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Crítica de "In Water": la lucidez es miope ★★★★ 1/2

Crítica de

Dirección y guion: Hong Sang-soo. Intérpretes: Shin Seok-ho, Ha Seong-guk, Kim Seung-yun. Corea del Sur, 2023. Duración: 61 minutos. Comedia dramática.

Tal vez el gato que se echa una siesta en “Nuestro día”, la película que Hong Sang-soo estrenó la semana pasada, soñaba con “In Water”. Porque la imagen permanentemente desenfocada del filme es la que manifiesta una imagen que se sueña o se imagina a sí misma. ¿Será el gato de “Nuestro día” el mismo Hong Sang-soo, que sueña con su próximo proyecto? “In Water” podría ser el ‘making of’ de una película del cineasta coreano, en la medida en que explica su método de trabajo. Sabemos que su cine se nutre del ‘do it yourself’, de los rodajes rápidos y en familia, de la escritura de un guion que los actores conocen día a día, página a página.

El cine de Hong Sang-soo se escribe y se rueda a la vez, dando voz a lo inacabado, a lo indeterminado, a partir de una idea-matriz en perpetua construcción. En “In Water”, tres colegas se reúnen en una localidad costera para filmar un corto. Podría intuirse el incipiente origen de un triángulo amoroso, pero lo que importa aquí es el acto creativo. No hay guion sino espera: se espera a que lo real limpie el objetivo, abra las posibilidades de un relato futuro. Por eso la película está desenfocada, porque está por nacer. Como envuelta en un velo de placenta, es una imagen que necesita un tiempo de gestación. Aún no ve bien, aún no se ve bien.

Esa imagen miope, a medio hacer, nos impulsa a pensar que Hong siempre ha querido filmar desde otro lugar, completamente desplazado, obligándonos a desubicar el cristalino para ver la realidad de otra manera. Ese “otro” es, también, la reivindicación creativa de un fracaso: una filmografía hecha de intentos, de tiros al aire, de titubeos y tartamudeos, que insiste en significar el error como una de las bellas artes que la imagen digital nos ha regalado. “In Water” nos empuja a entornar los ojos, a completar una imagen que devuelve una historia mínima, apegada a la banalidad de lo real, al terreno de la ficción, que es el de los sueños. Ahí sigue el gato, ronroneando.

Si a alguien le quedaba alguna duda de que “In Water” es una broma pesada, o es la provocación inane de un cineasta que sabe muy bien cómo enfocar su cámara, su hermoso plano final acabará de convencerle de las intenciones plásticas del filme. Lo que parecía una película descuidada, deliberadamente amateur, se transforma en pura pintura impresionista, una figura difuminada en una marina en movimiento de una belleza inasible y misteriosa. A esas alturas nuestros ojos se han acostumbrado al dispositivo que despliega Hong, hemos aprendido a ver lo real desde ese otro lugar, y la película ha unido fuerzas con el espectador para dar con ese momento sagrado donde una imagen puede trascender su dimensión representativa. No es solo el gato el que sueña, tampoco Hong, somos nosotros que soñamos despiertos, y la película es nuestra, se ha adueñado de nuestra imaginación. ¿Acaso se puede llegar más lejos en una hora escasa de metraje, poniendo fuera de foco el mar, el cielo, la luz, lo humano?

Lo mejor:

Su osadía desenfocada, que obedece al impulso de mirar el mundo desde otro lugar, como una realidad siempre en construcción.

Lo peor:

Es fácil interpretarla como una provocación en miniatura.

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