Crítica de "Un lugar tranquilo: día 1": tiempo de silencio, el origen ★★★
Dirección y guion: Michael Sarnoski. Intérpretes: Lupita Nyong’o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou, Elijah Ungvary. Música: Alexis Grapsas. Estados Unidos, 2024. Duración: 100 minutos. Terror.
Nueva York aguanta diariamente 90 decibelios de ruido, lo que se traduce en el volumen de un grito constante. Lo recuerda el director Michael Sarnoski durante el arranque de su segundo y ambicioso largometraje (antes fue «Pig», 2021), precuela de las dos entregas hasta la fecha de «Un lugar tranquilo». Y ciertamente lo tenía difícil vistos los excelentes resultados de ambas. Al menos, el realizador ha sabido sortear de manera decente el complicado reto. Estamos, pues, en el comienzo de todo, en el momento en que se produce la invasión extraterrestre, cuando el personaje de Samira, encarnado (y muy bien) por Lupita Nyong’o, una joven mortalmente enferma de cáncer que solo puede aliviar sus insoportables dolores a base de parches empapados en fentanilo, y el resto de las personas que habitan la Gran Manzana, ven cómo el mundo que conocían está saltando literalmente por los aires. Y Samira no está sola, sino que carga durante todo el tiempo con su inseparable gato, el otro gran protagonista del filme queriendo o no el cineasta y también guionista, mientras el espectador contiene el aliento cada vez que asoma esperando en que en algún instante maúlle y pierda de un zarpazo las siete vidas de golpe... Los ataques de estos monstruosos alienígenas (porque aquí sí se les ve de cuerpo entero casi de principio a fin, no como en la de abajo) son terribles y, para empeorar la situación, poseen un oído especialmente bueno con el que detectar a los humanos. Que, pronto, descubren que únicamente podrán salvar el pellejo si permanecen callados. Difícil, mucho, en ocasiones. Estamos, en el primer día del Apocalipsis, un día caótico, sangriento, demente; comienza, poco a poco, el colapso de la sociedad como la conocemos. El ejército decide bombardear los puentes de Manhattan para frenar en lo posible el avance marciano mientras se suceden impactantes escenas que recuerdan aquellas otras tan agobiantes y perturbadoras reflejadas en «La guerra de los mundos» (Steven Spielberg, 2005; hasta una aparición de los colonizadores recuerda ciertos primeros planos de algún «Parque Jurásico» ) y otras igualmente efectivas: así, el asfixiante ataque a un edificio completamente acristalado. Pero la película también encierra una historia de amor imposible que culmina durante la visita, alargada y paradita, a un club de jazz y todas las papeletas para que a Hollywood se le ocurra que después del 1 pueden venir el 2, el 3... Una saga, pues, con futuro, ya sea por delante, por detrás o todo a la vez. Cosas más raras se han visto en una pantalla...
Lo mejor: se trata de una precuela digna, pero, claro, el factor sorpresa pierde intensidad
Lo peor: que el público se pega un susto tremendo cada vez que aparece el gato, por si maúlla...