¿Hay en Suecia más asesinos en serie que muebles de IKEA?
Han transcurrido catorce años desde que los autores suecos Hjorth & Rosenfeldt iniciaron la saga del psicólogo criminalista Sebastian Bergman con «Secretos imperfectos» (2010). Ambos son especialistas en crear un entramado de familias disfuncionales de tal variedad que lindan con el melodrama. Fue desde el inicio su forma de trascender las convenciones del relato policial clásico, más centrado en la indagación del detective solitario y desarraigado que por la creación de un microcosmos familiar de los componentes de la Unidad de Homicidios.
Esa tupida trama de tragedias sin cuento, el tsunami que mató a la mujer y a la hija de Bergman en Tailandia, la policía Vanja, hija oculta de Bergman y su hija Amanda, etc. son aspectos y personajes que normalmente se reservan para ilustrar la dolorosa odisea familiar del asesino en serie. La octava entrega, «Culpas compartidas», debía ser el título que clausuraría la saga, pero…sigue y seguirá por su final abierto y repleto de incógnitas. Aunque es cierto que las tramas criminales nunca fueron el fuerte de esta saga, centrada sobre todo en los personajes. Lo corrobora la cantidad de páginas, dos tercios, que se apoderan de la novela, dejando la indagación policiaca en mero pretexto.
Ya se advirtió que por la cantidad de asesinos en serie que figuran en las novelas de Hjorth & Rosenfeldt Suecia debe ser un país con una altísima tasa de criminales seriales. Pero atendiendo al lío de las familias –en particular, al culebrón familiar de Bergman que en esta novela se amplía hasta extremos inverosímiles–, no es de extrañar. En cuanto a la intriga, el parecido con el copycat de «Crímenes duplicados» resulta asombroso. Como si citarse a sí mismo fuero el non plus ultra de la intertextualidad. Pero aunque menguados en lo criminalista y en exceso hinchados en lo costumbrista, la novela «Culpas compartidas» se trata de una lectura que engancha y que resulta igual de agradable que el resto de la saga.
Lo mejor
La unidad de estilo del microcosmos que han creado los autores
Lo peor
La cantidad de páginas que ocupa la saga de la Unidad de Homicidios