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Saka y Pickford meten a otra Inglaterra mediocre en semifinales

Ver un partido de Inglaterra es lo más parecido que existe a un método moderno de tortura. Te ponen delante de tus ojos 11 jugadores vestidos de blanco, que se pasan el balón de un lado a otro, normalmente a cámara lenta, y que desconocen que en el fondo de un estadio de fútbol hay porterías. Hasta allí tienen que llevar el balón, aunque no lo parezca. La inteligencia artificial se debió crear para que las crónicas de Inglaterra no las escribieran los periodistas. Como mínimo, todavía queda una más. Deprimente. Pasó Inglaterra en la tanda de penaltis, gracias a la parada de Pickford a Akanji en el primer lanzamiento de los suizos. El portero del Everton montó su particular show para descentrar al central del City y, con la connivencia de Orsato, logró su cometido. Tercer partido de cuartos de final que se decide después del tiempo reglamentario. Solo había pasado una vez, en la Eurocopa de 2008. Entonces acabó ganando el torneo España. ¿Y si…? Tras el milagro frente a Eslovaquia , el pueblo inglés le pedía a Southgate que agitara el árbol ante Suiza, pero contra el vicio de pedir está la virtud de no dar, que es lo que hace el seleccionador de los 'pross'. Tras quedarse a treinta segundos de irse para casa en octavos, Southgate solo introdujo una novedad en el once. Obligada. Konsa por el sancionado Guéhi. Un cambio al que sumó un sistema distinto. Defensa de cinco, con Trippier y Saka de carrileros. Eso permitía a Foden abandonar la banda izquierda y centrar su posición, acercándole a su hábitat natural en el City. Maquillaje de Southgate que no mejoró la belleza oculta de su equipo. En los primeros cuarenta y cinco minutos, ningún disparo entre palos. Solo un par de llegadas por banda derecha de Saka, despejadas ambas por la defensa suiza, y ciertos detalles de Bellingham, como una ruleta en conducción que recordó al mejor Zidane. El listón está tan bajo que ya llama la atención lo mal que juega Inglaterra . No es el caso de Suiza, que se presentó en octavos tras una brillante victoria frente a Italia, en un encuentro valiente de los de Murat Yakin. La propuesta no tuvo continuidad en el Arena de Düsseldorf. Fue una Suiza más precavida y preocupada de no encajar que de mirar hacia adelante, con poco veneno en el último cuarto de campo. En el minuto uno hubiera firmado los penaltis. Lo preocupante es que Inglaterra, también. El paso por el vestuario durante el descanso debió ser como un paseo de jubilados mientras observan el avance de un residencial de obra nueva. Todo siguió igual de plano y aburrido. Tanto que los saques de banda se celebraban como saques de esquina y los saques de esquina como penaltis. Tremendo. Así deambuló el encuentro hasta que en el minuto 75, una incursión de Ndoye por banda derecha acabó en un centro rematado por Embolo a un par de metros de la raya de gol. El centro del jugador suizo tocó ligeramente en el tobillo de Stones, impacto clave para que el delantero helvético rematara a placer. Otra vez Inglaterra contra las cuerdas. Con el 0-1 y solo quince minutos por delante, Southgate hizo un triple cambio: Shaw, Palmer y Eze al campo. Tres zurdos, como Saka , que heredó la capa de héroe de Bellingham y mandó a la prórroga el cruce de cuartos. Gol en el primer disparo a puerta de los ingleses, igual que ante Serbia, Dinamarca y Eslovaquia. El jugador del Arsenal la puso desde el vértice del área en el interior del palo derecho de Sommer. Y de ahí, a la red. El partido lo iba a ganar el menos malo. O el que más acierto tuviera desde los once metros. Y eso le pasó a Inglaterra, que también se alió con la madera en un córner olímpico de Shaqiri que se estrelló en la cruceta de Pickford . Entre él y Saka volvieron a salvar una Inglaterra pobre. Pero ahí están, entre los cuatros mejores de Europa. Un chiste.

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