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El médico tranquilo vs. el "mártir viviente": conozca a los dos candidatos que se jugarán la Presidencia de Irán

El cirujano cardíaco Masoud Pezeshkian ganó este sábado las elecciones presidenciales iraníes gracias a un mensaje de moderación y apertura a Occidente, pero deberá batirse en segunda vuelta con el ultraconservador Saeed Jalili para convertirse en el mandatario del país.

Pezeshkian -que pertenece al bloque que busca cierta apertura del país- ha logrado 10.415.991 votos que suponen el 42,4 % del total, lejos del 50 % estipulado por la ley para llegar a la presidencia del país.

Cuando este exministro de Sanidad poco conocido de 69 años anunció su candidatura nadie le daba demasiadas opciones y de hecho en su primer acto decepcionó a muchos con su promesa de lealtad al líder supremo de Irán, Ali Jameneí.

Pero desde entonces ha logrado generar el suficiente entusiasmo entre el apático votante del país, donde reina un gran descontento ciudadano por la situación económica y la falta de libertades, además de cierto rencor hacia los reformistas a quieres muchos señalan por no lograr los suficientes cambios sociales.

Su lema electoral es “Para Irán”, que evoca el título de la canción que se convirtió en el himno de las protestas desatadas por la muerte de Mahsa Amini y cuyo autor Shervin Hajipour fue condenado a casi cuatro años por ello.

En los debates electorales con otros candidatos se alejó de la gresca reinante y se mostró tranquilo y conciliador, dispuesto a debatir las diferencias.

Miembro de la minoría azerí del país, su discurso se ha centrado en mejorar las relaciones con Occidente, negociar el difunto acuerdo nuclear de 2015 e incluso ha criticado la imposición del velo islámico.

Imagen de honestidad

Muy desconocido entre gran parte de la población a pesar de su papel parlamentario desde 2008 por la circunscripción de Tabriz, Pezeshkian ha transmitido una imagen de honestidad y ha admitido que el presidente tiene poderes limitados y hay políticas que no podría cambiar, aunque quisiera.

Ha recibido el apoyo del bloque reformista, al que se vetó en las elecciones presidenciales de 2021, en las que se impuso Ebrahim Raisí, quien falleció en un accidente en mayo.

Así, le han apoyado los expresidentes Mohamed Jatamí (1997-2005) y Hasan Rohaní (2013-2021) y forman parte de su equipo pesos pesados del reformismo como el exministro de Exteriores Mohamed Yavad Zarif, quien goza de un estatus de estrella del rock entre muchos iraníes.

Pezeshkian de hecho ha presentado su hipotético gobierno como un “tercer mandato” de Jatamí, el primer presidente reformista que insufló a Irán ciertos aires de apertura, y con quien entró en política en el año 2000 como ministro de Sanidad.

Nacido en la ciudad de Mahabad, en Azerbaiyán Oriental, de padre azerí y madre kurda, no estuvo implicado en la Revolución Islámica de 1979 más allá de cierto activismo estudiantil.

En 1980 abandonó la Universidad de Medicina de Tabriz para unirse como voluntario al Ejército iraní en la guerra contra Irak, un sangriento conflicto que se extendió hasta 1988, año en que regresó a los estudios y se especializó en cirugía cardíaca.

Devoto religioso se dedicó también a la enseñanza del Corán, además de como profesor de medicina una vez que se licenció. Tras ejercer de ministro de Sanidad con Jatamí, regresó a la política en 2008 como parlamentario y ejerció como vicepresidente del Parlamento desde 2016 hasta 2021.

En sus 16 años en el Parlamento ha destacado por sus fútiles intentos por despenalizar el consumo de algunas drogas, algo que considera una enfermedad, invertir más fondos públicos en zonas periféricas y subdesarrolladas como el Kurdistán iraní o la provincia de Sistán y Baluchistán, o la enseñanza de la lengua azerí en las escuelas de zonas de esta minoría.

Pero sobre todo fue una rara voz del sistema que criticó la muerte de la joven Mahsa Amini tras ser detenida por la llamada Policía de la moral por llevar mal puesto el velo.

“Queremos imponer la fe en la religión mediante el uso de la fuerza. Esto es científicamente imposible”, dijo entonces.

Jalili, un candidato anti occidental

Frente a él estará el ultraconservador islamista Saeed Jalili, que ha logrado el pase a la segunda ronda de las elecciones presidenciales en Irán con un mensaje antioccidental y reaccionario, y ahora necesita los votos de los moderados para suceder al fallecido mandatario Ebrahim Raisí. Jalili, de 58 años, quedó segundo en los comicios del viernes con 9.473.298 de votos equivalentes al 38,6 %.

Considerado un “verdadero producto de la Revolución Islámica” y opuesto a Occidente, Jalili sorprendió al conseguir casi 6.000.000 de votos más que Mohamad Baqer Qalibaf, el también conservador y tecnócrata presidente del Parlamento, que en un principio pintaba como favorito entre los aspirantes del frente revolucionario, el bloque de línea dura del país.

El ultraconservador conocido como el candidato del status quo y como un intelectual leal a los "ideales y principios" islámicos, es el aspirante más cercano al fallecido presidente Ebrahim Raisí, pero para poder sucederle necesita ganar el apoyo de los votantes de Qalibaf, que es una figura más moderada.

En materia internacional, Jalili, exjefe negociador nuclear iraní, considera que su país no necesita necesariamente revivir el acuerdo atómico de 2015, que limitaba el programa atómico de Teherán a cambio de levantamiento de las sanciones económicas, acuerdo del que Estados Unidos se salió en 2018, cuando reimpuso medidas restrictivas de nuevo.

“Debemos hacer que el enemigo lamente habernos sancionado económicamente”, ha dicho durante la campaña electoral. Ha apostado por forjar lazos con China, Rusia, África y América Latina, afirmando que "la comunidad internacional no se compone solo de dos o tres países occidentales".

También ha salpicado su campaña con medidas como crear un impuesto a las grandes fortunas para alcanzar la justicia social o crear empleo, aunque no ha explicado cómo.

Durante la campaña ha defendido el velo islámico como afirmando que “hay que comprender la profundidad estratégica de esta cuestión”, sin aclarar a qué se refería. Sus críticos dicen que carece de la experiencia administrativa para dirigir el país.

Nacido en la ciudad nororiental de Mashhad en 1965, hijo de un profesor y una ama de casa, se unió muy joven a la fuerza paramilitar basiji y sirvió en la guerra Irán-Irak (1980-88) como voluntario. Fue herido en combate y perdió la pierna derecha. Por eso ello se le apoda "mártir viviente".

Intransigente e inflexible

Tras la guerra estudio Ciencias Políticas de la Universidad Imam Sadegh de Teherán y se doctoró con la tesis "La base del pensamiento político islámico en el Corán”.

Trabajó en el Ministerio de Exteriores, órgano que abandonó durante el mandato del expresidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005) por motivos que no han sido aclarados y se unió a la oficina del líder supremo de Irán, Ali Jameneí.

Con el expresidente Mahmud Ahmadineyad (2005-2023) regresó al Ministerio de Exteriores, donde ejerció de jefe negociador nuclear iraní, sin éxito.

En esas discusiones negó el Holocausto y daba diatribas de historia y filosofía a los diplomáticos europeos y estadounidenses, lo calificaron como "intransigente" e "inflexible" e interpretaron su actitud como que Irán no estaba interesado en cerrar un acuerdo.

Los analistas consultados con EFE vaticinan que con una presidencia de Jalili el “enfrentamiento sería más duro con Occidente”, especialmente si Donald Trump vuelve a la presidencia en Estados Unidos.

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