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Artritis y otras dolencias. La cara desconocida de los escribas del Antiguo Egipto

Artritis y otras dolencias. La cara desconocida de los escribas del Antiguo Egipto

El análisis de sus esqueletos deja a la vista las consecuencias de las tareas repetitivas de estos altos funcionarios

El escriba fue una pieza fundamental en la civilización egipcia. Sus conocimientos en escritura jeroglífica y pictográfica elevaron a estos personajes a figura de culto. Conocían todos los secretos del cálculo, evaluaban los impuestos, aseguraban los trabajos de construcción y transcribían las órdenes del faraón. Sin embargo, pocas veces la historia se ha detenido en el impacto sobre su salud de un oficio tan repetitivo como el suyo.

Pero la huella está en sus esqueletos y un trabajo del Instituto Checo de Egiptología de la Universidad Carolina de Praga acaba de desvelar que la artritis carcomía sus articulaciones, de modo que tuvieron que sufrir graves dolencias y problemas de rigidez.

El alto dignatario Nefer (representado en estatuas con su esposa) fue un escriba en el antiguo Abusir, Egipto. Su esqueleto y el de otros escribas tienen inscritos signos de su trabajo. Como hemos visto en infinidad de imágenes, estos hombres se sentaban con las piernas cruzadas o arrodillados encorvados sobre rollos de papiro.

Los investigadores han analizado los restos de 69 hombres sepultados en la necrópolis de Abusir, que datan del 2700 a. C. al 2180 a. C. Los títulos, pinturas, herramientas y estatuas encontradas en las tumbas permitieron reconocer que 30 de los esqueletos corresponden a escribas, personas de alto rango que trabajaban en diversos puestos administrativos y se dedicaban a la escritura y la lectura.

En un artículo publicado el 27 de junio en la revista "Scientific Reports", los autores indican que "ser escriba no era un trabajo físicamente exigente, pero con el tiempo iba pasando factura en determinadas partes del cuerpo". Tenían más probabilidades que el resto de los miembros de su hogar u otras personas de alto rango de sufrir cambios degenerativos en los huesos, especialmente en la parte superior del cuerpo.

Por ejemplo, los escribas masticaban juncos para hacer pinceles con los que escribir, lo que les dejaba con artritis en las articulaciones temporomandibulares (ATM) de la mandíbula, según han descubierto los investigadores. La tasa era más del doble, un 64 por ciento, que el resto de la población. El trabajo dejaba un desgaste similar en puntos concretos desde la cabeza hasta los pies.

Si masticar pinceles y empujar la cabeza hacia adelante sobre su trabajo les causaba artritis en las mandíbulas, los espolones óseos, la artritis y otros cambios hallados en la parte superior de la columna vertebral de los escribas probablemente se debían a estar inclinados sobre los pergaminos durante largas horas.

El oficio afectaba particularmente al pulgar derecho, debido a la presión de la pluma. La creación de jeroglíficos impactaba también en su hombro derecho. Y sentarse con las piernas cruzadas o de rodillas, generalmente sobre la pierna izquierda y la derecha en cuclillas, les provocaba desgaste severo en las rodillas y tobillos derechos. Los esqueletos de los escribas incluso tenían muescas en las rótulas y los tobillos derechos.

Los autores no pasan por alto que los escritores y redactores de hoy en día podrían tomar nota de los problemas de cuello y mandíbula de los escribas del antiguo Egipto para sentarse un poco más erguidos y levantar la vista de sus teléfonos de vez en cuando.

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