con Israel, según avanzaban en las últimas horas altos funcionarios del país árabe.

Egipto se niega a volver a abrir la frontera de Rafah después de que las tropas israelíes se hicieran con el control del lado gazatí de la divisoria y advierte –lo viene haciendo desde que comenzó la ofensiva de Tel Aviv contra Hamás en la Franja– contra un éxodo masivo de población árabe desde el enclave hacia la península del Sinaí.

El paso de Rafah era prácticamente la única vía de entrada de ayuda humanitaria a Gaza y el único paso de civiles –solo un número limitado de personas ha logrado cruzar la frontera desde octubre– desde la Franja hacia suelo egipcio. A través de medios vinculados a la Inteligencia egipcia, la dictadura de Al Sisi advierte de que no coordinará la entrada de ayuda a Gaza con Israel. Además, El Cairo lamenta que, al hacerse Israel con el control del otro lado de la frontera de Rafah, ha perdido de golpe su influencia directa en Hamás.

El desencuentro alcanzó otro momento de máxima tensión el pasado domingo, cuando las autoridades egipcias dieron a conocer que intervendrán formalmente para apoyar a Sudáfrica en la demanda presentada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por presuntos crímenes de genocidio cometidos por Israel en Gaza. Una decisión celebrada por Hamás.

Según el Ministerio egipcio de Exteriores, la adhesión a la demanda tiene como fin «examinar las violaciones de Israel de sus obligaciones en virtud de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio en la Franja de Gaza» y viene motivada por «la gravedad de los ataques israelíes contra civiles palestinos». Por su parte, Israel rechaza sistemáticamente las acusaciones y defiende que su actuación se basa en el derecho a la defensa propia tras la matanza terrorista del 7 de octubre.

Con todo, junto a Qatar, Egipto está siendo el actor político regional más activo en la mediación para un acuerdo de alto el fuego entre Israel y la organización político-militar palestina –El Cairo ha sido escenario de varias rondas de negociaciones multipartitas–, un papel que puede verse comprometido en las próximas semanas de confirmarse el nuevo escenario en Rafah y el deterioro de las relaciones diplomáticas.

Lo cierto es que el presidente Al Sisi ha venido desempeñando en los últimos años el rol de mediador entre Israel y Hamás, organización con la que mantiene una tensa y compleja relación: uno de los mayores miedos del presidente egipcio es que su apoyo a Tel Aviv haga cambiar las tornas y tenga como enemigo a una organización nacida de la Hermandad Musulmana, su mayor enemigo interno. Asimismo, El Cairo y Tel Aviv han desarrollado –especialmente en la última década– una sólida cooperación militar, clave entre otros logros para neutralizar la amenaza del yihadismo en el extenso y despoblado Sinaí.

Por otra parte, el futuro político de la Franja después de la guerra será otro motivo de enfrentamiento entre Israel y Egipto en el futuro. A comienzos de mes la Administración Biden rechazó tajantemente una propuesta de la Autoridad Palestina apoyada por EAU, Qatar, Arabia Saudí, Jordania y el propio Egipto por no hacer mención a la erradicación de Hamás ni la lucha contra la corrupción que lastra la AP, según recogieron medios israelíes.

Aunque los planes del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pasan por el establecimiento de una administración multinacional árabe en Gaza liderada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, lo cierto es que, según varios altos funcionarios israelíes, estadounidenses y palestinos citados por el digital Axios, las autoridades israelíes han ofrecido de manera informal a la AP integrarse en el operativo de control de la frontera de Rafah recién ocupada por las FDI.

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