Este es el invento español por excelencia
¿Quién inventó el botijo? Algo tan español no tiene nadie a quien atribuir tanto ingenio, es uno de esos objetos que hincan sus raíces en la noche de los tiempos. Se pueden
rastrear antecedentes del botijo en diversas culturas orientales y del Mediterráneo. Ahora bien, ha sido en España donde se ha mantenido y adquirido una personalidad propia, una cultura ancestral que sigue tan fuerte como hace siglos.
El botijo, ese aparentemente sencillo recipiente hecho de barro poroso cocido y pensado para conservar el agua fresca, nos lleva acompañando en tierras ibéricas desde la noche de los tiempos. Ahí está, por ejemplo, el magnífico ejemplar de botijo argárico que fue hallado en el yacimiento de Puntarrón Chico, en la murciana localidad de Beniaján, al que dieron forma nuestros antepasados allá entre el 1.700 y el 1.200 a.C.
Un invento milenario
El botijo, o búcaro como se conoce en Andalucía, esconde mucho más de lo que podría pensarse en un principio. ¿Por qué enfría el botijo el agua? ¿Qué magia se esconde en su interior? Este objeto, tan enraizado en la cultura española, ha sido en ocasiones menospreciado como algo “viejo” y, sin embargo, poco se sabía acerca de su más asombrosa cualidad, esa para la cual fue creado: mantener el agua fresca.
Cuando, finalmente, la ciencia le hincó el diente al añejo problema, quedó demostrado que la fabricación de botijos por los artesanos ibéricos, mejorada por intuición, ensayo y error desde los primitivos ejemplares, había logrado poco menos que el modelo físico ideal para lograr el objetivo de mantener fresca el agua incluso en lugares muy caluro- sos. Toda una proeza que vio la luz gracias a un estudio científico singular elaborado por dos investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, Gabriel Pinto y José Ignacio Zubizarreta, publicado en 1995 en la revista Chemical Engineering Education.
El modelo matemático de Pinto y Zubizarreta nos muestra un complejo mundo en el interior de cada botijo. Por ser tan común, es algo que apenas des- pierta la curiosidad, pero no deja de ser sorprendente que, dejando un botijo en un lugar caluroso, el agua en su interior se mantiene muchos grados más frío que la temperatura ambiental y eso no tiene precio, sobre todo en el sur de España.
Estos recipientes de barro poroso destinados a almacenar y enfriar agua basan su funcionamiento, precisamente, en la porosidad de la arcilla con la que están hechos. Al ser un material que no mantiene completamente hermético el interior del recipiente, que de hecho “suda” al estar lleno de agua, se produce un fenómeno de evaporación que va reduciendo la temperatura del interior junto con un proceso de “ventilación” a través de los poros. Si en el exterior del botijo existe una corriente de aire seco que vaya eliminado ese “sudor” del botijo, el proceso será completo y el enfriamiento del interior será mayor, tanto que el agua puede llegar a estar más diez grados por debajo de la temperatura ambiental.
El mapa mundial del botijo
La combinación de evaporación interior e intercambio de agua y energía con el exterior a través de los poros es algo asombroso y muy complejo. El botijo es toda una muestra de tecnología ancestral que podría encontrar utilidad en muchas otras partes del mundo, no sólo en tierras españolas. Recientemente contactó conmigo un viejo amigo que ha estado trabajando en un proyecto realmente singular.
Vendría a ser algo así como un plan para que el botijo español salga a la conquista del mundo, todo un mapa de los lugares del planeta en los que los fenómenos físicos que se viven en el interior de los botijos pueden encontrar un mejor ambiente para su desarrollo. Se trata de Jorge del Río, que comentaba su trabajo junto a Andrés Martínez de Azagra Paredes, padres del primer “mapas del mundo del botijo”. Dicho así puede parecer una curiosidad más, sin embargo en muchos lugares del planeta la tecnología del botijo podría ser de suma utilidad.
El trabajo de estos dos investigadores de la Universidad de Valladolid ha visto recientemente la luz reciente- mente en la revista Journal of Maps.
Este mapa del mundo tiene utilidad para identificar áreas en las que se puede difundir la técnica de construcción de botijos. La tecnología del botijo es toda- vía desconocida en muchos lugares del mundo a pesar de las ventajas y utilidades que supone. La propuesta cartográfica combina cuatro variables: la depresión del punto de rocío, la temperatura, el acceso al agua potable y la presencia de materias primas adecuadas para fabricar botijos.
Los investigadores han tratado también de averiguar el número de meses que pueden usarse los botijos y la temperatura máxima de refrigeración que se puede alcanzar en cada lugar. La sorpresa llega cuando se comprueba en el mapa que el botijo español puede, literalmente, conquistar el mundo y llevar sus ventajas a grandes espacios que todavía desconocen su uso.
A la conquista del mundo
Trabajando con sistemas de microirrigación de brinzales y en repoblaciones y plantaciones, estos expertos en ingeniería forestal descubrieron que en lugares muy alejados de la cuenca mediterránea se utilizan técnicas de microriego por medio de vasijas de barro enterradas. Por otra parte constataron un aumento en el número de patentes que acerca de la tecnología del botijo se están concediendo a lo largo del mundo.
El botijo ha servido para dar vida a nuevos sistemas de refrigeración en viviendas y hasta a frigoríficos de “baja” tecnología. Todos estos nuevos usos de los tradicionales botijos españoles les animaron a investigar acerca del potencial de esta técnica de refrigeración en otros continentes y, sobre todo, en África, Asia y Australia.
Más del setenta por ciento de la superficie mundial con potencial para el uso de los botijos coincide con áreas secas del planeta. Estas regiones son ideales para la fabricación y uso de botijos, tanto por sus características ambientales como por la presencia de materiales porosos adecua- dos para su fabricación.
En la mayor parte de esos lugares no conocen sus ventajas. Lamentablemente, en regiones cálidas secas esta técnica de refrigeración no es de utilidad si no se cuenta con agua potable disponible. La ausencia de depósitos de arcilla locales también es otro factor que puede limitar la expansión de los botijos. En el otro extremo, en zonas áridas frías, pequeñas depresiones del punto de rocío, junto con poca necesidad de agua de refrigeración, son las principales causas de que su uso sea limitado.
Por otra parte, en las áreas alejadas de regiones secas el uso del botijo puede reducirse a uno o dos meses al año como mucho. Sin embargo, teniendo en cuenta todas esas limitaciones, el mapa mundial del botijo nos muestra que hay inmensas zonas del planeta en las que tanto las condiciones climáticas como la disponibilidad de materiales adecuados hacen que sea posible utilizar en ellas los botijos de forma óptima durante gran parte del año.