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El fracaso de Biden y por qué el plan de Trump puede salvar la economía de Estados Unidos

El fracaso de Biden y por qué el plan de Trump puede salvar la economía de Estados Unidos

Al candidato republicano sólo le queda hacer una cosa: no entorpecer

La administración Biden ha sido uno de los fracasos más sonados en el terreno económico de las últimas décadas. Recordemos que Biden llegó a la Casa Blanca en 2021 con el agujero del Covid-19 superado y la economía a toda marcha. Biden, como es típico de las administraciones demócratas, decidió disparar el gasto, subir los impuestos y “estimular” la economía a través de las aterradoras políticas keynesianas que están devastando la eurozona. El resultado no puede ser más pobre.

La tasa de participación laboral y la ratio de empleo con respecto a la población se encuentran ambas por debajo de los niveles prepandemia. La tasa de desempleo en Estados Unidos ha aumentado hasta el 4,1%, la más alta en tres años, que también es significativamente más alta que el nivel observado en 2019. En junio, un aumento de 70.000 puestos de empleo público disfrazó el dato de empleo. El aumento del empleo público ha sido de media de 50.000 personas mensual desde la llegada de Biden y Harris al poder. Un tercio de la creación de empleo de junio corresponde a empleos del sector público pagados con más deuda. Adicionalmente, los inmigrantes representan todo el crecimiento de la fuerza laboral desde la pandemia, según la Oficina de Estadísticas Laborales y Ned Davis Research. Es cierto que el paro es bajo y a cualquier español le da envidia, pero no podemos olvidar tampoco que los salarios reales han caído en Estados Unidos durante estos cuatro años, como refleja la OCDE en el informe Employment Outlook 2024.

El Inflation Reduction Act que lanzó Biden solo ha servido para perpetuar una inflación muy elevada (más de 24% de inflación acumulada en el periodo de su administración, casi el 40% en los bienes no reemplazables), sino que estos desastrosos programas de gasto y subvención han disparado la deuda.

No nos debe sorprender que la confianza del esté a mínimos de seis meses y muy por debajo de los niveles prepandemia, el índice de miseria alcanza el 7,4%, casi a niveles de un país como Italia, y los indicadores de confianza de las pequeñas empresas se sitúan a niveles de 2012. Usted dirá que la economía crece, pero si miramos la preocupante divergencia entre el Producto Interior Bruto (GDP) y el Ingreso Interior Bruto (GDI), no solo se ha disparado la diferencia en los últimos cuatro años, sino que la economía ajustada por la acumulación de deuda ha tenido el peor desempeño en tres décadas. Si inyectas $2 billones de déficit y sacas $1,5 billones de PIB la cosa no va muy bien.

Pérdida de poder adquisitivo

La inflación sigue siendo persistente y los ciudadanos han perdido más del 24% de su poder adquisitivo desde 2019, con un crecimiento salarial real negativo del 0,6% en el período enero 2021-junio 2024 según la OCDE y el BLS. El crecimiento salarial real en 2024 está aumentando ahora solo un 0,8% interanual, menos de un tercio de lo que se considera normal en periodo de crecimiento “robusto”.

Esto muestra por qué el Índice de Miseria de Estados Unidos está aumentando al 7,4% en junio desde el 6,8% en enero. El Índice de Miseria, que mide el desempleo y la inflación, tocó fondo en el 6,8% en 2023 y ha ido empeorando desde entonces. Además, está muy lejos del nivel prepandémico del 5,4%. Si añadimos que, según la OCDE Taxing Wages, la cuña fiscal a los salarios ha aumentado ligeramente con la administración Biden, haciendo que el impuesto inflacionario y la carga impositiva erosionaran aún más la renta de los ciudadanos, entenderemos el descontento a pesar de las cifras agregadas aparentemente positivas e indudablemente mejores que las de la Unión Europea asolada por el intervencionismo.

Todo lo descrito nos explica por qué los norteamericanos no están contentos. Los economistas de consenso, que por siempre tienen el interés de ver el peso del gobierno en la economía dispararse, amonestan al ciudadano medio por no estar encantado con más impuestos, más deuda y más empobrecimiento inflacionario. Ingratos. Es para morirse de risa.

En cuanto a la deuda, los datos son todavía peores. Las últimas estimaciones presupuestarias y de perspectivas económicas de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) muestran la magnitud de la pesadilla fiscal de Estados Unidos.

La CBO espera un déficit presupuestario de 1,9 billones de dólares en 2024, un año de supuesto crecimiento económico robusto y de ingresos fiscales récord. Esperan que los ingresos alcancen los 4,9 billones de dólares, o el 17,2 por ciento del PIB, en 2024, que aumentarán al 18,0 por ciento en 2027 y se mantendrán en ese nivel hasta 2034.

El principal hallazgo de este informe es alarmante. A pesar de que estiman que no haya recesión y que los ingresos fiscales aumenten entre 2024 y 2034, el déficit presupuestario se disparará de 1,9 billones de dólares a 2,8 billones de dólares en 2034. Las estimaciones sitúan el déficit ajustado en el 6,9 por ciento del PIB en 2034, casi el doble del promedio del 3,7 por ciento de los 50 años anteriores. Biden y Harris han tirado con bala de rey, han disfrutado toda la recuperación y han dejado una economía endeudada, dopada y maltrecha comparado con su potencial.

Los déficits son siempre un problema de gasto. Si la política económica sigue igual, la CBO espera que en 2034 se dispare el gasto de 6,8 billones de dólares a 10,3 billones de dólares, o el 24,9% del PIB. Según el informe, la deuda aumenta del 99% del PIB en 2024 al 122% en 2034, o 50,6 billones de dólares, a los que hay que añadir la deuda pública en manos de otras entidades, incluida la Reserva Federal.

Las proyecciones de la CBO demuestran sin duda que no hay manera de que Estados Unidos pueda equilibrar el presupuesto mediante medidas de ingresos. No existe un conjunto de medidas de ingresos que pueda recaudar 2 billones de dólares por año en ingresos anuales adicionales. Los aumentos de impuestos inevitablemente frenarían la inversión y el crecimiento y reducirían los ingresos potenciales a largo plazo. Además, incluso si el gobierno de Estados Unidos fuera capaz de aumentar los ingresos, la probabilidad de una recesión en los próximos diez años, sumada a las promesas de más gastos “extraordinarios” de Biden, haría que el déficit se disparara independientemente de cualquier mejora de los ingresos.

Una economía que genera un déficit anual del 6 por ciento del PIB para alcanzar un crecimiento anual de apenas el 2 por ciento está camino de la ruina, incluso si ese tipo de crecimiento se mantiene. Biden ha fracasado tirando con bala de rey y deja descontento, mala situación del empleo e inflación, que es siempre y en todo lugar un efecto monetario causado por el exceso de gasto y déficit público monetizado.

Más deuda significa impuestos más altos, crecimiento más débil y la disminución del poder adquisitivo de salarios y ahorros en depósitos.

La única manera de eliminar esta vía de destrucción monetaria y fiscal es con políticas pro-crecimiento que eleven la tendencia de crecimiento del PIB, incentiven la productividad y promuevan el crecimiento empresarial.

[[QUOTE:PULL|||Trump debe adoptar una política pro-crecimiento ]]

¿Y qué puede hacer Trump? Fortalecer el potencial de crecimiento y el sector privado. No puede hacer más.

Tenemos varios factores importantes que considerar:

Por un lado, según la CBO, el mayor aumento de gasto entre 2023 y 2034 viene del coste de la deuda y el aumento de gasto obligatorio, dos factores clave para entender que, aunque Trump anuncie el recorte de gastos superfluos disparados con Biden, la reducción del gasto discrecional no va a poder eliminar el aumento de gasto obligatorio (mandatory spending). Es por ello por lo que debe adoptar una política pro-crecimiento empresarial y económico que aumente el ingreso interior bruto, suba los salarios reales, reduzca las barreras al crecimiento empresarial y baje los impuestos. Y se demostró en su primer mandato que la bajada de impuestos no redujo la recaudación.

No solo se ha demostrado que las bajadas de impuestos funcionan, sino que el propio Obama mantuvo la mayoría de las reducciones de impuestos de Bush y Biden ha mantenido los programas de Trump en su inmensa mayoría y ambos se vanaglorian de ingresos récord. Como siempre ocurre con el socialismo, Biden dijo que solo le iba a subir los impuestos a los ricos y la cuña fiscal al salario medio ha subido 2 puntos según la OCDE, y como siempre, los palmeros del socialismo decían que Trump le bajaba los impuestos solo a los ricos y redujo la cuña fiscal a todos.

Las bajadas de impuestos, además, ayudaron a que la economía se mantuviera en expansión, creando empleos y aumentando los ingresos al mismo tiempo. Los impuestos sobre la renta corporativa aumentaron en $25 mil millones (+12%) en 2019, mientras que los impuestos sobre la renta individual y sobre la nómina aumentaron en conjunto en $107 mil millones (+4%). En general, los ingresos totales aumentaron un 4% ($3,462 mil millones en el año fiscal 2019). Los ingresos totales han pasado del 16,15% del PIB al 18% en las cifras del CBO, que es la cifra de tendencia a largo plazo y consistente con una economía en expansión con un crecimiento moderado.

A Trump se le va a culpar de los aranceles cuando Biden no solo los ha mantenido, sino que los ha aumentado, pero la disyuntiva en Estados Unidos es clara: O copiar a la eurozona y hundirse en la deuda y el estancamiento o reforzar el poder empresarial y económico de Estados Unidos como se hizo con Reagan.

Trump solo puede hacer una cosa: No entorpecer. Dejar que la economía norteamericana despegue en todo su potencial, crezcan las empresas más pequeñas, suba la confianza del consumidor, se reduzca la inflación eliminando el incentivo de pasar los desequilibrios fiscales al ciudadano vía destrucción monetaria. No va a ser fácil.

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