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La monja huida de Belorado, ¿la única propietaria «legítima»?

La monja huida de Belorado, ¿la única  propietaria «legítima»?

Si se excomulga a las monjas cismáticas, solo sor Amparo sería oficialmente clarisa

La decisión de la comunidad de clarisas de Belorado de abandonar la Iglesia católica en el marco de varias operaciones abiertas de compraventa de conventos podría situar a las religiosas cismáticas en un escenario tan inédito que les situaría en una tesitura compleja. Fuentes eclesiales han compartido con LA RAZÓN que, en caso de ratificarse su excomunión, dejarían de ser religiosas clarisas de la Iglesia católica y, por tanto, no podrían ser las titulares del edificio en el que residen. De esta manera, se podría desembocar en la rocambolesca tesitura de que la única propietaria legítima del edificio fuera sor Amparo, la religiosa que salió el martes de la comunidad por no estar de acuerdo con la deriva de sus hermanas. «Si se confirma la salida del resto de la Iglesia católica, la hermana Amparo sería la única que podría considerarse como parte de la Orden de Hermanas Pobres de Santa Clara, si es que la institución figura como tal como propietaria del recinto», expone un canonista a LA RAZÓN. En esta misma línea, detalla que normalmente los conventos no están a nombre de la abadesa ni de ningún miembro de la comunidad, sino de la entidad. Esta deducción a mano alzada también podría afectar a las otros dos inmuebles que están en el centro de esta encrucijada: el convento de Orduña y el monasterio de Derio.

En cualquier caso, esta reflexión sobre el verdadero «estatus» eclesial al que se precipita la comunidad de Belorado ya lo anticipó este jueves el obispo de Bilbao, Joseba Segura. «Produce pena pensar que mujeres que han dedicado toda su vida y han recibido los votos en una Iglesia y que han celebrado también con sacerdotes de esa Iglesia de pronto tomen una decisión que les deja fuera de todo eso», apuntaba Segura. El prelado remarcaba además que «estas monjas han vivido con los Papas que ahora dicen que no son Papas, y que han ordenado a obispos que no son obispos, y que estos han ordenado a sacerdotes que, por lo visto, no son sacerdotes, pero que les han celebrado la eucaristía durante años». «De pronto todo eso es inválido e, incluso, hasta sus votos religiosos que dieron ante la autoridad de una Iglesia que ahora dicen que no ha sido autoridad nunca quedan un poco en el aire», apunta, para añadir que, por lo tanto, «serían como laicas, personas bautizadas normales que van vestidas de monjas, porque no tienen los votos».

Más allá de esta cuestión, ayer el secretario general de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Toledo, César García Magán, lamentó que las consagradas de Belorado hayan dado este paso, desde el convencimiento de que «a lo mejor hay ahí influencias no positivas de terceras personas que se han presentado en el ámbito del monasterio». De la misma manera, recordó sobre Pablo de Rojas, el fundador de la llamada Pía Unión de San Pablo Apóstol, que «es público y notorio que está fuera de la Iglesia católica» y que su grupo «está considerado y catalogado por los especialistas como una secta».

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