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La investidura de Ramaphosa inaugura una «nueva era» en Sudáfrica

La investidura de Ramaphosa inaugura una «nueva era» en Sudáfrica

El líder del histórico partido de Mandela formará un Gobierno de unidad nacional con otras cuatro formaciones tras el batacazo electoral que le hizo perder la mayoría absoluta

«Juro que seré fiel a la República de Sudáfrica y obedeceré, observaré y mantendré la Constitución y todas las otras leyes de la República». Con estas palabras, pronunciadas ante el magistrado Raymond Zondo, jefe del Poder Judicial de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa ha sido investido para un segundo mandato presidencial al frente de la economía más industrializada del continente. El líder del histórico partido de Nelson Mandela abrió este miércoles [[LINK:INTERNO|||Article|||6659fa3c3752b0e427cad0de|||una «nueva era» tras el batacazo electoral]] del Congreso Nacional Africano (CNA) del pasado 29 de mayo, que le hizo perder la mayoría absoluta por primera vez en 30 años.

El acto, celebrado en los Union Buildings, sede del Gobierno en Pretoria, echa a rodar un Ejecutivo de unidad nacional sin precedentes. «La formación de un Gobierno de unidad nacional es un momento de profunda importancia. Es el comienzo de una nueva era», expresó Ramaphosa. Aunque falta dar forma a los detalles de la alianza, el mandatario sudafricano explicó que los partidos han acordado una «declaración de intenciones» para «buscar un crecimiento económico rápido, inclusivo y sostenible», entre otros objetivos.

La ceremonia contó con la asistencia de 18 jefes de Estado y de Gobierno africanos, como el nigeriano Bola Tinubu o el congoleño Félix Tshisekedi, además de exmandatarios, delegaciones de numerosos países y jefes tradicionales sudafricanos. También acudieron representantes de organizaciones como la Unión Africana (UA), la ONU y la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC, por sus siglas en inglés), además de Palestina, cuya causa ha contado históricamente con el apoyo de Sudáfrica.

No estuvo presente, sin embargo, el expresidente Jacob Zuma, cuyo nuevo partido, uMkhonto weSizwe, boicoteó la ceremonia de investidura al rechazar de plano la formación del Gobierno de unidad nacional. Los de Zuma dieron la campanada en las elecciones generales, quedando como tercera fuerza. El exmandatario, un histórico dirigente del CNA que abandonó el poder en 2018 cercado por los casos de corrupción, denunció fraude electoral y exigió la repetición de los comicios. Quien tampoco hizo acto de presencia fue Julius Malema, líder de los Luchadores por la Libertad Económica (EFF, extrema izquierda), la cuarta fuerza política del país, al tener que asistir a una vista de un juicio en el que se le acusa de haber disparado un arma de fuego en público en 2018.

Coalición inédita

La investidura fue la culminación de un proceso marcado por la incertidumbre tras el reciente descalabro electoral del CNA, que ha ocupado el poder desde la instauración de la democracia y el fin del régimen racista del apartheid en 1994. En las elecciones del 29 de mayo, la histórica formación logró el 40,18 por ciento de los votos, que se traducen en 159 de los 400 escaños de la Asamblea Nacional (Cámara baja del Parlamento), una victoria insuficiente que la obligó por primera vez a acercarse a otros partidos para poder gobernar. Ese acercamiento se palpó el pasado viernes en una maratoniana primera sesión de la Asamblea Nacional tras las elecciones, en la que Ramaphosa, de 71 años, resultó elegido por 283 votos.

Horas antes de esa elección, John Steenhuisen, líder de la Alianza Democrática (AD, centroderecha liberal), hasta ahora primera fuerza de la oposición, anunció haber llegado a un acuerdo con el CNA para formar un Gobierno de unidad nacional. La formación gobernante confirmó el lunes que otras tres fuerzas políticas aceptaron unirse a la alianza: el Partido de la Libertad Inkatha (IFP, conservador y nacionalista de la etnia zulú), GOOD (socialdemócrata) y la Alianza Patriótica (AP, extrema derecha).

Así, la investidura da el pistoletazo de salida para la formación de un Gabinete que debería incluir a miembros de los otros partidos de la coalición, si bien Ramaphosa no ha revelado todavía su composición. Tras desempeñar un importante papel en las negociaciones que permitieron desmantelar el apartheid, ser un líder sindicalista y prosperar en el sector privado, Ramaphosa llegó en 2018 a la presidencia con la promesa de cambio para acabar con la corrupción que empañó el mandato de su antecesor, Zuma. Sin embargo, su popularidad decreció por la persistencia de problemas como el elevado desempleo (32,9 por ciento), la criminalidad, la crisis energética con constantes apagones y la extrema desigualdad que todavía pesa sobre la población negra.

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