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El desinterés de Mónica García por los pacientes de Madrid

El desinterés de Mónica García por los pacientes de Madrid

Durante los nueve meses que lleva en el cargo, no ha realizado ninguna visita oficial a hospitales de la Comunidad de Madrid

En unos días se cumplirán 9 meses desde que Mónica García asumiera la responsabilidad de dirigir el Ministerio de Sanidad de España. Durante este periodo, sus acciones han incluido decisiones polémicas y ofensivas, como su participación en la manifestación convocada por la izquierda y la ultraizquierda bajo el lema «Madrid sigue en pie por la Sanidad pública». En ella se denunciaban las «políticas privatizadoras» del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso así como la «falta de inversión y la ausencia de profesionales». Sin embargo, el comportamiento que está generando opiniones extremadamente negativas, un descontento generalizado y una gran preocupación de diversos sectores para con su gestión es su deliberada abstención de realizar visitas oficiales a hospitales en la Comunidad de Madrid, un baluarte de excelencia y liderazgo tanto en la atención sanitaria como en la investigación a nivel nacional e internacional.

La Ministra ha visitado centros como el Hospital Clínico de Valencia o el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Sin embargo, en estos nueve meses, ha evitado realizar visitas oficiales a hospitales de la Comunidad de Madrid eludiendo su responsabilidad de conocer la labor que desempeña esta red hospitalaria y sus profesionales. Y ello, a pesar de que los hospitales madrileños son un pilar fundamental en el sistema de salud español.

Esta decisión ha sido interpretada como una falta de respeto hacia la labor de los profesionales sanitarios de la región y una señal de desinterés respecto a los desafíos y logros específicos de estos hospitales, los cuales enfrentan constantes retos y sortean dificultades de gran magnitud en términos de financiamiento, recursos humanos y gestión sanitaria que, en última instancia, padecen los pacientes.

Según los expertos, esta aversión hacia los hospitales de la Comunidad de Madrid refleja un fundamentalismo ideológico que margina a quienes considera contrarios, que prioriza la estatalización de la sanidad y que genera división entre la comunidad médica y entre diferentes comunidades autónomas.

«La ministra tiene algunas virtudes, como es el hecho de que sea médico, concretamente, anestesista. Además, trata de tener una imagen muy conciliadora y ha tomado algunas decisiones muy acertadas, como la aprobación de la especialidad de Urgencias. Pero el problema es que sus decisiones están trufadas de un fundamentalismo ideológico que lo estropea todo. Esa postura es una barbaridad y es una verdadera pena porque la sanidad no puede ser un arma política», comenta el economista Ignacio Para Rodríguez-Santana, presidente de la Fundación Bamberg y experto en políticas de salud y gestión sanitaria.

Más allá de impactar negativamente en la percepción pública de la ministra y en la credibilidad de su liderazgo en el ámbito sanitario nacional, este fundamentalismo ideológico y esta sectarización deterioran gravemente la atención que recibe el paciente. «La imposición de un fundamentalismo ideológico desde un puesto de poder tan crucial como el de un ministro de Sanidad puede causar un daño significativo, ya que limita la capacidad de tomar decisiones inclusivas y eficientes, priorizando una visión sectaria que deja de lado las necesidades de todos los ciudadanos y que olvida que la actividad sanitaria necesita de una buena gestión empresarial para conseguir esa eficiencia, esa eficacia y esa efectividad que necesitan los pacientes», continúa el experto.

De esta misma opinión es Isidro Díaz de Bustamante, presidente de la Comisión de Sanidad y Asuntos de la Confederación de los empresarios madrileños (CEIM). «Madrid tiene los mayores hospitales de España por tamaño y por especialización, tantos públicos como privados. Por ejemplo, en la Red Oncológica Madrileña tiene 21 hospitales, ocho principales y otros 21 de menor tamaño, que atienden cada año a 40.000 personas con cáncer, lo que supone cerca del 40% de la población oncológica de España. Madrid está a la cabeza con sus hospitales, no solamente en España, sino en Europa», asegura.

[[H2:El reto de ser ministra de «todos los españoles»]]

Los expertos subrayan que «ser ministro implica trabajar para todos». «No se pueden dedicar esfuerzos solamente a quienes piensan como tú y marginar o considerar enemigos a los que no lo hacen. Es una verdadera aberración. Precisamente, la Comunidad de Madrid que ha creado la Red Oncológica Nacional y trabajar en esa línea de integrar las comunidades autónomas y de expandir la libertad de elección a todo el territorio nacional», denuncia Ignacio Para.

A este respecto, apunta que toda persona que adquiera el cargo de máximo representante del Ministerio de Sanidad debe tener claro dos aspectos: «Que la Sanidad es una y que su objetivo son los pacientes». «La ministra incumple estas dos condiciones. Es claramente sectaria. No es la ministra de todos», asegura.

Esta cuestión se une a la falta de determinación para llevar a cabo las reformas que necesita urgentemente el Sistema Nacional de Salud. El consultor de salud Ignacio Riesgo, expresidente de la European Hospital and Healthcare Federation (HOPE) plantea esta cuestión. «Obviamente, para ser buen ministro de Sanidad no es imprescindible ser médico, sino tener la capacidad política para priorizar las reformas a hacer en sanidad y que exista un marco político general que permita la aprobación de leyes y reformas. No parece que se den ninguna de estas circunstancias. Es así como el actual Ministerio de Sanidad se dedica más a hacer anuncios, que se olvidan en pocas semanas, que a priorizar reformas en el sistema con capacidad de llevarlas a cabo», indica.

El experto señala que, entre los asuntos que han quedado en el aire, se encuentra la elaboración de un verdadero Plan Antitabaco. «En la actual propuesta falta la medida más efectiva: la subida del precio de la cajetilla, lo que evitaría que sigamos siendo el estanco de Europa», subraya Riesgo. También recuerda los retrasos en la «muy anunciada y necesaria» Agencia Estatal de Salud Pública o la opacidad en la reforma de la Ley del Estatuto Marco o en la cartera de servicios.

Ley de Gestión e Integridad del SNS

La Ley de Gestión e Integridad del Sistema Nacional de Salud también es un reto de la actual ministra. «Se ha anunciado entre gritos de «La sanidad no se vende, se defiende», un eslogan procedente de las Mareas Blancas, y con una defensa a ultranza de la gestión pública, minimizando el papel del sector privado de colaboración con el sector público», indican los expertos. Sobre esta ley se han posicionado de forma muy crítica numerosas organizaciones: IDIS, ASPE, ACHPM, Cercle de Sanitat, Comunidad de Madrid, Fundación IMAS, Consorcio Sanitario de Cataluña y otros.

Desde CEIM se han presentado alegaciones a esta Ley. A través de un comunicado, insisten en que el espíritu que inspira el anteproyecto les genera «preocupación e indignación». «Se pone en duda la transparencia del sistema y pretende eliminar la colaboración público-privada que tan buenos resultados ha dado por un régimen desfasado que conduciría al colapso de la sanidad pública», aclaran. Según señalan, «la reversión de la gestión privada de la sanidad pública provocaría una mayor presión asistencial con un aumento de las listas de espera, peor accesibilidad y un aumento de coste al sistema». Y defienden que este tipo de gestión «hace un uso eficiente de los recursos, invierte en tecnología e innovación y mejora la calidad del servicio para los pacientes».

CEIM indica que la Sanidad privada de Madrid cuenta con 70.000 profesionales, 49 centros hospitalarios con 6.800 camas, 250 quirófanos y una parte sustancial y puntera de la tecnología sanitaria. Asume el 31% de los ingresos y de las altas realizadas, el 27% de las estancias y el 37% de las intervenciones quirúrgicas del conjunto de las realizadas en la región. «Si no se pudiera contar con estos recursos, más de 2,6 millones de ciudadanos podrían quedar desatendidos», aseguran.

Mónica García y la Marea Blanca

Mónica García ha sido una de las caras más visibles de las manifestaciones de la Marea Blanca, el movimiento social en defensa de la sanidad pública que nació a finales de 2012 en contra de los recortes en sanidad y que lleva 11 años criticando la «privatización» de la sanidad pública madrileña. Ejerció un papel activo y, aún como ministra, lo sigue ejerciendo confirmando el sectarismo del que la acusan diversos sectores de la sanidad. Así lo demostró el pasado mes de marzo cuando apareció tras la pancarta de la manifestación convocada en Madrid.

Según Díaz de Bustamante, «con estas acciones, la ministra pretende conseguir en un gobierno nacional lo que no consiguió siendo jefa de la oposición en Madrid porque no la votaron. Los pacientes le dieron la razón a otra persona». Se refiere a los resultados de las elecciones del 28-M de 2023, en las que, pese a los intentos de García de arrebatarle el puesto a Ayuso y hacerse con la Comunidad de Madrid, el PP logró la mayoría absoluta.

Díaz de Bustamante recuerda que «un ministro es un ministro para todos los españoles y tiene que hacer primar la atención al paciente». «Salir en una manifestación de la Marea Blanca supone degradar la función del Ministerio y del propio cargo de Ministra», lamenta Ignacio Para.

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