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Pogacar abraza la inmortalidad antes de su coronación

Es Tadej Pogacar un fenómeno de la naturaleza, un guerrero liviano e inmortal , pues solo él podría firmar una actuación como la que el esloveno ofreció en la penúltima etapa del Tour de Francia. Se despedía el pelotón de la montaña gala y el balcánico, calculador, dejó que sus rivales se fueran desgastando. Permitió a Carapaz convertirse en rey de la montaña; a Enric Mas desafiar al ecuatoriano, glorioso el hacer del español aunque no tuviese premio; y a Evenepoel y Vingegaard soñar con la victoria. Todos se equivocaron, pues la gran prueba de ciclismo mundial, indómita y agresiva, solo obedece al prodigio del UAE. Sin aparente esfuerzo, dejó a todos atrás y, en la línea de meta, apeó a Vingegaard sin remordimiento. Mañana, en Niza, celebrará su tercera Grande Boucle. Con muy buen criterio, el Tour 2024 quiere rematar la faena a lo grande, con la misma aura de batalla infinita que ha monopolizado todo su recorrido. Son los Alpes de nuevo los que martirizan al pelotón, que no siente, desecha el dolor porque todos y cada uno de sus integrantes han sido partícipes de una obra inconmensurable, un clásico instantáneo esta prueba gala que, por desgracia, agoniza. Los puertos someten a las fugas mientras Carapaz , fantástico su estado de forma en los párrafos finales, corona sin oposición el Col de Turini. El título de rey de la montaña ya es casi suyo. El fuego aún arde en el corazón de Remco Evenepoel . Ya desaparecidas sus oportunidades de tumbar a Pogacar, el belga organiza a sus esbirros antes de un nuevo ascenso, es una bandada de aves rapaces el Quick-Step que le arrebata sin permiso el control de la carrera al UAE. Son varios los valientes solitarios y sorprende ver el ataque de Enric Mas a los pies del penúltimo puerto de la jornada. El español se lanza a por la victoria, pero su compatriota Marc Soler también se siente grande y se inclina por intentar doblegar las cuestas. Los esfuerzos del balear y catalán son magníficos, aunque son meros espectadores de la coronación de Carapaz en Col de la Colmiane. El ecuatoriano pone la guinda a su legendaria carrera. Después de conquistar el viernes la Cime de la Bonette, el puerto más alto de la historia de la Grande Boucle, 2.800 metros de altitud nada menos, se lleva a su casa el maillot de lunares de este Tour 2024, el primero para su país. Y ya son muchas las primeras veces que Carapaz ha puesto la bandera de Ecuador por el mundo adelante. Chapó. Soler amaga con apagarse, su coraje desafía a toda ley, reniega de la tumba pero la última montaña de la tarde es abrasadora. Mas sí está lanzado, se atreve incluso a desafiar a Carapaz cuando solo faltan 11 kilómetros de recorrido. Español y ecuatoriano desenfundan sus armas, duelo crepuscular para escribir la última obra maestra del Tour. La epopeya se engrandece aún más después de que Mikel Landa prenda al grupo de los favoritos, Pogacar, Evenepoel y Vingegaard se lanzan, Carapaz y Mas sienten a la jauría, la tormenta es inevitable. Tadej y Jonas alcanzan la cabeza de carrera a falta de 2.000 metros para el desenlace. Enric pincha tras una actuación gloriosa y Richard enseña los colmillos, se niega a que los superdotados se lleven los titulares. Pero esloveno y danés no son de este planeta, han ganado entre los dos los últimos cuatro Tours y bien podrían hacerse con los cuatro siguientes. El nórdico, sin embargo, no puede con la bestia balcánica, que ha alcanzado un punto de forma y madurez que lo convierte en casi un inmortal. Deja clavado a su enemigo en la recta final, nadie le sigue. Pogacar suma su quinta victoria y mañana celebrará su tercer Tour de Francia.

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